viernes, 2 de abril de 2010

QUINTA PALABRA

Tengo sed” (Jn: 19, 20-30)


Tienes sed, Señor, en tu manantial divino
Y tus verdugos te ofrecen la esponja de hiel
Que expele y no sacia tu paladar diamantino
Cuando los humanos se sacian con tu broquel.

Tú que declaraste bienaventurado al sediento,
Por qué a tu boca no llega el agua que creaste
El vino de las bodas de Caná que multiplicaste,
Carne de nuestra carne mortificada en Tu abatimiento.

¡Oh, Señor, que hubieres sed en tu agonía!
Qué será de nosotros sin Ti, sedientos de tu palabra.
De dónde nos vendrá ya la humana alegría
Para aligerar la sed en nuestra larga labra.

Reseca nuestra boca, a quién pediremos agua,
Si el mundo que redimiste solo tiene sed
Del amor que no tiene, del odio que fragua,
Huérfano de necesidades sin tu divina merced.

¡Oh roca prodigiosa que a Moisés diste a brotar el agua!
¿Qué será de tu divina boca reseca por la sed
Martirizada en el éxtasis de tu sacrificada fragua
Quién aliviará nuestra sed en la orfandad de Tu merced?

Señor del agua siempre bienvenida y jubilosa
Que hubiste sed en tu muerte prodigiosa.
Comparte tu sed en tu martirio sobrevenida
Que en la Tierra no habrá agua hasta nueva amanecida.

Señor del agua y de la Tierra tuya
Que hubiste sed y no te socorrimos
Hambre padeciste y ácimos no hubimos
Para cantar tras Tu gloriosa muerte el Aleluya.

No hay comentarios: