José
Álvarez Sáenz de Buruaga (Vitoria, 08/11/1916; Mérida,
21/08/1995) fue arqueólogo, director del Museo Nacional de Arte Romano de
Mérida, e impulsor de la arqueología emeritense, sintagma con el que coinciden
en calificarle dos de sus biógrafos, su hijo José María Álvarez Martínez y el conservador del Museo, Agustín Velázquez Jiménez.
Nacido en el seno de una familia de acomodados
comerciantes, de ascendencia asturiana por parte de padre (José Álvarez Abellán) y de estirpe vasca por la madre (Pilar Sáenz de Buruaga y Gamarra),
cursó la licenciatura de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de
Zaragoza. La Guerra Civil, en la que sirvió en el servicio sanitario
ferroviario, truncó el inicio de su
carrera. Concluida la contienda, reanudó sus estudios y logró la licenciatura,
que le permitió más tarde opositar al Cuerpo Facultativo de Archiveros,
Bibliotecarios y Arqueólogos, plaza que obtuvo en 1940, a los 24 años de edad.
Su primer destino fue Gerona, donde se creó la Sección de
Prehistoria y Arqueología del museo gerundense, junto a otros reconocidos
arqueólogos, como Pedro de Palol y Miguel Oliva Prat. Su actuación,
"precisa y meticulosa", en opinión de Agustín Jiménez, fue reconocida por el inspector nacional de
Museos, Joaquín María Navascués y de
Juan, quien le llamó a Madrid en 1942 para cubrir una plaza en el Museo
Arqueológico Nacional. Ya en Madrid, le propuso un nuevo destino, Mérida, para
poner en orden los fondos de su viejo Museo Arqueológico, procedentes de las
campañas arqueológicas que durante varis decenios habían desarrollado, entre
otros, los arqueólogos José Ramón Mélida
y Maximiliano Macías. Sáenz de Buruaga aceptó con una
condición: regresar a Madrid para trabajar junto a su maestro Blas Taracena. Realiza la misión entre
los años 1943 y 1944, tras inventariar 4.325 objetos, y regresa a Madrid a
principios de 1945 junto a su maestro. Sin embargo, seducido por el conjunto
monumental emeritense y por la que después sería su esposa, Carmela Martínez Finch, permuta su
destino madrileño y contrae matrimonio en Mérida el 20 de julio de 1946, con la
que tuvo a sus dos hijos: José María
(Mérida, 1947), arqueólogo y sucesor de su padre en la dirección del Museo
(1986-2017) y Jesús (1949).
Sáenz de Buruaga
estuvo al frente del museo más de cuarenta años durante los cuales, con los
escasos medios disponibles, procuró una instalación digna de los restos
arqueológicos en el único lugar disponible, la iglesia de Santa Clara; la
ordenación de los fondos museísticos y de la ampliación de las instalaciones,
que se plasmaría con ocasión de la celebración en Mérida del XI Congreso
Nacional de Arqueología y pocos años después con la inauguración de la sala que
ocupaba la Colección Paleocristiana y Visigoda. Sus esfuerzos en este sentido
se vieron recompensados cuarenta y tres años después con la inauguración del
Museo Nacional de Arte Romano (MNAR), el 19 de septiembre de 1986, por SS. MM.
los Reyes de España, unos meses después de su jubilación forzosa.
