miércoles, 12 de noviembre de 2008

LA HUELLA DE LOS CRISTALES ROTOS

Hace algunos años nos decía que aprovechaba sus días de descanso en verano para escribir sobre su experiencia política. No memorias al estilo de un veterano de guerra a favor de Extremadura y España: su concepción de la política, su visión de Extremadura en España, la memoria de veinticuatro años de gobierno, el apego a Extremadura, su visión de España.

Ha llegado hoy su hora, “Rompiendo cristales”, su obra de Extremadura para España. No hubiere otra fórmula que tirar la piedra en la capital para poner a Extremadura en el mapa de España. Desconocida, ignorada, cómo levantar la voz para ser otra voz en España. “¿Quién ha sido?”: “Yo, el presidente de Extremadura.”

Aun retirado en la Extremadura por la que siempre optó, vuelve a la carga que le distinguió: la crítica libre, aun a quien le duela; el titular más buscado, la reflexión más ingeniosa; el juicio reflexivo, la visión del futuro, la colisión que nunca buscare sino por defender a su tierra. “Me cerré las puertas de Madrid para no tener dependencias. Si yo le decía a este gente que esta tierra tiene oportunidades, el primero en quedarme tenía que ser yo.” Y se quedó para siempre, a pesar de los cantos de sirena que le llamaron a la capital; de los incrédulos que creían que, al final se subiría al carro del poder. ¿Y para qué más poder?, se diría, si los novísimos no le entienden, “si ser nuevo no es ser innovador”; si él enseñó a los innovadores de hoy a mandar correos electrónicos; si sus compañeros no creen, como él, que meter gente nueva no es garantía de innovación; si el debate de las ideas es tenido hoy por sus propios compañeros como animadversión, y no como fortaleza que enriquezca al líder.

El veterano “potro indomable” para los catalanes, guarda aún en la recámara de las ideas las piedras para seguir rompiendo cristales a favor de Extremadura y de España. Quién podría callar a quien dijo que, aun en su retiro, tendría y proclamaría su propia opinión a los cuatro vientos para seguir rompiendo cristales, porque una cosa es retirarse de la política y otra del medio ambiente en el que se vive.

Incomprendido, abandonado por la cobardía de la cohorte de antaño; de quienes no entendieron su discurso y de quienes no le siguieron en las profecías políticas que, poco después, otros asumirían como dogmas. A él, constructor de la nueva Extremadura, con todos juntos en el carro tirado aún por bueyes, sin agua ni infraestructuras, ni polideportivos, ni centros de salud, ni conexiones con la España misma que nos ignorare como al hermano pobre y atrasado, a la cola aún en tantas cosas, pero los primeros en otras muchas.

Quién sino él rompió cristales como lanzas envenenadas a quienes osaran romper el espíritu de la transición: “Tener dos lenguas no significa tener dos bocas para comer más”; “Felipe nos toleró (a los barones), Aznar nos ignoró y Zapatero nos despidió, porque el proceso de descentralización es tan intenso que habría sido un suicidio hacerlo con los barones al viejo estilo.”

No mandan ya los barones como él, pero enseñan a quienes quisieren escuchar. “Ser joven no lo es todo”, porque, como la experiencia es un grado, “la izquierda es llamada a dirigir cuando corremos el riesgo de que el caos se apodere del país”. Siempre “rompiendo cristales” por su Extremadura, por una España que se olvida del todo por una de sus partes, olvidadiza de que las partes conforman el todo, aunque “a todos nos defraude la gente a la que queremos”. Como siempre, y todavía hoy, su lección de historia de España: “Rompiendo cristales”, hoy en la capital del Reino, para quienes quisieren oír y entender donde siempre se le escuchó y agradeció su palabra. Su palabra de Extremadura para España toda.

No hay comentarios: