El clamoroso triunfo de
la coalición del partido de izquierda radical Syriza en las elecciones griegas
celebradas ayer, liderado por Alexis Sipras, nos ofrece un abanico de
lecturas, al margen de las ideologías: en primer lugar, la ofrecida por quien
ha de ser el nuevo presidente, que ha definido su victoria como "el
abandono de la austeridad después de cinco años de humillación", "la
austeridad que arruina nuestro futuro"; el pase a la oposición del partido
del hasta ahora primer ministro, Andonis
Samaras, de Nueva Democracia, relegado al segundo puesto, a casi diez
puntos, a pesar de los apoyos occidentales para su continuidad; la irrupción de
la extrema derecha de Amanecer Dorado, con el 6 por ciento de los votos; el
hundimiento del Pasok, del ex primer ministro Papandreu, con el 4 por ciento, por detrás de los comunistas. Por
primera vez en cuarenta años, el partido conservador de Samaras y el socialista de la saga de los Papandreu, no estarán en el gobierno
griego desde la caída del dictador Ioannis
Metaxás en 1941.
Ha ocurrido lo que tenía que ocurrir: que la crisis ha
alterado la política griega --esperemos que no lo haga en la Eurozona, y que Grecia
respete los compromisos asumidos con Europa--, hartos de una crisis auspiciada
por los partidos tradicionales, a espaldas del pueblo, una lección que los
ciudadanos dan en la cuna de la democracia a quienes no contaren con ellos y
gobernaren a sus espaldas para hundir a su país en la miseria...
Parece que la
historia se repite, aunque parezca volver a la capital griega el gran estratega
de la democracia occidental, Pericles
(495-429 a. d. C.), líder indiscutible de Atenas durante quince años, que
lograre el reconocimiento de la mayoría de los atenienses por su elocuencia,
sagacidad, honradez y patriotismo y que logró la participación de los
ciudadanos en el gobierno, aunque al final fuere destituido de su cargo,
juzgado y multado por malversación de fondos públicos, no obstante ser
reelegido estratega en el 429 a. d. C. Parece repetirse la acusación de Pericles contra Cimón, el líder de la facción conservadora en el 463 a. d. C., a
quien el estratega griego acusó de negligencia en la defensa de los intereses
griegos en Atenas. En el 461, Pericles
logró eliminar a su gran oponente mediante el ostracismo y continuó su política
populista con gran carga social: permitió a los pobres ver las obras de teatro
sin pasar por taquilla; redujo los requisitos de propiedad para formar parte
del arcontado (forma de gobierno que
en Atenas sustituyó a la monarquía, dirigida por los arcontes) y pagó
generosamente a los ciudadanos que sirviesen como jurados en la Heliea, corte suprema de Atenas. Uno de
los más importantes historiadores griegos, Paparrigopoulos,
sostiene que, aunque los críticos de
Pericles le veían como el principal responsable de la degeneración
democrática, él buscaba la estabilización y expansión de las instituciones.
Ioannnis Metaxás
(Ítaca, 1871; Atenas, 1941) fue un general y político griego que, en agosto de
1936, estableció en Grecia una dictadura de carácter fascista, que perduró
hasta 1941, en que los alemanes invadieron Grecia.
El 21 de abril de 1967,
Georgios Papadopoulos
estableció en Grecia un periodo dictatorial, que concluyó el 24 de julio de
1974, con la proclamación de la III República Helénica y la caída de la Corona encarnada
por Constantino II de Grecia
(Atenas, 1940), que reinó bajo la dictadura de los coroneles entre 1964 y 1973,
y exiliado de su país desde 1973 --aunque volvió en 2013--, en que el gobierno
militar griego le depuso tras el referéndum que estableció la república en
1974, lo que supuso el fin de la monarquía en Grecia, pese a que el rey no haya
renunciado a sus derechos dinásticos.
Junto a esas lecciones históricas, de las que parece que
nada hemos aprendido, el pueblo heleno se ha rebelado, no sin razón, contra
quienes le invitaban a
vender sus islas y el Partenón, gloria de la
democracia ateniense de Pericles,
para pagar sus deudas por los rescates de la UE, alentados por alemanes y
británicos, que el pueblo heleno consideró indigno. El resultado está ahí y ya
veremos sus consecuencias.
No obstante, sería inútil para Grecia y gravoso para la Eurozona,
que el país heleno no hiciese frente a sus compromisos o, como quieren
algunos, su salida del euro, de no hacerlo. Sin embargo, no podemos olvidar que
Grecia, además de cuna de la democracia, ha aportado a Occidente la filosofía
de Sócrates, Platón y Zenón; las
Matemáticas (teorema de Pitágoras),
la Física y la Medicina (juramento hipocrático), con Aristóteles, Pitágoras, Arquímedes, Hipócrates y Herodoto, padre
de la historiografía; la arquitectura y el arte, con figuras como Jenofonte, Sófocles, Eurípides y Aristófanes; la literatura, escultura y
cerámica; la astronomía (fueron los primeros en estudiar las estrellas y
nombrar las constelaciones); la Geografía, con el cálculo de la circunferencia
de la tierra; y los Juegos Olímpicos de la Era Moderna, sede de los XXVIII
Juegos Olímpicos de 2004, tras perder los del centenario ante la ciudad
estadounidense de Atlanta en 1996. Ahí comenzó el declive económico, con los
estadios y sedes ya abandonados... Grecia no estaba preparada para afrontarlos.
¿Estamos preparados nosotros para quienes siguen viendo la luz en lugar de
decepción; ilusión en vez de descrédito; el fin de la crisis sin observar el
aumento del paro...? Aprendamos de la historia de Grecia y de la propia y no
nos miremos tanto al ombligo porque tropezaremos en la misma piedra..., a no
ser que queramos ver, como hoy en Grecia, el resurgir del partido de los descontentos
o, quizás, un nuevo amanecer...
No hay comentarios:
Publicar un comentario