En su tradicional
discurso navideño dirigido a los españoles en la antesala de Navidad, el Rey de
España ha apelado a cuidar y mejorar nuestra convivencia que, "ante todo, exige
respeto y consideración a los demás; respeto y consideración también a las
ideas distintas a las nuestras", porque "la intolerancia y la
exclusión, la negación del otro o el desprecio al valor de la opinión ajena, no
pueden caber en la España de hoy".
Sin mención expresa a las crisis de identidad política
que pulula por el horizonte del país,
Felipe VI ha mostrado su deseo de que, una vez superada "la compleja
situación política" que nos ha tocado vivir en el año que finaliza,
"el diálogo y el entendimiento entre los grupos políticos permita
preservar e impulsar los consensos básicos para el mejor funcionamiento de
nuestra sociedad", en clara invitación a la clase política para renovar
una concordia entre los españoles, que es básica para el futuro. En este
sentido, el soberano ha recordado con énfasis que "vulnerar las normas que
garantizan nuestra democracia y libertad solo lleva a tensiones y
enfrentamientos estériles que no resuelven nada y, luego, al empobrecimiento
moral y material de la sociedad", ahora sí, en un claro aviso a la deriva
soberanista que sostienen algunos. Y ha subrayado que "el progreso, la
modernización, el bienestar, requieren siempre de una convivencia democrática
basada en el respeto a la ley, en una voluntad decidida y leal de construir y
no de destruir, de engrandecer y no de empequeñecer, de fortalecer y no
debilitar"
El monarca ha recordado el "gran patrimonio común
que compartimos", que "merece el cuidado de todos y que todos debemos
ayudar a proteger como lo mejor que tenemos y somos: como lo mejor de lo que
nos une". Ante ello, el Rey ha advertido que, con la esperanza de que la
recuperación se consolide, "todos deseamos que nos permita crear mucho más
empleo y de calidad y también corregir tanto las desigualdades derivadas de una
crisis tan profunda como la que hemos vivido como fortalecer, en general,
nuestra cohesión social, que es una
garantía para asegurar la estabilidad y el equilibrio de nuestra
sociedad".
No ha olvidado en su discurso el soberano a las familias
que han sufrido las recientes inundaciones; al valor de la familia en la
sociedad, que ha permitido a muchos a sobrellevar los peores momentos; a los
servidores públicos que garantizan nuestras libertades, atienden nuestros
hospitales o educan a nuestros hijos; y a los compatriotas que, dentro o fuera
de España, velan por nuestra seguridad, defienden nuestros valores y
contribuyen al avance de la ciencia y al enriquecimiento de la cultura, que
"son la imagen de nuestro país y también hacen posible que nuestro Estado
funcione".
El Rey ha invitado también a seguir construyendo nuestro
país, construyendo a la vez Europa. Para ello, ha recordado, la importancia de
que "muchas familias puedan recuperar su nivel de vida y que nuestros
jóvenes puedan tener oportunidades de futuro, de ilusión, de confianza",
pero, sobre todo, de que las personas más desfavorecidas o más vulnerables
tengan la certeza de que no se quedarán en la soledad del camino que España
tiene que recorrer en el siglo XXI.
En el momento de pensar en la España que queremos para
las próximas décadas, en el que parece haber un consenso a priori, Felipe VI
apela a forjarla con solidez, para lo que "debemos concentrar nuestras
energías en mirar hacia el mundo que nos rodea, y darnos cuenta cabalmente por
dónde se va". En ese futuro que nos espera, el Rey cree en "una
España consciente, solidaria, firme en su valores, alejada del pesimismo, de la
desilusión o el desencanto; en una España decidida a superar las dificultades
que, aunque grandes, son también vencibles".
Para el monarca, no son tiempos para encerrarnos en
nosotros mismos, sino para abrirnos al mundo; "son tiempos para
profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie
agite viejos rencores o abra heridas cerradas". Es preciso tener "la
fuerza y el empuje suficientes como para anticiparnos y asumir el protagonismo
necesario en la nueva era que se abre ante nosotros".
Ningún reproche a nadie, tan solo observaciones al
respeto, la ley y la convivencia entre todos. No otra cosa ha hecho él, el Rey,
durante este año, y a eso invita también a los representantes de la sociedad y
a todos los españoles para profundizar en una "España de brazos abiertos y manos tendidas" y
no en el "sí porque sí"...
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