domingo, 23 de mayo de 2010

“NI CAMBIO NI BANDAZOS”

El discurso que el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha pronunciado esta mañana en Elche ante miles de alcaldes y concejales socialistas semeja un tanto al breve, pero enjundioso que, en tiempos difíciles, pronunciara en la Cámara de los Comunes el primer ministro británico Winston Churchill en 1940.

En aquella ocasión, Churchill pronunció una frase que pasaría a la historia: “No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. En aquel momento histórico, el primer ministro británico manifestó: “Me preguntáis cuál es nuestra política?” y se respondió ante la Cámara: “Hacer la guerra por mar, por tierra y por aire, con toda nuestra potencia y toda la fuerza que Dios nos pueda dar; hacer la guerra contra una tiranía monstruosa…” Más adelante, se preguntó: “¿Cuál es nuestra aspiración?” y se respondió: “Victoria a toda costa, a pesar de todo el terror; victoria por largo y duro que pueda ser el camino.”

Rodríguez Zapatero no ha llegado a tanto porque, ni nos encontramos en una situación bélica de supervivencia, ni ante el ser o no ser como nación; pero sí ha querido poner de relieve que las medidas tomadas ante la crisis que azota al mundo occidental son “respuestas a las circunstancias”, por lo que nadie puede hablar de “cambios ni de bandazos”.

A quienes hoy critican esas medidas como de “injusticia social”, Zapatero les ha recordado que las hacen “aquellos que no se acordaron de las políticas sociales, ni de los trabajadores que percibían el Salario Mínimo Interprofesional, ni de los funcionarios”. A quienes no tienen memoria, el Presidente les ha recordado que las pensiones mínimas han subido desde que el él gobierna un 49 por ciento, y las becas, un 70 por ciento. A quienes se llenan la boca defendiendo a la familia, jamás las defendieron, y conocíamos al organismo que prestaba las ayudas como “La Perra gorda”; quienes critican hoy la política de vivienda, gozan de chalés de lujo, pero no construyeron, como el PSOE, medio millón de viviendas sociales; quienes tanto dicen defender a los trabajadores, aun en tiempos de bonanza, sacaron, aprovechando las vacaciones, el “decretazo”, que iba contra los derechos adquiridos.

No cabe hablar, por tanto, de un cambio de señas de identidad en un proyecto de cohesión social que solo puede encarnar la izquierda, y que se hace por el interés general de España, por su credibilidad, y para volver a retomar la política social y las pensiones “cuando retome el crecimiento”. Cuando toda la Unión aplica medidas similares, solo “algunos quieren otras cosas”, que traerían más déficit para el país, más riqueza para algunos y más pobreza para la mayoría.

Ahora solo falta el acuerdo laboral con los agentes sociales. No quisieran algunos ni eso, como no han deseado el Pacto por la Educación, si no se adoptare el suyo.

Cuando pasen los años, los trabajadores recordarán quién estuvo a su lado y les ofreció los derechos que otros siempre les negaren. Ahora, no se nos pide “sangre, sudor y lágrimas”, sino corresponsabilidad compartida para corregir el déficit, atender a los más desfavorecidos y salir de la crisis. No es la guerra, sino la coyuntura que nos vino impuesta.

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