viernes, 28 de febrero de 2020

LA IGLESIA PARROQUIAL DE EL SALVADOR DE ALMOHARÍN, UN MONUMENTO EN CONTINUA EVOLUCIÓN


Detalle de la fachada sur de la iglesia,
con la torre a la derecha y
escalinata que salva el desnivel con el espacio contiguo.
El libro "La iglesia parroquial de El Salvador de Almoharín, un monumento en continua evolución", [1] es el fruto de una laboriosa recopilación de datos elaborada a partir de la investigación documental, pero también del conocimiento personal que tiene uno de sus autores de la historia de los últimos setenta años, con el apoyo de la tradición oral, lo que permite abarcar más de un siglo, según señalan los autores en la Introducción de la obra. Ese autor no es otro que el primero de los que firma el libro, que, como señala la alcaldesa en su Presentación, José Fernández Salas, es hijo de la localidad, arquitecto y profesor honorario de la Universidad de A Coruña, quien cuenta los secretos del monumento que tan bien conoce, no solo por la investigación elaborada por el mismo durante muchos años, sino también por haber realizado dos restauraciones importantes, una en la iglesia y otra en la torre, durante la pasada década y que, junto al profesor de Historia del Arte, José Antonio Ramos Rubio, con numerosas investigaciones sobre Extremadura y sus pueblos, nos aporta su valioso estudio del monumento. Para el prologuista y director de la Academia de Extremadura, Francisco Javier Pizarro Gómez, en "los autores se da la concurrencia de que aúnan ambos aspectos, imprescindibles y complementarios: la comprensión de la arquitectura a partir de la construcción y las nuevas herramientas de toma de datos y representación gráfica, que suministran una información inédita que permite acercarse a otros periodos históricos con una mirada nueva".
 
