No siempre en
democracia gana el poder el partido más votado. Puede que la lista más votada
no sea la que gobierne. Ocurre que la legitimidad de los pactos echa por tierra
la mayoría salida de las urnas. Saponi
--el alcalde por excelencia de la democracia en Cáceres-- sabe mucho de esto:
doce años en la oposición (1983-1995) y otros doce en el poder con mayoría absoluta
(1995-2007). Otras dos veces ganó por mayoría simple, pero los pactos le
impidieron gobernar, como en 2007,
cuando el tripartido le indujo a jubilarse.
Las líneas rojas marcadas por algunos partidos para la
regeneración democrática, no son siempre fáciles de cumplir. No son suficientes
los programas ni las coincidencias porque la economía manda sobre la política y
esta tampoco está a todos los niveles en las manos de los actores (ni locales,
ni regionales, ni nacionales), sean los ganadores mayoritarios o los perdedores
minoritarios que, unidos, podrían formar una nueva mayoría. Tampoco es posible
admitir que lo que para unos ha sido válido, para otros no lo fuere (ser
alcalde y senador, como Juan Iglesias
lo fuere entre 1982-2000 y alcalde de Cáceres entre 1983-1987), ni que los
pactos de aquí se determinen fuera del lugar en el que los electores hubieren
elegido una mayoría para gobernar, aunque tenga que pactar y dialogar; ni es
aconsejable "vender la piel del oso antes de cazarlo", ni tampoco
hablar con unos e ignorar al más importante adversario. La pura cortesía parlamentaria
nos invita y nos pide dialogar con todos, aunque no se pacte ni ello suponga
gobiernos de concentración.
Hay un hecho evidente y obvio ante un resultado que no
ofrece una clara mayoría absoluta de gobierno. El pueblo reparte el poder para
que ese poder sea respetado, no absoluto, que pudiere corromper a los electos;
sino repartido, para mayor diálogo y pactos en las políticas de gobierno. Hay
pactos posibles y otros contra natura o por venganza contra el adversario
político. A nada conducen algunos y en Extremadura ya tuvimos la prueba.
El legítimo deseo de contar con una mayoría estable de
gobierno se pone a prueba durante estos días en las grandes ciudades
extremeñas. La historia no engaña y se repite. En las elecciones de 2011, la
candidata socialista a las elecciones por Cáceres, que no resultaría elegida
alcaldesa, Carmen Heras, reprochaba
a José Antonio Monago que "es
una falta de respeto a los votantes el hecho de que el PP dé por ganadas las
elecciones cuando el presidente regional de los populares presentó la
candidatura popular como "el
próximo gobierno de Cáceres" (véase Diario Hoy, de 10/04/2011); pero así sucedió,
y no como en 2007, cuando un tránsfuga
popular dio al PSOE la Alcaldía de Cáceres. (Véase El País, de 02/06/2007). Este es otro
tema: llamar tránsfugas o tránsfugos a los políticos que se
cambian de chaqueta cuando no son proclives a nuestros intereses y esconderlos
cuando lo fueren.
Fernández Vara,
ganador en Extremadura, pero no con mayoría absoluta, habla con Podemos (6
diputados) y Ciudadanos (una diputada) y afirma que solo hablará con Monago cuando sea presidente. ¿Y quién
lo elige presidente sino su anunciada abstención, como a aquel en 2011 la de
IU? ¿O piensa en los votos o abstención de los otros? Considera
"grave" el presidente en funciones que no le llame porque
"supone morder a quien te ofrece la mano" y recuerda que "no se
puede vender la piel del oso antes de cazarlo". (Véase Diario Hoy, de 04/06/2015). Y no le
faltare razón. No cuesta nada hablar con todos porque así lo desea el pueblo soberano,
y ellos también tienen representación en la Cámara, la segunda entre todos.
En Cáceres, Ciudadanos pide a la alcaldesa en funciones, Elena Nevado, que no ha obtenido la
mayoría absoluta, que dimita como senadora como condición "sine qua
non" para darle su apoyo, entre otras cosas. Esta se lo piensa. Podría
dimitir y seguir en el Senado y darle paso a su segundo en la lista, Laureano León, que se ha quedado sin la
Diputación y no estará tampoco en la Asamblea. O también que el segundo en
liza, el candidato del PSOE (8), obtuviera la investidura gracias al apoyo de
Ciudadanos (4) y Cáceres eres Tú (Podemos), con 2 concejales. En los dos casos,
aunque legítimo, sería un fraude a los ciudadanos tener un gobierno o alcalde
no deseados según la voz de las urnas. Nada está escrito y todo es posible,
como en 2007.
Si el PP tiene en sus estatutos que son incompatibles ser
diputado y alcalde (aunque haya tenido 16 en el Congreso en la pasada
legislatura), también debería serlo incompatibilizar la alcaldía con el hecho
de ser senador. Ahí el PP metió la pata en la última legislatura. No se puede
estar en misa y repicando. Ni tampoco "vender la piel del oso antes de
cazarlo", ni menos aún no hablar con el mayor adversario político. No son
maneras. La voluntad popular merece un mayor respeto, el mismo que la cortesía
parlamentaria.
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