No ha podido ser más explícito el Presidente del Gobierno durante su intervención de ayer, al dar ante los miembros del Comité Federal de su partido la señal de salida para la precampaña electoral, y resumir en tres vocablos la definición de la marca socialista: modernización, solidaridad y derechos. Justamente lo contrario de su principal adversario, que tantas prisas tiene para llegar al poder y hacer lo contrario de lo que predica.
Zapatero ha querido ir más lejos en la síntesis conceptual que subsume la filosofía de un partido progresista al servicio de España, no solo en la definición-resumen de la marca PSOE, sino en la descontextualización del porqué: “Vamos a salir a ganar, más que por nosotros como partido, por el futuro de este país.”
Todo partido o coalición que se presenta a unas elecciones sale a ganar. Lo importante es saber para qué: si para uno mismo o para el futuro de todos; si para tumbar las leyes anteriores e imponer las propias; si para el beneficio de una minoría o el de la mayoría. De ahí que Zapatero haya querido precisar el mensaje: ganar por el futuro de España.
En el manifiesto firmado en Palma por todos los líderes populares, incluido el candidato valenciano, el trípode en el que se asienta su filosofía de futuro político es: austeridad, transparencia y regeneración. Es decir, como si ahora no imperase ninguno de esos conceptos en España, incluida aquella parte en la que ellos gobiernan, donde no parece que brillen con luz propia ninguno de los vocablos en los que pretenden asentar su programa.
Es la pescadilla que se muerde la cola. Cuando Aznar decía que “España va bien”, cabe suponer que se refería a toda ella, pues toda la gobernó durante ocho años; pero no solo una parte de ella, como en la situación actual, donde Extremadura fuere tan pobre, gracias a los gobiernos de la derecha preaznaristas de toda la historia predemocrática, que lo único bueno que tuviere, aparte del sol, del agua, de su naturaleza, es el pueblo “tan maravilloso” que la habitare, “pero sin trabajo”, como se encargó de remarcar su presidente regional en su intervención para solicitar un cambio de tercio, que aún no se le ha concedido.
Zapatero ha ido más allá y ha explicado el porqué: “porque somos el proyecto social modernizador de España” y “no vamos a dejar de hacer una sola reforma necesaria para este país”. Y ese proyecto progresista exige cada día más modernidad, más solidaridad y el mantenimiento de los derechos sociales. Frente a esa tesis, el PP solicita la austeridad que ellos no hubieren, la transparencia que no desearen, y la regeneración de Joaquín Costa: “Escuelas, despensa y siete llaves al sepulcro del Cid”; la regeneración, sí, siempre que empiece por uno mismo.
Busquemos, en fin, el debate y la palabra, y eludamos el ruido que tanto contamina, como recalcó Zapatero, al fin y a la postre lo que algunos buscan para pescar en río revuelto, sin importarles para nada el futuro de España, sino el propio, cuando para un partido en el poder, o con vocación de poder, lo más importante es España, siempre la España que nos une más que las diferencias que nos separan, su modernidad, solidaridad y derechos para todos en la igualdad que emana de la Constitución.
Zapatero ha querido ir más lejos en la síntesis conceptual que subsume la filosofía de un partido progresista al servicio de España, no solo en la definición-resumen de la marca PSOE, sino en la descontextualización del porqué: “Vamos a salir a ganar, más que por nosotros como partido, por el futuro de este país.”
Todo partido o coalición que se presenta a unas elecciones sale a ganar. Lo importante es saber para qué: si para uno mismo o para el futuro de todos; si para tumbar las leyes anteriores e imponer las propias; si para el beneficio de una minoría o el de la mayoría. De ahí que Zapatero haya querido precisar el mensaje: ganar por el futuro de España.
En el manifiesto firmado en Palma por todos los líderes populares, incluido el candidato valenciano, el trípode en el que se asienta su filosofía de futuro político es: austeridad, transparencia y regeneración. Es decir, como si ahora no imperase ninguno de esos conceptos en España, incluida aquella parte en la que ellos gobiernan, donde no parece que brillen con luz propia ninguno de los vocablos en los que pretenden asentar su programa.
Es la pescadilla que se muerde la cola. Cuando Aznar decía que “España va bien”, cabe suponer que se refería a toda ella, pues toda la gobernó durante ocho años; pero no solo una parte de ella, como en la situación actual, donde Extremadura fuere tan pobre, gracias a los gobiernos de la derecha preaznaristas de toda la historia predemocrática, que lo único bueno que tuviere, aparte del sol, del agua, de su naturaleza, es el pueblo “tan maravilloso” que la habitare, “pero sin trabajo”, como se encargó de remarcar su presidente regional en su intervención para solicitar un cambio de tercio, que aún no se le ha concedido.
Zapatero ha ido más allá y ha explicado el porqué: “porque somos el proyecto social modernizador de España” y “no vamos a dejar de hacer una sola reforma necesaria para este país”. Y ese proyecto progresista exige cada día más modernidad, más solidaridad y el mantenimiento de los derechos sociales. Frente a esa tesis, el PP solicita la austeridad que ellos no hubieren, la transparencia que no desearen, y la regeneración de Joaquín Costa: “Escuelas, despensa y siete llaves al sepulcro del Cid”; la regeneración, sí, siempre que empiece por uno mismo.
Busquemos, en fin, el debate y la palabra, y eludamos el ruido que tanto contamina, como recalcó Zapatero, al fin y a la postre lo que algunos buscan para pescar en río revuelto, sin importarles para nada el futuro de España, sino el propio, cuando para un partido en el poder, o con vocación de poder, lo más importante es España, siempre la España que nos une más que las diferencias que nos separan, su modernidad, solidaridad y derechos para todos en la igualdad que emana de la Constitución.
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