viernes, 20 de marzo de 2015

LA CENTRALIDAD COMO SISTEMA DE GOBIERNO

         
             "Hemos gobernado desde la centralidad", afirmaba ex cathedra el presidente Monago en su discurso de reválida de la legislatura. Cabilé, entonces: ¿qué será la centralidad: un nuevo sistema político, otra novedosa forma de gobierno, acaso una novísima filosofía política del "octavo pasajero" que acuna en su seno y a cuyos pechos se acoge su musa de día, su sueño de noche? Examino el diccionario: según la RAE, condición de central, no futbolístico, sino que se aplica después a la centralidad obrera, histórica, estatal, urbana, política... Se preguntan muchos si el verbo acompaña al sistema o a una forma de gobernar, más allá del balompié, como el defensa central o el defensa escoba, que barrieren lo que otros dejaren por desidia, olvido o falta de compromiso.
          En un foro de arquitectura,  alguien preguntaba sobre el concepto de centralidad espacial, seguido de vocablos como eje espacial, rotación, traslación, compresión y dilatación, croquis básico del arquitecto... Un bloguero simplificaba con un ejemplo: "El nuevo museo será una centralidad en el territorio colindante, que mediante la dilatación del eje de acceso al mismo, articulará una serie de piezas rodadas y trasladadas entre sí comprimiendo los edificios colindantes..." (Vid.: soloarquitectura.com). ¡Con lo bien que se les entendía a Ibarra y a Saponi, y viene este compatriota a hacer pensar a los extremeños! ¡Ya es lo último...! Los emergentes de Podemos han patentado el sintagma de "empoderar a la ciudadanía", como si los ciudadanos no hubieren soberanía constitucional. ¿Entenderá alguien qué quieren decir los profetas del Paraíso terrenal en la Tierra, que asumen que "hay que ganar la centralidad"?
          Más allá de su condición de central --como Puyol, Hierro, Beckenbauer, o Campanal en su día, ejemplos de magníficos centrales en el arte del balompié--, la centralidad es lo relativo al centro, que está en el centro físico, o un lugar situado entre dos extremos. Podemos también ha patentado esta filosofía. Ellos están en el centro, no en los extremos, ni a la izquierda ni a la derecha, ni siquiera en el centroderecha o en el centroizquierda, que comprendería a las personas u organizaciones que comparten ideologías de derecha o de izquierda o un intermedio entre ambas. Ellos están abajo, como el pueblo, y, si así fuere, no están en el centro, ni en ningún otro sitio. En ciencia política, el centro es el conjunto de partidos, políticas o ideologías caracterizadas por considerarse a sí mismas intermedias en el espectro político. Suárez personificó el centrismo en España, primero con UCD y después con el CDS. Después de él, hubo que esperar a otro de corte similar, como Unión Progreso y Democracia (UPyD), aunque hay partidos emergentes, como Ciudadanos, que se disputan ese espacio, sabedores que los españoles solo aspiran a realizar experimentos con gaseosa en casa-- como dijere Corcuera--,  no en las urnas, porque con las cosas de comer no se juega. Ellos decidirán.
          Monago no quiere hablar de ciencia política: "Creo más en las ideas que en las ideologías y más en las personas que en los partidos. Hemos gobernado desde la centralidad." Entonces, ¿a cuento de qué se alineó usted con el Partido Demócrata Popular, de Óscar Alzaga, pasó después a Nuevas Generaciones cuando aquel se integró en el PP y, finalmente, se abrazó a este? Aun creyendo, no cree usted en las provincias: ni Cáceres ni Badajoz, solo Extremadura; ni en credos políticos que valgan, solo en las personas. Ya se ve, ya: todo para Badajoz, casi nada para Cáceres; pero las provincias están en la Constitución y existen en España desde 1833, cuando Javier de Burgos creó el Estado centralizado que dividió la nación en provincias y regiones, que subsisten. Mientras haya diferencias de clase e intereses, desigualdades sociales entre ricos y pobres --cuya brecha se acentúa más-, esas personas no podrán creer en usted, por muchas medidas desarrolladas durante su mandato, incluidas los programas de los otros que no le votaren. ¿Y a cuento de qué registra las medidas de otros partidos cumplidas por su gobierno en la Asamblea: para demostrar "el alto (por elevado) grado de cumplimiento de su programa", como diría su secretario general?
          Se ha mirado usted demasiado el ombligo durante su reválida. Solo le ha faltado decir: "Extremadura soy yo", el tópico político atribuido a Luis XIV de Francia, que se interpreta en el sentido de identificar al rey con el Estado, en el contexto de la monarquía absoluta. Olvida usted que estamos en una monarquía parlamentaria y que usted es un ciudadano más, sujeto al imperio de la ley. Representa usted a quienes le votaron y nada más. No se arrogue los programas de los otros que no gobernaron ni les eche las culpas de no haber podido cumplir lo que no pudo. ¿O desea usted que votemos una ley habilitante para que gobierne por decreto, como en la Venezuela chavista? Ojalá no lo veamos.
 
 

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