martes, 17 de marzo de 2015

INTELECTUALES Y POLÍTICA

 
           ¿Puede ser político un intelectual? El político, por el hecho mismo de serlo, ¿es intelectual? Define la Academia por intelectual a aquel individuo dedicado preferentemente al cultivo de las ciencias y las letras. No parece, por la nómina existente, que todos los políticos sean intelectuales ni todos los intelectuales sean políticos. Sin embargo, no es antagónico ser político e intelectual, aunque estos huyan de la política como si de un demonio se tratare. Cree el intelectual que la política se opone al rigor e independencia intelectual que les son propios; considera el político que el intelectual debe dar a la sociedad parte de lo que ella le ha dado. Ennoblecería su condición de intelectual, aunque la política, por ser arte de una parte, condicionara su propio rigor e independencia intelectual. El político matrimonia con una ideología por devoción y obligación; no se casa con nadie el intelectual. Asume este como axioma el dictum de Actum, la célebre frase acuñada por lord Acton en 1887: el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, frase que se suele utilizar para zanjar comentarios provocados por los casos de corrupción que se dan en instituciones políticas, o de otro ámbito, o para subrayar que el control del poder no existe o se encuentra maniatado por el miedo o el interés.
          Es político el intelectual en tanto en cuanto se dedica al estudio y reflexiona críticamente sobre la actualidad; es político al denunciar injusticias y defender valores. Frente al axioma de Actum, de finales del XIX, se contrapone el de Terencio: Homo sum: humani nihil a me alienum puto (Soy hombre: nada humano me es ajeno), escrita en su comedia Heauton Timoroumenos (El enemigo de sí mismo), en el 165 a. d. C., como justificación del comportamiento ajeno, que Unamuno extrapola al hombre: nullum hominem a me alienum puto (soy hombre: a ningún otro hombre estimo extraño), el hombre como destino de toda política.
          Más aún: se considera intelectual al pensador por su grado de compromiso con la realidad vital de su época. Otras cuestiones distintas son los intereses y opciones ideológicas diversas, que lleva a Jean Paul Sartre a decir: "Intelectual es el que se mete donde no le importa."
          ¿Podríamos decir lo mismo de intelectuales que, en uso de su libertad y derechos humano y constitucional, arriban a la política? En modo alguno: el actor catalán Juanjo Puigcorbé irá de número 2 en las municipales de Barcelona por ERC. Abandona la escena para entrar en política:. "La gente --ha dicho-- debe poder ejercer la cultura y tenerla a su alcance." Ángeles Caso (1959), periodista, presentadora en otro tiempo de un Telediario en TVE, que le dio una fama de la que renegó, es candidata a entrar en la lista de Podemos de Oviedo, y se justifica: "Rechazo el cinismo de una sociedad que solo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros. " Tony Cantó (1965) es otro ejemplo de famoso que se ha echado a la arena política. Con amplia carrera teatral y cinematográfica, fue candidato a la Generalitat Valenciana, y es diputado al Congreso desde 2008 por UPyD. Eva Pedraza (1970), miss España 1988, fue concejala en las listas del PP en Córdoba, donde lleva la Delegación de la Mujer e Igualdad.
          Entronca este cambio de roles con el ocurrido durante la guerra civil española, en el que la intelectualidad se dividió en apoyo de uno de los dos bandos: el ejemplo de los hermanos Machado (Antonio y Manuel) ejemplifica el propio que la contienda causó entre los compatriotas de uno u otro signo, fueran o no intelectuales. A la Alianza de Intelectuales Antifascistas (Neruda, Malraux, Vallejo, Octavio Paz, Hemingway...), le siguió la Agrupación al Servicio de la República (con los tres fundadores, Ortega y Gasset, Marañón y Pérez de Ayala), integrada tras la guerra entre la intelectualidad desencantada de los dos bandos.
          El intelectual ha sido considerado, desde el periodo de entreguerras, como sinónimo de progresista o de izquierdas. Por eso, los ideólogos de la derecha tratan hoy de remarcar el "crepúsculo de las ideologías" (título de una obra de Gonzalo Fernández de la Mora, diplomático y ex ministro franquista, publicada en 1965) que, para Sartre, es fruto de un "pensador creador", capaz de generar un modo de ver la realidad. Remarca la derecha el fin de las ideologías, frente a la izquierda, que subraya que, mientras exista la desigualdad humana, existirán las ideologías, porque en ellas subyace el ser mismo de la persona.
 

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