viernes, 20 de septiembre de 2013

EL PUEBLO EN LA CIUDAD

           
            Hay en Cáceres, mirando a la falda de la Montaña, a la Montaña misma, una urbanización más allá de donde hace cincuenta años terminaren sus confines: Las Trescientas, de casas todas de una planta, verde florido, azoteas para jardineras y tendedero de ropas, veladas al frescor de la noche veraniega, tertulias de verano en las placitas que las cobijan y, como en un pueblo, mujeres cosiendo en las tardes de primavera y verano. Donde terminare antes la ciudad y principiare el pueblo.
 
              El obispo Llopis levantare más acá casas también de una planta para los obreros, barriada de su nombre, que se extendiere después a Las Trescientas. Ahí terminaba la ciudad para unirse más allá con sus orígenes primitivos: la cueva de Maltravieso, que descubriere Carlos Callejo, donde reposan los orígenes históricos de los primeros pobladores de la ciudad, y que Eudald Carbonell puso al día.
              Se ha fundido ya la ciudad con el pueblo. Más allá de los confines donde finalizare durante décadas, ha surgido un nuevo Cáceres expansivo desde la Puerta Sur, mirando hacia la Vía de la Plata, donde se mezclan los nombres de pueblo en sus calles con los del pasado histórico y ganadero. El pueblo presente en la ciudad; la ciudad que acogió al pueblo.
             
           Casa Plata es ejemplo de una urbanización moderna, con jardines, zonas de recreo, amplias avenidas y calles. Aún casi por estrenar, ha inaugurado servicios principales, como hipermercados y tiendas especializadas. Entre el polígono industrial de Charca Musia, con calles con nombres de mares (Báltico, Caspio, Aral...), entre el Nuevo Cáceres y la Ex-206 (carretera de Medellín), la nueva barriada puede oír desde antes del amanecer el canto de los gallos, los ladridos de los perros y, cuando el burro rebuzna, el caballo relincha; y a las 7:00, el toque de diana desde el Centro de Formación de Tropa número 1 (CEFOT) del Ejército. Por despertadores, que no quede.
              Paseamos sus calles con nombres de pueblo: Aldeanueva del Camino, Baños de Montemayor, Galisteo, Granadilla, Grimaldo, La Calzada, Puente de La Mocha, Torre de Floripes, Cañaveral, Cáparra, Valdesalor, todos de la provincia, orillas de la Vía de la Plata; y otras que memoran las cuevas: del Conéjar; o los caminos de la Mesta y de la Trashumancia: o el Camino Mozárabe y Puente de la Mocha, hasta dar la vuelta por la Avenida de los Miliarios; peatonales unas; residenciales, otras.
             Casa Plata, o Vía de la Plata, paralela a ella en sus nombres y miliarios, donde la ciudad se funde con el pueblo que vino a ella, en sus nombres, plazas y avenidas. El pueblo en la ciudad; la ciudad hecha pueblo aún en sus orillas, con amplios descampados todavía por cubrir, rezumando toda sabor a ciudad y a pueblo, en sus confines de mares, en sus límites de riscos donde la vista concluye hasta donde solo reina la Montaña..., donde las miradas todas confluyen y terminan, por donde sale el Sol que la iluminare.
 

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