Se hallaba perplejo,
irresoluto; hubiere dificultad para decidir su voto; estaba indeciso,
vacilante; dudaba a cuatro días vista del 24-M, su voto aún por determinar. No
fuere el único. Un día, en el bar, oyó a una joven decirle a otra: "No sé a quién votar; lo mismo voto en blanco."
Se volvió y le dijo: "Ni se le
ocurra: ese voto es válido. Vote nulo o absténgase; pero no haga eso."
Una tarde, de paseo, oyere otro día la misma conversación entre dos hombres,
que sostenían a sus mascotas con la correa. "No sé a quién votar", le decía el uno al otro, que respondía:
"Pues yo, a lo mejor voto al Partido
Animalista...." Lo escuchó al pasar, y sonrió para sí, con todo respeto.
Eran hombres maduros, como la mujer del bar, que ya hubiere sobrepasado la
mayoría de edad. ¡Si Monago y Vara supieren...! No hubiere otra
libertad mayor que esa: la indecisión, la duda cartesiana que hace aflorar la
verdad..., la reflexión no de un día, sino de meses sufridos quizá. Nadie te
impone tu voto; nadie te obliga a votar, como en las dictaduras; nadie te señala
el sentido de aquel, ni el de las encuestas que, sin preguntarte, se lo arrogan
para sí. ¡Hasta ahí podríamos llegar...! Dueño de sí y de su voto, el indeciso
es el demócrata en plenitud de serlo en la instantaneidad de la jornada
electoral: nada debe a nadie, sino todo lo contrario. Todo nos lo robaron las
cajas y los bancos, en sus manos, y a ellos les condonan sus préstamos; nos
asfixian con impuestos a los más débiles y ellos solo cotizan el 3 por ciento.
Ganan entre 60.000-80.000 euros anuales y Hacienda les devuelve, mientras tú
pagas... hasta por tener unos ahorros, para cuando ellos, en
2024, liquiden la hucha de las pensiones (véase El País de 18/05/2015), si es que
vivieres para verlo. Por algo les gusta el sillón, no para servirte, sino para
servirse de él. "¡Ríase y llore la gente
y ande yo caliente", pensarían para sí.
Hablaban de crear empleo y les echaron a la calle con la
excusa de la crisis. Se llenaban la boca con planes millonarios para crearlos y
no se veía por parte alguna el crecimiento. Los autónomos, desesperados,
cerraban sus negocios. La ciudad se llenaba de carteles: "Se vende",
"Se traspasa", "Se alquila"... y pintadas antisistemas que
afearen las fachadas; seguía el statu quo,
pero a ellos les daba igual. Pactan con el diablo con tal de seguir... Los
jóvenes mejor formados de la historia de España huyen al extranjero, como antes
lo hicieren sus padres y abuelos, en busca de salarios de miseria, como los de
aquí. Camareros o friegaplatos hasta que aprendan inglés... En Extremadura solo
queda el campo de siempre para cultivar; y minicontratos con salarios de
miseria en la ciudad. ¿Lo tomas o lo
dejas?, preguntan los empresarios, hartos de todo.
El indeciso se rebela ante tanta injusticia; pero, dueño de
sí y de su voto, se lo piensa. Pues claro que iré a votar. ¿Y a quién votará usted?: el voto es secreto
y, como los pecados, son secretos de confesión. Los indecisos tienen en su
mano dar la vuelta a las encuestas. Pobres, pero dignos; su libertad, intacta;
su decisión, aplazada hasta última hora; el honor, muy suyo. Las urnas están
abiertas por ellos hasta la hora fijada, esperándoles, y acaso se acercaren
hasta ellas; mostraren su DNI y votaren. A la salida, una encuestadora le
interrogare sobre el voto emitido: Comprendo
su trabajo, señora; pero mi voto es mío y no tengo por qué revelarlo hasta que
sea abran las urnas... No bastan las encuestas: falta mi voto, mi libertad
íntegra; la responsabilidad toda en mis manos; mi voto es igual al suyo y lo
confronto con él. Soy indeciso, sí; pero libre, crítico, responsable, por carta
de ciudadanía extremeña, española y europea. Es mi derecho. Indeciso, no:
desencantado con el sistema, y con los partidos dominantes; con la corrupción
que nos abochorna; con las chaquetas cambiadas de quienes hacen de la política
un modus vivendi. ¡Y a qué extrañarse de tanto partido emergente,
si los han cultivado ellos...! Un mes antes, el barómetro de abril del CIS nos
revela que Extremadura
es la segunda en número de indecisos, con un 32,8, tras
Madrid capital. (Véase El País de
19/05/2015). Que nadie cante victoria antes de tiempo, que muchos son los
llamados y pocos los elegidos. ¡Honor y
gloria a ti, indeciso; oh rey de la democracia, en cuyas manos se encuentra
nuestra salvación! Amén.
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