El 19 de agosto del año
14 d. d. C. fallecía en Nola (provincia de Nápoles, región de Campania), a los
77 años de edad, el emperador Cayo Julio César Augusto, que había nacido en
Roma el 23 de septiembre del año 63 a. d. C. Se ha cumplido, pues, el
bimilenario de su muerte. Hoy, al clausurarse el LX Festival Internacional de
Teatro Clásico de Mérida, con la entrega de los Premios Ceres de Teatro, se le
recuerda; pero quizá no sus últimas palabras: "Acta est fabula. Plaudite." (La
comedia ha terminado. ¡Aplaudid!", Suet. Augusto. 97-99).
Augusto fundó Mérida en el 25 a. d. C para servir de
retiro a los soldados veteranos (eméritos) de las legiones V y X. Capital de la
provincia romana de Lusitania y del Reino Visigodo de Hispania en el siglo VI,
acoge en su Teatro Romano durante julio y agosto el festival de teatro clásico
más antiguo de España, que inició su andadura en 1933 con la puesta en escena
de Medea de Séneca, en versión de
Miguel de Unamuno, con Margarita Xirgu como protagonista. El rector de
Salamanca declara su admiración por Séneca con una traducción de su Medea y dice de su obra: "Yo no
hecho más que hablar a Séneca en castellano. Séneca no hizo más que explicar la
historia de Medea. Pero Margarita Xirgu ha hecho Medea. Ha convertido ese personaje, imaginario o real, en un ser
vivo que se apodera de nosotros en cuerpo y alma." (Juan Carlos Sánchez
León: Antoninn Artaud y la Medea de
Séneca", Espacio, Tiempo y Forma, serie 2, Historia Antigua, t. 12, 1999,
pág. 234). El Teatro Romano de Mérida encumbró a Margarita Xirgu con la
representación de la Medea
unamuniana, como el Senado romano divinizó a Augusto tras su muerte. Todos los
emperadores que le siguieron adoptaron sus nombres de César y Augusto. Tras él,
todos césares y augustos. El mes sextilis
del antiguo calendario romano (el sexto mes) fue cambiado por augustus en su honor, como veintiún años
antes hiciera Julio César al poner su nombre --iulius-- al entonces quinctilis
(quinto mes), en homenaje a la familia Julia, a la que pertenecía.
El tercer gobernador de la Lusitania romana de la época
contemporánea, por la gracia de IU, creó los Premios Ceres con una dotación de
600.000 euros, como si los graneros de su "imperio" estuvieren llenos
y dieren lustre a la Comunidad que preside. Panem
et circenses (pan y circo), una locución latina peyorativa con la que se
hacía alusión a las prácticas de los gobiernos que, para mantener tranquila a
la población u ocultar hechos controvertidos, provee a las masas de alimento y
entretenimiento de baja calidad; o lo que es lo mismo, lo que aquí se conoció
durante los siglos XIX y XX con el "pan y toros" y hasta el fin del
franquismo, como "fútbol y toros". Satiriza el poeta romano Juvenal
en la Sátira X a sus contemporáneos, para quienes sus políticos trazaron un
plan en el año 140 a. d. C. para ganar los votos de los pobres: la política de
pan y circo. Solo que aquí cada día hay menos pan, más pobres, y hay circo sin
pan, pero en el Teatro Romano. Y televisado en directo para que todos puedan
ver la magnificencia de la obra de Augusto dos mil años después, y no como la
moción de censura, que se tapa, para que no se vea el nerviosismo del
gobernador. ¡Para lo que hay que ver en unos medios públicos al servicio del
poder...! Decía Juvenal que, "desde hace tiempo, este pueblo ha perdido el
interés por la política y, si antes concedía mandos, ahora deja hacer y solo
desea con avidez dos cosas: pan y juegos en el circo". Solo que no estamos
en el circo, sino en el Teatro Romano, con circo para algunos, pero sin pan
para los más.
Nada dan a Extremadura unos premios que llenan los
bolsillos de presentadores y la fama de los premiados, con los bolsillos
también vacíos por el IVA cultural impuesto por el mismo gobierno hermano de
quien aquí los otorga. El Olimpo de los dioses que pretende recrearse no está
en Extremadura, con una tasa de desempleo EPA del 29,4 por ciento en junio
(27,1 por ciento de hombres y 32,4 por ciento de mujeres), 134.650 personas sin
empleo, según datos de primeros de julio de CC OO; con 3.500 beneficiarios de
Renta Básica, con una clase media aniquilada, el poder adquisitivo cada día más
decreciente; con más pobres que comen en Cáritas..., un agosto que se hace
eterno en este circo sin pan que no nos da Mérida y donde, desde luego, no se
halla el Olimpo de los dioses, sino en Grecia, presididos por Zeus. Aquí solo
queda resignación, o ver amanecer un nuevo día hasta que llegue la hora de los
votantes, a la espera. No podemos aplaudir, aunque la comedia haya terminado,
una comedia que no espera al Festival ni a su clausura ni a los dos mil años de
la muerte de Augusto..., porque aquí la tenemos cada día.
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