domingo, 10 de abril de 2011

LO QUE NOS UNE Y LO QUE NOS SEPARA

Muchas veces hemos oído decir que “es más lo que nos une que lo que nos separa”, especialmente en referencia a la convivencia entre los españoles. Y es verdad este aserto, como lo es también para algunos aspirantes al poder político, hacer ejercicios para contribuir a la desunión más que a la unión. Si todo los que nos une es una selección deportiva y sus triunfos a nivel internacional, mal vamos. Qué nos une y qué nos separa; nos une una lengua y una cultura común, rica en su diversidad; nos une una tradición y una tierra a la que nos apegamos más que nadie; unos valores comunes que tienen su raíz en el Derecho Romano y en la civilización cristiana; nos unen unos símbolos, causa de separación para algunos; nos une un concepto de nación, patria o país, a unos más que a otros. Qué nos separa, entonces, para que el “solar patrio”, como dice la derecha, parezca más un reñidero de gallos que un espacio para la convivencia y la tolerancia. Qué les diferencia a los dos grandes partidos nacionales para que no pueda decirse que “son más de lo mismo” y que sus políticas son idénticas porque la economía es la que manda. “Nos diferencia el concepto de igualdad”, sentenciaba días pasados en Trujillo el expresidente de la Junta de Extremadura, Rodríguez Ibarra, quien recordaba a propósito la “disuasión” dialéctica que se le escapó al presidente murciano sobre el copago en sanidad y educación. Las políticas sociales y de igualdad, puestas en vanguardia por el PSOE, especialmente en estos dos campos donde históricamente han sido más visibles las diferencias entre la izquierda y la derecha, vienen siendo puestas de relieve en la precampaña electoral por los oradores socialistas frente al silencio del PP, que hurta a los electores el debate de lo que realmente importa de cara al futuro y a los más débiles, como viene recordando el secretario provincial del PSOE de Cáceres, Juan Ramón Ferreira. Ilustraba Ibarra las diferencias más notables entre la derecha y la izquierda: mientras la primera podía pagarse sus médicos y medicinas, los pobres hijos de la izquierda habrían de subsistir con la beneficencia de los ayuntamientos y diputaciones; mientras los hijos de ricos entraban al colegio por la puerta principal, los niños pobres lo hacían por la de atrás. “En veinte años –sostenía el expresidente- hemos conseguido que se sienten en el mismo pupitre mi hija y la de la mujer que se dedica a fregar.” Solo por esa igualdad impulsada por los socialistas en hacer universal la sanidad y la educación se justifica la política, añadía. En Portugal, el cinismo neoliberal de los partidos de centroderecha, como en España los populares, preferían antes la caída de los adversarios que la salvación del país. Más dura será la caída, porque el ganador de las próximas elecciones no podrá llevar a cabo ahora su política y programa, sino el que le impongan, más duro aún que las reformas que no quisieron aceptar y que le proponía el primer ministro en funciones, el socialista Sócrates. España nos une; nos diferencia la igualdad; las políticas sociales; una concepción del ser humano por igual y no del fuerte contra el débil, porque todo hombre y mujer, por el hecho de nacer, nacen iguales ante la ley.

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