miércoles, 6 de febrero de 2013

DAOS PRISAS EN MORIR ANTES QUE MALVIVIR…

              Nunca hubiere político tan desafortunado como el japonés de Finanzas, Taso Aso, quien instó a los mayores de su país a “darse prisa y morir” para dejar de gastar dinero en Sanidad. El  ministro tiene 72 años y sus palabras provocaron un auténtico terremoto en un país en el que más del veinte de la población tiene más de 60 años y los ancianos son respetados y venerados. Aso se mostró contrario, a finales de enero, a las técnicas de reanimación y tratamientos para prolongar la vida, y afirmó que hay personas a las que se les obliga a vivir, cuando lo que quieren es morir, y se refirió  a los mayores dependientes como “gente tubo”. Hace unos años se preguntaba por qué tenía él que pagar a los mayores de 65 y 70 años, que no dejaban de ir al médico y gastar en Sanidad.
 
              Lejos de sorprendernos por tales declaraciones, son cada día más los españoles que van asumiendo que, aun sin eutanasia legalizada, no es algo que nuestros políticos nos vayan a pedir, sin decirlo, de aquí a poco, al negar la asistencia a los dependientes; al subir el copago de los medicamentos a quienes los necesitan; a no subir las pensiones, sino a bajarlas sin proclamarlo; a retirar cada día más medicamentos de la lista de la Seguridad Social; a dejar abandonados a los ancianos que, aun siendo de siempre la veneración de sus hijos y maestros para todos, son considerados hoy, un estorbo, o al menos una carga insufrible para las arcas de la Seguridad Social.
Quienes así piensan, y lo proclaman, y quienes lo niegan, parecen ignorar que la esperanza de vida sube en España, sobre todo entre la población femenina, a la vez que se desboca la cifra de parados, lo que acorta el número de cotizantes para sostener a una población cada día más necesitada de asistencia. Los políticos y banqueros también nos están costando un ojo de la cara; pero ellos, a lo suyo: con el pueblo para seguir y sin el pueblo para seguir forrándose; sin embargo, a ellos nadie les pide que se mueran para acabar con una lacra que se extiende como una mancha de aceite, porque la eutanasia está prohibida, aunque se puede ejecutar cortando el grifo que más duele a quienes lo necesitan. La medicina que ellos necesitaren, la recomiendan para los demás. “Daos prisa en morir antes de que os quitemos la vida sin que os enteréis…”, parecen decir quienes más gasto producen a las arcas públicas y no dan a cambio beneficio alguno. Predicando la muerte con la boca chica y la vida con la grande…
Todo el mundo conviene en afirmar en que es mejor morir cuando se es dependiente y se ha perdido la calidad de vida: por uno mismo y por los demás; pero de ahí a solicitar la muerte para ahorrar, va un trecho muy atrevido y largo. El futuro que nos ofrecen no es ya la vida, sino la muerte. Hubo generaciones perdidas por las guerras, y hay, hoy, otra generación perdida en tiempos de paz, la que huye buscando la vida lejos de su tierra; quienes se resignan a seguir viviendo en ella confiando en unos regidores por ellos electos que no merecieren vivir si dijeren todos los días, como el japonés: daos prisa en morir antes que malvivir… Ese es el futuro que os espera; y no os quejéis aunque os subamos el copago, porque solo son unos céntimos, y no os enviemos al banco lo que pagasteis de más ni a casa la tarjeta sanitaria que necesitáis…, porque vais a morir de todas formas.
Teófila López Carrero hubiere cumplido hoy cien años, de los cuales más de cincuenta los pasó lejos de su tierra. Nunca deseó morir. Aun en sillas de ruedas y sin reconocer ya ni a sus hijas, rezaba y cantaba sin parar; pero falleció en Madrid el día 26 de enero, a punto de su centenario. Gumi, Ceci, Charo y sus nietos, nunca la olvidarán, porque estuvieron a su lado hasta el final. Ahora, solo la fe y sus hijos sostendrán también su vida hasta que les llegue la hora.
Extremadura se va poblando de centenarios mientras la juventud desaparece y el despoblamiento se acrecienta. Solo las grullas les acompañarán en su último viaje en la tierra. Mientras, los políticos se ponen las máscaras de carnaval y solo se atreven a decir que ellos no saben nada…, ni de la tierra y menos aún del cielo, ahora, cuando este nos recuerda que “polvo somos y en polvo nos hemos de convertir”.
 

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