Durante su estancia al frente del MNAR, se ocupó de
potenciar el patrimonio arqueológico emeritense, comisionado por el entonces
director de las excavaciones de Mérida, Martín
Almagro, enfrentándose a la recuperación mediante la expropiación forzosa
de amplios solares urbanos arañados a la especulación urbanística de los años
sesenta y setenta. Gracias a su empeño se debe la configuración del Conjunto
Monumental Emeritense, al inscribir en el conjunto elementos como la casa
romana del anfiteatro, la casa de la Huerta de Otero, los columbarios, el área
del templo de Diana, el arco de Trajano o las murallas de la alcazaba árabe. Entre
1969 y 1979 fue director de las Excavaciones Arqueológicas de Mérida y
supervisó las numerosas prospecciones de urgencia que el desarrollo urbanístico
de la ciudad iba imponiendo, además de programar campañas de excavaciones en el
entramado urbano y en los principales monumentos. Desde 1963, y hasta su
jubilación, en 1985, se hizo cargo del Patronato de la Ciudad Monumental de
Mérida, estableciendo las bases de un nuevo modelo de gestión que fructificó en
el nuevo Consorcio de la Ciudad Monumental Histórica y Arqueológica de Mérida,
desde el cual se vigilan las actuaciones de recuperación y consolidación de
monumentos tan emblemáticos como el propio Teatro Romano, el Templo de Diana,
los acueductos y las casas romanas.
En la faceta museológica redactó más de treinta mil
cédulas de Inventario General, convirtió la biblioteca del Museo en la más
importante de temática romana de la Península, e impulsó la edición de las
Monografías Emeritenses. Durante más de treinta años, y hasta su segregación en
1974 del Museo de Mérida, fue director del Museo Arqueológico Provincial de
Badajoz y, entre 1947 y 1983, ocupó la plaza de director de la Biblioteca
Pública Municipal de Mérida y de su Archivo Histórico.
Fue consejero provincial de Bellas Artes de Badajoz, de
la Junta Nacional de Museos, académico de número de la Real Academia de
Extremadura de las Artes y las Letras, correspondiente de la Real de la Historia,
miembro de mérito de la Academia de Doctores de Madrid, cronista oficial de
Mérida e hijo adoptivo de la ciudad desde 1980. Entre sus distinciones hay que
señalar la Medalla de Oro de la Provincia, la Encomienda de Alfonso X el Sabio
y la Orden de las Palmas Académicas de Francia. A los dos años de su muerte,
varias instituciones de la ciudad erigieron en su memoria un monumento en
bronce en el jardín de la iglesia de Santa Clara, su lugar de trabajo durante
tantos años.
Su discípulo, Agustín Velázquez, cuenta que, cuando se presentó ante él con la pretensión de realizar las prácticas profesionales para poder opositar al Cuerpo de Museos, observó que se fijaba en un medallón de bronce con una inscripción en latín: Sic vos non vobis y le preguntó su significado. "Para ti, pero no tuyo", (así vosotros, no para vosotros) le respondió y don José le dijo: "Hazte a la idea que debes tratar, mimar y cuidar todos los fondos de los que serás responsable, como si fueran tuyos, pero no olvides jamás que solo eres su custodio, no son tuyos, son de la sociedad a la que nos debemos y servimos, son de todos los ciudadanos... Entonces me di cuenta de que me hallaba ante una persona excepcional y cuarenta años después sigo creyendo lo mismo. Era José Álvarez Sáenz de Buruaga. En Mérida no necesitó apellidos, era don José." Su sucesor al frente del MNAR, su hijo, José María Álvarez Martínez, dice de él que "su labor al frente de la arqueología de la ciudad dio como resultado la potenciación del conjunto arqueológico emeritense, puesto en valor por numerosas adquisiciones de predios que propician su adecuada lectura y por la investigación llevada a cabo tanto desde el museo como desde el Patronato de la Ciudad Monumental del que, como secretario del mismo, estuvo muchos años encargado".
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Bibliografía
consultada: Velázquez
Jiménez, Agustín: José Álvarez Saénz
de Buruaga, Diccionario Biográfico Español, Real Academia de la Historia (http://dbe.rah.es/biografias/18953/jose-alvarez-saenz-de-buruaga);
Álvarez Martínez, José María: José Álvarez Sánez de Buruaga (1916-1995), impulsor
de la arqueología emeritense, en
Museos.es. Revista de la Subdirección General de Museos Estatales, núm. 2, págs. 184-197; Robles Blanco, Feliciano: Web de extremeños ilustres.bogspot.com.
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