La socióloga e
investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, María Ángeles Durán, Medalla de
Extremadura 2009, --quien cerró como invitada las intervenciones del acto de
entrega de las Medallas de Extremadura en el Teatro Romano el día 7, suscitó un
tema de muy reciente actualidad: la sociedad
civil. Dijo la doctora Durán que "los
políticos también son sociedad civil cuando dejen de serlo".
(Véase mujerextremadura.es, de
10/09/2015), "algo tan bonito, pero a la vez tan serio, que tiene
miga", reconoció.
El día 8, Día de Extremadura, el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, escribía en
un artículo titulado "Abrimos la puerta y la libertad se coló sin
llamar" (véase meridadigital.com,
de 08/09/2015), en el que afirmaba: "Se suele distinguir entre políticos y
sociedad civil, y creo que es un error, porque sociedad
civil somos todos". ¡Vaya si tiene miga el sintagma
que ni hasta sociólogos y políticos se ponen de acuerdo en su significado! Otro
profesor de Historia y político, exalcalde de Mérida, Ángel Calle, se
preguntaba en un mitin en la campaña electoral de 2007 "qué es eso de la sociedad civil", poniendo en duda
ante quienes utilizan el sintagma que existieran otras sociedades, y no
estamentos o clases dentro de la sociedad, como han existido siempre.
Los medios de comunicación reiteran con una frecuencia
más de la deseada que "al acto celebrado en la Asamblea acudieron autoridades
civiles, militares y religiosas, además de representantes de la sociedad
civil..."; es decir, convertimos en "autoridades" a los
estamentos militar y religioso --como si lo fueren--, mientras que al resto lo
englobamos en lo que damos en llamar sociedad
civil. Ya escribí en cierta ocasión el sonrojo que me produjo que una
secretaria, después diputada regional, considerara "autoridades" a
funcionarios con habilitación nacional y a los propios del ayuntamiento en un
acto civil celebrado en un teatro placentino... ¡Todavía hay clases! Los
militares, como los eclesiásticos, no son autoridades, sino mandos y
jerarquías, desde el primero hasta el último; estamentos sociales, como los
funcionarios, los maestros de escuela, los artistas, artesanos, parlanchines de
feria o cualesquiera otros oficios que se dan cita en la sociedad civil, una sociedad compuesta por cives, ciudadanos...
Olvidamos el origen latino y nos subimos de rango a
nosotros mismos para no ser menos que los demás. Ciudadano viene del vocablo
latino civis; en plural cives. La
Constitución Española del 78 dice en su artículo 14 que "los españoles son
iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón
de nacimiento, raza, sexo, religión o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social" y regula, además, sus derechos y deberes, entre ellos
el 23.2, en el que se dice que "tienen derecho a acceder en condiciones de
igualdad a las funciones y cargos públicos, con los requisitos que señalen las
leyes" y en el 23.1 habla de que "los ciudadanos tienen el derecho a
participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de
representantes...." Es preciso recordar con más frecuencia el artículo 1.2
de la Constitución; "La soberanía nacional reside en el pueblo español,
del que emanan los poderes del Estado."
Mariano Arnal,
en su trabajo "Etimología de las palabras que forman la idea de ciudadanía",
afirma al hablar de la sociedad civil:
"Cuando uno piensa en parámetros políticos o sociológicos, a la hora de
buscar un nombre que haga una buena pareja con el adjetivo civil, el primero
que se le ocurre es sociedad, quizá porque esta asociación léxica es de
creación muy reciente, inventada nada más y nada menos que para oponerla a la
clase política y al poder político en general; para delimitar una arbitraria
distinción entre los derechos civiles y los derechos políticos. Tan flagrante
es el saqueo que ha hecho la clase política de los derechos civiles y la
usurpación de personalidad de la ciudadanía, que la lengua ha tenido que suplir
con nueva terminología lo que la política (la acción ciudadana o civil) por
antonomasia le ha robado a la ciudadanía." Por algo la clase política es
denominada por ciudadanos desahuciados como casta,
en sentido peyorativo, como grupo que forma una clase especial y que tiende a
permanecer separado de los demás...
Juan Jesús
González, en su trabajo "El debate postmarxista sobre las clases"
(Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED, Política y Sociedad,
11, 1992, Madrid, págs. 27-48) alude al desplazamiento de las clases sociales,
"ya sea por la emergencia de nuevos sujetos sociales de evidente
protagonismo..., ya sea por el retorno de un difuso
sujeto llamado sociedad civil".
Sí: los políticos también son sociedad civil, pero no retornan a ella al dejar la política; están
en ella porque son ciudadanos con todos los derechos civiles, no como los
patricios y plebeyos en el Imperio Romano; la nobleza el clero y el campesinado
en la Edad Media; o la oligarquía financiera y terrateniente, la burguesía
empresarial, y las clases medias y populares del franquismo. ¡Eso sí eran
clases... y todavía las hay!, como la casta
que nos gobierna que, en la región más pobre, se digna cobrar tres y cuatro
veces más que el sueldo medio del resto de lo que ellos llaman sociedad civil, y no como solicitaban
los podemitas, tres veces el salario
mínimo... ¡Ya, ya, qué risa con quienes dicen defender a los otros, y, además,
hasta se libran de pagar a Hacienda...!
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