Resulta decepcionante que, mientras nuestros investigadores
hacen las maletas para emprender viaje a Estados Unidos u otros países que les
den la oportunidad de trabajar que no hubieren en el suyo, que les formare, el
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se permita dar un paseo, acompañado por
toda su guardia pretoriana gallega, para poner fin ante los españoles a su
cortas vacaciones de verano. El paseo discurre por una ruta fluvial en
Ribadumia. Los periodistas le siguen a dos minutos de distancia, vigilados por
un miembro del equipo de seguridad y, naturalmente, no pueden hacer preguntas,
aunque los medios gráficos sí pudieron tomar
imágenes de la
comitiva, que es de lo que se trataba. Y es que el presidente se incorpora
mañana lunes 26 a la actividad oficial. Nos recuerda este paseo las fotos del
Generalísimo Franco en el Pazo de Meirás y pescando desde el Azor porque,
también como hoy, de declaraciones, de lo que nos ocupa y preocupa, nada de
nada. Ya empezará el curso político...
Mientras
aquí nos distraemos con el inicio de la Liga y el comienzo de la Vuelta, que el
jueves 29 y el viernes 30, vuelve a Extremadura, esperando el Europeo de
Baloncesto, que se desarrollará entre el 4 y el 22 de septiembre en Eslovenia...,
subyacen en silencio mil y una preocupaciones a las que nadie parece dar
respuesta. No salimos de una y entramos en otra. A un mes ya del accidente ferroviario
de Santiago, entra de nuevo Gibraltar en escena --la espina siempre clavada en
el zapato de España--, asunto al que la diplomacia y la política españolas no
han sabido dar la respuesta adecuada, para provecho propio y detrimento del pan
de nuestros pescadores y del comercio de La Línea. Sólo la Guardia Civil parece
ser el único Cuerpo que, cumpliendo órdenes, sabe hacer cumplir la ley, que
otros parecieren ignorar.
A los
españoles les preocupa el paro galopante, la sanidad y la educación que nos esquilman;
la corrupción política que hace perder la fe en los políticos como vehículo
para solucionar los problemas que nos afligen: los derechos perdidos, los
impuestos y tasas de todo orden que impiden el ejercicio de esos derechos
constitucionalmente reconocidos, pero no protegidos y amparados por el
Gobierno; los niños que han de ir al colegio en verano para poder comer; los
mayores que, cada día en mayor número, acuden a los comedores de caridad para
poder subsistir; los estudiantes que disminuyen porque no pueden pagarse ni la
matrícula y ya no tienen beca ni aun obteniendo sobresaliente; los mayores
abandonados, y la juventud española en silencio, haciendo la maleta para irse a
buscar la vida fuera... Y el Gobierno calla, como si pareciere otorgar ante una
situación que nos retrotrae a tiempos que creíamos olvidados.
Indigna la
carta sin respuesta de Amaya Moro-Martín, investigadora del
CSIC y promotora de la Plataforma Investigación Digna, al presidente Rajoy, publicada en "El
País" el pasado día 19, cuando se encontraba haciendo las maletas para
irse a trabajar a la NASA, en la que le decía: Sepa usted que "cuando
emigre próximamente, la ciencia que haga ya no será española, ni será gracias a
España; seguiré haciendo ciencia a pesar de
España". Nos indigna que Leticia Díaz Beltrán, que
llevaba más de un año y medio trabajando gratis en la Universidad de Jaén,
haya tenido que emigrar también a la Harward Medical School, que le ha ofrecido
un contrato de un año, que le permitirá concluir su tesis doctoral, y que
clame, como tantos investigadores, que "es frustrante que el Estado gaste
dinero en nuestra formación para que sean otros países los que recojan los
frutos".
Ya Amaya
Moro había advertido en marzo pasado que el
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha perdido 1.208 puestos
de investigación en los últimos quince meses, y el Gobierno ofreciéndoles
cursos de crupier para que no emigren.
A qué
seguir... Mientras predican la excelencia de la innovación y de la investigación
para avanzar en el desarrollo de un país, una generación llamada a ser el
presente y el futuro de aquella en España, tiene que dejar el suyo, ante las
escasas perspectivas existentes, y
marcharse a otros que les ofrecen trabajo, consideración y buena remuneración. No
hablamos ya de los simples licenciados, que ningún futuro tienen, sino de los
investigadores a quienes les cortan la financiación para sus proyectos y las
alas de realizar aquí una investigación que le sea de utilidad a su país.
¿A qué
venir, pues, a hacerse el último posado de sus cortas vacaciones, porque mañana
lunes nos incorporamos al despacho para seguir trabajando por España...?,
mientras los investigadores y los licenciados huyen fuera, la lista de parados
no mengua, y los políticos de paseo, sin admitir preguntas... Hay muchas
preguntas por responder, porque la lista de los parados se alarga y la de los
investigadores se acorta. Y, mientras, los políticos de vacaciones y de paseo,
viendo pasar a los ciclistas... ¡Qué país, qué tropa...!
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