miércoles, 29 de diciembre de 2010

UN EXTREMEÑO EN LA EUROPA DE LOS MERCADERES

Incansable, tras una hora de palabras, el eurodiputado de origen extremeño Alejandro Cercas, explicaba en la pasada campaña electoral de las Europeas la falta de sensibilidad social por parte de una minoría de países, liderados por el Reino Unido, que continúan viendo a Europa como un simple mercado. Esta tesis ha sido refrendada recientemente por el secretario general del PSOE extremeño y presidente de la Junta de Extremadura, Fernández Vara, quien ha afirmado que en Europa no se habla de personas, sino de mercados, como ha tenido ocasión de escuchar en el Comité de las Regiones. Y el secretario provincial del PSOE de Cáceres y presidente de la Asamblea de Extremadura, Juan Ramón Ferreira, afirmaba recientemente ante el comité provincial de su partido que “los mercados no pueden gobernar el mundo”.

Cinco semanas antes de las elecciones europeas, el eurodiputado Cercas lideró en el Parlamento Europeo la batalla contra la jornada semanal de las 65 horas semanales, que había sido aprobada por los ministros de Trabajo de los 27 con el voto en contra de España. El Parlamento Europeo aprobó por mayoría absoluta una serie de enmiendas por las que se exigía la supresión de todas las excepciones a la jornada laboral de 48 horas semanales. La Eurocámara reclamaba, además, que se considerara tiempo de trabajo la totalidad del tiempo de guardia, incluido el periodo inactivo (por ejemplo, cuando un médico duerme en el hospital).

Cercas se dirigió a los Veintisiete para decirles que el voto del Parlamento “no es un contratiempo; es una oportunidad de rectificar una decisión equivocada” y pidió a la Comisión, que había apoyado el compromiso alcanzado por los Veintisiete sobre las 65 horas, “que se ponga el traje del árbitro, que se quite la camiseta del Consejo, y hagamos una conciliación para que sea verdad la reconciliación de la vida familiar y profesional y la Europa social”.

De nuevo ha tenido que ser Alejandro Cercas el que haya puesto coto a “un retroceso de la civilización” en la Europa de los mercaderes al rechazar como ponente el “permiso único” para la inmigración que consagraba la discriminación de los inmigrantes de terceros países en sus derechos laborales y sociales. La disputa entre liberales y conservadores permitió a la izquierda rechazar una norma que permitía la entrada en Europa de trabajadores que no quedaban sometidos al derecho comunitario ni al derecho nacional, lo que fomentaba los sentimientos de xenofobia, racismo y rechazo hacia los inmigrantes.

Otra vez, Cercas tuvo que ser el artífice de la movilización contra una directiva que consagraba la discriminación de los extranjeros no comunitarios. “Hemos evitado que Europa dé un paso atrás” porque “estamos aquí para velar por la igualdad en el trabajo y preservar nuestro modelo de protección social”.

Quien ha sido cocinero antes que fraile, emigrante antes que trabajador en su propio país, conoce bien cómo la Europa de los mercaderes desea superponerse a la Europa social, en la que todos somos iguales. Una gran lección para quienes, como la derecha española, se opone a la subida de impuestos para quienes más ganan, porque ellos sobrepasan con creces los 60.000 euros anuales. Que paguen, como siempre, los trabajadores.

El mismo mensaje de la Europa de los mercaderes, dominada por la derecha, que desea imponer en España quienes aspiran a gobernarla; quienes, donde gobiernan aquí, hacen lo contrario de lo que predican donde no hubieren el poder. Ellos no fueron emigrantes, como Cercas, y aquí se olvida a menudo que media Extremadura fue también emigrante y considerada, por trabajadora, en aquellos países que les recibieron con las manos abiertas, pero con todos sus derechos sobre la mesa. Y aquí gobernaba la derecha de siempre: la de los terratenientes y señoritos que repartían el trabajo como limosna, que no pagaban, o no ingresaban, las cuotas sociales que los campesinos pagaban sin recibo a cambio e iban a sus bolsillos y, tras una vida entera de cincuenta años de trabajo, no tenían derecho a pensión, porque sus cuotas no llegaron donde debieren.

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