Cuando el presidente Ibarra anunció en 2005 el nombramiento
de Eva María Pérez López (Salamanca,
1972), residente en Valverde del Fresno (Cáceres), como nueva consejera de
Educación, la comunidad educativa regional se llevó las manos a la cabeza. El
PSOE podía presumir de contar en sus filas con buenos cuadros de militantes
preparados y con experiencia en el sector educativo para llevar a cabo la tarea;
sin embargo, el presidente optó por nombrar a esta licenciada en Ciencias
Políticas y Sociología por la Universidad de Salamanca en 1995 y en Sociología
por la UNED en 2001, año en que es elegida secretaria local del partido en su
pueblo, y diputada en la Asamblea de Extremadura desde 1999. Ibarra quería a alguien no vinculado al
mundo educativo para que no se contagiara de las diversas corrientes y
sensibilidades --como diría Alfonso Guerra--
que han venido venteando un terreno tan importante como la educación. De ahí,
una elección que después resultaría justificada en el tiempo y en el espacio, y
que continuó con Fernández Vara
hasta su salida de la Junta en 2011.
Eva fue
nombrada consejera de Educación en sustitución del hasta entonces consejero Luis Millán Vázquez de Miguel, que pasó
a ocupar la nueva Consejería de Infraestructuras y Desarrollo Tecnológico.
Desde 2011, Ibarra la ha mantenido a
su lado, trabajando junto a él, en el silencio obligado. No la había vuelto a
ver desde el día 21 en el mitin de la plaza de toros de Cáceres con la
participación del secretario general del partido, Pedro Sánchez, y del expresidente Felipe González, junto al candidato Fernández Vara e Ibarra.
Allí estaba ella, tras la tribuna de oradores, con pamela y gafas de sol,
escuchando. En Mérida, cuando era consejera, compartí dos cafés con ella, tras
una rueda de prensa de presentación de unas unidades didácticas contra el
fuego, junto a mi consejero, Francisco
Javier López Iniesta, ("¡Uy, Félix, estás aquí: si no te había
visto!"..., me dijo sorprendida al verme) y en la firma del Convenio Social por la
Convivencia, sobre la convivencia democrática en los centros docentes, que la
FEMPEX, las Asociaciones de Periodistas extremeños y las asociaciones de padres
y madres de alumnos, realizamos en su consejería, aprobado por Resolución de 7
de noviembre de 2006.
Eva
fue tan atenta conmigo como mi consejero y otros lo fueren. Ahora suena su
nombre para la presidencia de la Asamblea de Extremadura, la segunda mujer que
presidiría la institución tras Teresa
Rejas (1995-1997), y lo celebro por ella, porque su discreción de mujer
trasciende su preparación y trabajo.
No es tampoco su condición de género, sino de alcaldesa
de su pueblo, por la que el PSOE de Cáceres propone a María del Rosario Cordero Martín (Cáceres, 1966), alcaldesa de
Romangordo desde 2003 y licenciada en Derecho por la Uex, como candidata a
presidir la Diputación de Cáceres, la segunda mujer también tras Pilar Merchán Vega (1995-2001). Rosario Cordero une a su amplia
experiencia en la gestión municipal (teniente de alcalde de su pueblo desde
1991 hasta 2003 y alcaldesa desde este último año hasta la actualidad), sus dos
legislaturas en la Diputación, desde 2007, además de haber sido presidenta del
Grupo de Acción Local de su mancomunidad desde 2003 a 2007. En las últimas
elecciones del 24 de mayo logró los siete concejales de su ayuntamiento.
Recuerdo de Rosario
Cordero la satisfacción que me produjo el reconocimiento que le hiciere la
Junta de Extremadura por la reapertura de la escuela en su pueblo tras veinte
años de cierre, gracias a la reinauguración de un geriátrico con cincuenta
plazas, gestionado por el ayuntamiento e inaugurado en 2006. El País se ocupó de esa noticia, por la
que la felicité, en un reportaje titulado "Cómo rejuvenecer el mundo
rural: cuidando ancianos". (Véase el citado diario de 23 de octubre de
2009). El centro proporcionó 22 empleos directos y dos indirectos: un maestro y
una maestra. Varias familias se instalaron en el pueblo y con ellos llegaron
los niños y la escuela fue reabierta. La Junta de Extremadura premió el
esfuerzo de la alcaldesa e inauguraba el curso en la localidad, con Fernández Vara de presidente. Aquel
día, Rosario lloró de emoción,
apuntaba el diario.
Dos mujeres para presidir dos instituciones públicas. No
es solo la igualdad, sino su preparación intelectual, su conocimiento de la
Administración y de la gestión públicas, su curriculo en la gobernanza; como el
de ellas: Eva y Rosario, dos mujeres para un tiempo nuevo.
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