           La iglesia de El Salvador de Almoharín o de la Transfiguración (según denominación original), declarada Monumento Nacional en 1979, o Bien de Interés Cultural, según la nueva terminología, es el edificio más representativo del patrimonio cultural de la localidad y de su identidad colectiva. Está situada en la Plaza Mayor, construida en mampostería granítica y en los contrafuertes, con sillares del mismo material. La torre está exenta y se sitúa al lado oriental de la iglesia. Tiene planta cuadrada, con tres cuerpos y linterna octogonal. En los primeros años del siglo XVI se añadió el primer cuerpo de campanas. En el siglo XVIII se incorporarían los dos últimos, que constituyen unidad arquitectónica; el tercero, que es el campanario actual y el cuarto, como linterna de remate, campanario menor y caja de reverberación. En la fachada sur del tercer cuerpo y, a ambos lados de la ventana, figuran los escudos de la Orden de Santiago, colocados en el siglo XVIII.
            La actual planta es de tipo basilical, compuesta de tres naves y cinco tramos. Exteriormente, existe una galería porticada a doble altura en la fachada principal. Es lo que permanece de un atrio más amplio, que avanzaba hacia la plaza entre cuatro y cinco metros en forma de tribuna con escalinata y trampas. Esta parte, conocida como El Paseo, fue demolida entre los años 36 y 40 del pasado siglo. Los cuatro primeros tramos de la basílica mantienen cierta unidad de trazado, mientras que el quinto presenta un acusado estrechamiento a los pies, debido a la incrustación del baptisterio, que corresponde a otra obra distinta incorporada a mediados del siglo XVI, lo que obligó a su integración, mediante la apertura de un arco diafragma en el muro de los pies de la nave de la Epístola. La actual forma del templo es un cuadrilátero irregular, en el que se inscribe una planta basilical de tres naves. Las alineaciones de la nave del Evangelio son octogonales como contraste a lo que ocurre en la nave de la Epístola, lo que sugiere que así fue concebida la nueva obra en su conjunto y así hubiera sido construida en su totalidad la primitiva iglesia medieval de cruz latina anterior al siglo XVI. Es posible que la obra comenzara por la fachada norte, construyéndose inicialmente esta y el brazo correspondiente al crucero.
            La iglesia de la Transfiguración, actualmente de El Salvador, se debió construir en el siglo XV, o tal vez antes, aunque las primeras noticias de su existencia son de 1498, en una descripción de la misma que hacen los visitadores de la Orden de Santiago y que corroboran algunos elementos arquitectónicos de su cabecera. Los visitadores describen una iglesia de tres naves sobre tres arcos de cantería labrada, en sus visitas entre 1498 y 1503.
            En noviembre de 1501, el campanario de la iglesia debía ser sencillo y de poca altura, según el relato de los visitadores, que ordenan "alzar el campanario un poco porque las campanas están bajas". La orden de elevar el campanario no fue cumplida como se mandó, porque el párroco y los vecinos decidieron, en su lugar, transformar para tal fin la citada torre medieval, situada detrás de la cabecera de la iglesia, calle de por medio. Para ello, añadieron a la misma un nuevo cuerpo y alojaron en él las campanas. Así lo recogen los visitadores en 1503. Y, como consecuencia de sus extralimitaciones, los responsables fueron penalizados a pagar el sobrecoste.
            A mediados del siglo XVI se realizan obras importantes en la iglesia, que transformarán su planta de cruz latina en basilical con tres naves. Es posible que estas obras no hubiesen comenzado antes de 1529, habida cuenta de la crisis de despoblación en la zona a causa de la peste y emigración por diversos motivos, entre 1508 y 1529, durante cuyo periodo Almoharín pasó de tener 220 vecinos en 1498, a 120 en 1515, de modo que no lograría recuperar sus mejores niveles hasta 1529, con 239 vecinos. Las obras del siglo XVI serían el punto de partida de sucesivas ampliaciones y cambios, durante más de dos siglos, que modificarían la imagen de la iglesia, sucesivamente, hasta alcanzar su máximo esplendor hacia finales del XVIII.
            La denominación popular "Los Moros" de la Torre, muy arraigada, forma parte de la tradición oral de Almoharín, aunque no hay constancia fehaciente de que se justifique dicho nombre ni se conozca ningún estudio iconográfico que haya interpretado tan particular representación. 
            El popular Paseo, que prolongaba el actual atrio de la iglesia hasta la plaza, no fue concebido para tal fin. Antes de ser así, el atrio formaba parte del camposanto y, cuando fue demolido, entre los años 30 y 40 del pasado siglo, aparecieron restos humanos allí enterrados. En realidad era la parte residual de dicho camposanto, que fue siendo ocupado por el edificio de la actual iglesia, en la que también se hacían enterramientos. De este modo, las sucesivas ampliaciones del templo fueron limitando la superficie exterior hasta el reducto final que sirvió para el nuevo uso, exhumados los restos allí sepultados. A partir de 1814 se puso en servicio el cementerio viejo en la ermita de los Santos Mártires que estaba en la Vega y, por consiguiente, cesaron las inhumaciones en iglesia y atrio, pero debieron mantenerse las sepulturas y nichos ocupados hasta 1855, cuando se realizaron las obras del Paseo.
            Todas las obras que se hicieron hasta finales del siglo XVIII e, incluso, la incorporación del Paseo en el XIX, perfeccionaron y engrandecieron el monumento; pero algunas posteriores han sido perjudiciales y, en algunos casos, destructivas, como ocurrió con la instalación del viejo reloj de la Torre o de la Villa, que estuvo allí durante dos siglos, hasta su restauración en el XX, en que se recuperó su imagen original. Lo mismo ocurrió con la demolición del popular Paseo, realizada entre los años 36 y 40 del pasado siglo que, al parecer de quienes lo vivieron, se pretendió ampliar la plaza para la fiesta de los toros. La destrucción del Paseo fue un error que destruyó gran parte del mejor espacio urbano de Almoharín y le quitó prestancia a la iglesia y la plaza.
            A finales del siglo XX y principios del XXI se realizaron diversas actuaciones en la iglesia y en la torre, como la ordenación del presbiterio y la disposición de nueva tribuna para situar el altar en el centro y adaptación a la nueva liturgia del Vaticano II (años 80); la restauración de la iglesia, en la que se recupera la integridad del atrio, incorporando de nuevo los soportales cegados (1994); la restauración de la estructura de la cubierta de la iglesia, con la reparación de diversos daños en bóvedas y problemas de estanqueidad en las cubiertas (1997) y, en el año 2000, la restauración de la torre de la iglesia y la restauración del retablo mayor.
          La obra concluye con dos apéndices: "Algunas notas sobre la música de Almoharín", de Juan Lanzas Amador, y "Unamuno y el cancionero de Almoharín" quien, en 1905, recopiló en la localidad diversos romances que se cantaban en Nochebuena.
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[1] Vid.: Fernández Salas, José y Ramos Rubio, José Antonio: La iglesia parroquial de El Salvador de Almoharín, un monumento en continua evolución. Edit.: Diputación Provincial de Cáceres, Cáceres, enero de 2020. Presentación de Molina Márquez, Antonia, alcaldesa de Almoharín; prólogo de Pizarro Gómez, Francisco Javier, catedrático de Historia del Arte y director de la Real Academia de Extremadura de las Artes y de las Letras, 213 páginas.
 

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