sábado, 27 de mayo de 2017

INSCRIPCIONES LATINAS DE CAURIUM Y SU ÁREA DE INFLUENCIA


           El profesor de Historia Antigua de la Universidad de Extremadura Julio Esteban Ortega [i] ha sacado recientemente a la luz el cuarto tomo de su "Corpus de inscripciones latinas de Cáceres" [ii], su obra más destacada, que consta de cinco volúmenes.
            El autor señala en su Introducción que "de la historia de la indígena Cauria y la romana Caurium, lo desconocemos prácticamente todo". Cita al geógrafo griego  Claudio Ptolomeo, en su nomenclator de ciudades de Hispania, quien la nombra como Caurion; y a Plinio, quien en su descripción de las ciudades de Lusitania, la cita como uno de los 36 oppida stipendiaria (lugares elevados, colina o meseta, cuyas defensas naturales se han visto reforzadas por la intervención del hombre) con que contaba la provincia y afirma que no todos los oppida stipendiaria mencionados por Plinio accedieron al estatuto de privilegio, como ocurriere con Caurium, "sobre la que no hay constancia cierta de su promoción estatutaria en época Flavia, cuando lo hicieron otras comunidades cercanas como Capera, Augustobriga o Civitas Igaeditanorum" (Cáparra; antigua Talavera la Vieja, en la calzada romana desde Emerita Augusta hasta Caesarobriga  (Talavera de la Reina); y Egitania en tiempos de los Flavio, actual Idanha-a-Velha, en Portugal). El autor subraya que en las tres ciudades citadas hay testimonios arqueológicos de sus edificios públicos: templos, foros, anfiteatros..., además de referencias epigráficas, que no se encuentran en Caurium, donde no hay ningún tipo de restos monumentales de época romana, salvo sus murallas bajo imperiales. De otro lado, anota que la epigrafía ha aportado testimonios de la promoción de la ciudad. Y, lo que es muy significativo, --añade-- la onomástica y la teonimia (nombres indígenas de divinidades de la Península Ibérica, tanto en inscripciones latinas como paleohispánicas) son abrumadoramente indígenas si las comparamos con las demás ciudades citadas.
            El profesor Esteban Ortega sostiene que, de la información suministrada por las fuentes literarias, arqueológicas y epigráficas, se deduce que Caurium pudo surgir a partir de un centro indígena (posiblemente, la Cauria lusitana) que, por su posición estratégica en el Valle del Alagón, se convierte en polo de atracción de comunidades vecinas que parecían resistirse al proceso de romanización. El autor arguye que la entidad del poblamiento en la época alto imperial no parece que fuere lo suficientemente importante como para promocionarse en época Flavia, "y será a partir del siglo III y IV cuando se rodee de una impresionante muralla y la ciudad adquiera  la importancia que estaba llamada a desempeñar en las últimas etapas del Imperio y la Alta Edad Media, convirtiéndose en sede episcopal al menos desde el 598, cuando el obispo de Coria Jacinto asiste al III Concilio de Toledo", con doce más de la Lusitania, entre ellos el cauriense Donato.
            Para el autor, la situación geográfica de Caurium la aleja de las grandes arterias de comunicación que vertebran Hispania, como la Vía de la Plata, que atravesaba de norte a sur las tierras extremeñas. De otro lado, los estudios arqueológicos, lingüísticos y epigráficos más recientes señalan la inclusión de estos territorios en el área de influencia de los lusitanos. Se trata de la zona fronteriza más occidental de la Lusitania prerromana en contacto con el pueblo vetón, indica el autor, por lo que su condición de frontera y las afinidades culturales más ancestrales, dificultan la diferenciación del ámbito territorial de ambos pueblos, que se pone de manifiesto con los procesos de etnogénesis de la Edad del Hierro. Añade el profesor Esteban Ortega que "la celtiberización de ambas Mesetas y el suroeste peninsular fue poco a poco transformando las estructuras sociales, la cultura y las costumbres de los pueblos sobre los que ejercen presión, que habían permanecido inmutables a lo largo de los dos últimos milenios, diferencias que son claramente perceptibles entre lusitanos y vettones en la zona de Caurium en la que, frente a una onomástica más romanizada en la vettona Capera, la lusitana Caurium  es eminentemente indígena".
            Siguiendo a Esteban Ortega, la Cauria lusitana sería el principal asentamiento indígena de la zona, situada en una de las elevaciones que asoma al río Alagón, aunque "no estamos en condiciones  de asegurar que fuera el mismo emplazamiento que ocupó la romana Caurium y la actual Coria". El recinto amurallado que encierra el casco antiguo de la ciudad de Coria constituye una balconada que se asoma al río Alagón y desde donde se divisa el valle, por lo que "es muy posible, según el autor, que fuera el solar de la antigua Cauria, aunque no deja de ser una simple conjetura, pues la arqueología, por el momento, no ha podido confirmar niveles de ocupación correspondiente a la II Edad del Hierro. Tras la conquista romana, el pueblo de los caurienses fue abandonando sus antiguos castros para ir acercándose a los centros urbanos que se iban conformando, quizás el castro más importante, Cauria, por su ubicación y emplazamiento fuera elegido por Roma para convertirse en cabeza y principal centro romanizador de esta zona de Lusitania".
            El catálogo epigráfico estudiado en este volumen incluye, además de Coria, los siguientes municipios: Calzadilla, Cañaveral, Casas de Millán, Casillas de Coria, Ceclavín, Cilleros, Galisteo, Guijo de Galisteo, Holguera, Hoyos, Montehermoso, Moraleja, Pedroso de Acim, Perales del Puerto, Pozuelo de Zarzón, Riolobos, Robledillo de Gata, San Martín de Trevejo, Torre de Don Miguel, Torrecilla de los Ángeles, Valverde del Fresno, Villamiel, Villanueva de la Sierra, Villasbuenas de Gata y Zarza la Mayor. La obra, incluye, además, los índices epigráficos, una amplia bibliografía consultada y las abreviaturas bibliográficas y publicaciones periódicas, y un amplio conjunto de láminas de las inscripciones latinas estudiadas.

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[i] Julio Esteban Ortega es profesor de Historia Antigua del Departamento de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Extremadura, institución en la que ha desarrollado una dilatada carrera en los últimos treinta años. Durante este tiempo, ha impartido docencia en las licenciaturas de Historia, Humanidades y Filología Clásica, programas de doctorado y posgrado y Máster de Iniciación a la Investigación en Estudios Cásicos. Actualmente es profesor en este último y en los grados de Historia y Patrimonio Histórico, Filología Clásica y Posgrado. Ha dirigido  numerosas campañas de excavaciones arqueológicas en poblados de la II Edad del Hierro, así como prospecciones arqueológicas en yacimientos de época romana y visigoda. Ha publicado once libros sobre historia antigua de la Lusitania, epigrafía romana y época prerromana, así como de divulgación histórica, y casi un centenar de artículos en congresos y revistas científicas nacionales e internacionales. Su obra más destacada es la elaboración del "Corpus de inscripciones latinas de la provincia de Cáceres", en cinco volúmenes, de los cuales el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura ha editado hasta la fecha cuatro: los correspondientes a Norba (Cáceres, 2007, ISBN 978-48-7723-718-1), Turgalium (Cáceres, 2012, ISBN 978-84-7723-933-8), Capera (Cáceres, 2013, ISBN 978-84-7723-186-8), y el que nos ocupa.

 


[ii]  Vid.: Corpus de inscripciones latinas de Cáceres. IV. Caurium, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, 2016, ISBN 978-84-7723-985-5.


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