sábado, 25 de diciembre de 2010

UNA FOTO JUNTO AL REY EN EL DISCURSO DE NOCHEBUENA

Si algo ha sorprendido en el discurso de Nochebuena del Rey a los españoles han sido no solo las referencias ineludibles a los asuntos de Estado que nos ocupan y preocupan, sino la foto situada a su izquierda, por primera vez no tan familiares como el árbol y el portal a su derecha. La foto del Rey con la Copa del Mundo de fútbol en sus manos, junto al seleccionador y los jugadores, tiene un símbolo muy especial, como la llamada de atención que nos dirigió a la necesaria “unidad, responsabilidad y solidaridad para salir de la crisis”, en la que no caben “actitudes individuales ni colectivas de indiferencia o de egoísmo”.

El monarca quiso situar esa foto a su lado para hablarnos de concertación, de compromiso, de desterrar el desánimo para no dejarnos vencer por las dificultades, de determinación, de lucha por defender los intereses de España en el marco internacional y quiso decirnos, a la vez, que el año que termina “nos deja también alegrías, realizaciones y esperanzas, incluidos numerosos triunfos inolvidables en la historia de nuestro deporte”, como el Campeonato Mundial de fútbol allí presente, logrado con humildad, trabajo y sacrificio, lo mismo que le pide a la clase política, agente económicos y sociales para salir de la crisis.

Un campeonato del mundo, sea del deporte que fuere, no arregla nuestros problemas, aunque nos dé el orgullo y autoestima de ser y sentirnos más españoles alrededor de uno de nuestros símbolos nacionales: la bandera.

La crisis económica, a la que el jefe del Estado dedicó casi la mitad de su discurso, ha puesto de relieve, junto a los “desequilibrios y deficiencias estructurales que hemos de resolver juntos con eficacia y prontitud”, la pérdida de empleos, a los jóvenes sin empleo, el cierre de pequeños negocios, el esfuerzo de los asalariados, los desvelos diarios de millones de familias, a las que el Rey ha mostrado gratitud, “pues contribuyen al bien de todos”.

El monarca, que el pasado año hizo una llamada a la concertación de las fuerzas políticas y sociales, ha instado a seguir adelante “con empeño” y para “ganar la batalla al paro, mejorar en competitividad y productividad y volver a situar nuestra economía con visión de futuro en el pelotón de cabeza, manteniendo nuestra protección y cohesión social”, consciente de que, sin esos ingredientes, no crearemos empleo, y ha apelado, en fin, a lo que es capaz de unirnos a todos, como la selección de fútbol, pero que nos separa en el ámbito de la concertación y de las reformas necesarias para cumplir los compromisos de materia presupuestaria y de déficit.

El Rey dice lo que ha dicho y lo que hubiere de decir, lo que algunos no quisieren escuchar y los que otros no oyen porque se hicieren los sordos. “No hemos llegado hasta aquí para dejarnos vencer por las dificultades, para renunciar a construir un país cada vez mejor”. Ha apelado a desterrar el desánimo, a los compromisos de los nuevos tiempos “si queremos ganar el futuro”, y a los valores y virtudes cuya ausencia no es ajena al origen de la crisis.

No ha olvidado el monarca una lacra de España, el terrorismo, para el que ha pedido determinación, sin olvidar la solidaridad con las víctimas; el papel de España en el mundo y el de nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad, “que han sufrido la pérdida de compañeros que permanecen en nuestro recuerdo”.

“España en mi deber, pero también mi pasión”, ha terminado diciendo el Rey, que confía más que otros en “nuestra capacidad y fortaleza para dejar a nuestros hijos y nietos un país cada vez mejor”.

La foto de la unidad que nos condujo a la victoria deportiva constituye un marco especial para las palabras del monarca cuando nos invita a “mirar más allá, estimular ilusiones y fortalecer capacidades”.

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