lunes, 18 de mayo de 2020

LA ALCAZABA DE TRUJILLO, SU CASTILLO Y MURALLAS

 
Trujillo es un importante complejo urbano conformado a partir de diferentes épocas y mentalidades arquitectónico-urbanísticas, cuyo testimonio han hecho de ella una de las más importantes localidades de la provincia cacereña, señalan en la Introducción de la obra sobre la alcazaba, el castillo y las murallas de la localidad sus autores, el cronista oficial de la ciudad y doctor en Historia del Arte, José Antonio Rubio Ramos y Raúl Gómez Ferreira, natural de Trujillo, doctor en Ciencias Sociales y Jurídicas por la Universidad Pública de Navarra. [1]
            La alcazaba es una palabra de origen árabe que alude a un tipo de ciudadela fortificada con murallas o baluartes, que difiere del castillo por presentar en su interior una medina. La ciudadela es una construcción o recinto fortificado de carácter urbano, cuya función era servir de residencia a un gobernador para defender un lugar determinado y sus contornos, que albergaba una guarnición que, frecuentemente, conformaba un pequeño barrio militar con viviendas y servicios; es decir, una ciudadela. La alcazaba de Trujillo está asociada al castillo, situado en lo más alto de la misma y que, en caso de asedio, las poblaciones de los núcleos urbanos en los que se asentaban buscaban refugio tras las murallas de las alcazabas.
            La ciudad de Trujillo se asienta, según los autores, en dos partes claramente diferenciadas: la villa y la ciudad que, separadas por la muralla, presentan evidentes diferencias arquitectónicas y urbanísticas. El castillo está emplazado en la parte más elevada del promontorio trujillano, dominando la ciudad. Construido en tiempos califales y reformado tras la reconquista, consta de un cuerpo cuadrado en el que se adosan diferentes elementos de edificación. El segundo cuerpo lo forma el albacar, cuyo perímetro irregular alberga en su interior la ermita de San Pablo, del siglo XVI. Las murallas, de origen musulmán, conforman un recinto irregular de mampostería y sillería, jalonado por diecisiete torres dispuestas a intervalos irregulares. La cerca dispuso de siete puertas, de las cuales se conservan las de Coria, Arco del Triunfo, San Andrés, Santiago y la de las Palomitas, recientemente restaurada.
Panorámica del castillo de Trujillo
El castillo es uno de los diversos puntos de interés de la ciudad de Trujillo. Lugar fuerte, cercado de murallas, baluartes y fosos, construido casi siempre en un lugar dominante para la defensa de pueblos y comarcas o, simplemente, del señor que vivía en él. En ocasiones, también se edificaban dentro de los núcleos urbanos, dominando la villa desde su parte alta, que solía estar amurallada, formando un conjunto defensivo en el que sobresalía el castillo. La fortaleza trujillana tiene origen árabe (siglo IX). Fue un edificio eminentemente defensivo, al no poseer estancias residenciales. Por ello, no tiene ni torre del homenaje ni escudos de familias nobles, aunque en tiempos de los Reyes Católicos fue capital de la provincia de la Hermandad. En tiempos de Pedro I fue elegido para que el tesorero del rey, el judío Samuel Leví, guardase las riquezas de la Corona, al ser considerada unas de las fortalezas más seguras del reino. El castillo fue el lugar de refugio de Juana la Beltraneja en su disputa con Isabel la Católica, en una época de agitación familiar y social. Entregado el castillo a la reina católica, Juana huyó hacia Plasencia, donde se casó con Alfonso V de Portugal. El rey Fernando el Católico se interesó por las obras del castillo de paso hacia Guadalupe y falleció después en Madrigalejo el 23 de enero de 1516. El castillo de Trujillo fue construido por los árabes en la segunda mitad del siglo IX, en la zona más elevada del cerro rocoso denominado “Cabezo de Zorro”, siguiendo una tipología esquemática arquitectónica de las fortalezas andaluzas del período emiral. Desde sus murallas se domina toda la llanura de la tierra trujillana. Es un recinto hermético rodeado por la cerca de murallas en un perímetro de 900 metros y el hecho de estar situado en lo más elevado de un terreno escarpado, lo hace inaccesible al ataque. Es un castillo sin ventanas y con escasas saeteras. Está en relación íntima con la Alcazaba (conocida como Conventual) de Mérida, la fortificación islámica más antigua fechada en España (835 d. C.), período caracterizado por los continuos enfrentamientos entre árabes y cristianos y la inestabilidad interna por el acceso al poder entre árabes, beréberes y muladíes. La fortaleza estuvo bajo la autoridad militar del alcaide que representaba la máxima autoridad de la ciudad tanto de la defensa de la misma como de su término. Este recinto fortificado es muy visitado diariamente, porque en él se venera la imagen de Nuestra Señora de la Victoria, patrona de la ciudad.
Virgen de la Victoria, patrona de Trujillo
            Las murallas que engloban la villa se disponen de forma irregular para adaptarse a las diferentes cotas de nivel y, aunque muestran una ligera tendencia a la forma rectangular, abarcan un área ameseteada y amplia. Su origen musulmán parece incontestable; sin embargo, de este período no se conserva más que el trazado original, quizá con ciertas reformas y parte de su basamento. La historiografía local sitúa temporalmente su realización en el siglo XI, hecho que puede venir avalado por las fuentes árabes y por la disposición típica de medina, estructura urbana habitualmente fortificada. Con bastante seguridad, los autores sostienen que en Trujillo existió un recinto fortificado más antiguo, cuya traza se asentaría próximo a la alcazaba. La muralla está jalonada por veintidós torres, la mayoría cuadradas y aisladas, o forman parte de otros edificios medievales. La muralla conservada actualmente es legado no islámico, sino herencia cristiana de los siglos XII-XV. A comienzos del siglo XX fue declarada Monumento Histórico-Artístico y poco después, adquirida por el Ayuntamiento de la ciudad, que es su propietario.
            La obra concluye con una cronología general de la ciudad y documentos sobre el castillo del archivo municipal. 
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[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio y Gómez Ferreira, Raúl: La alcazaba de Trujillo, el castillo y las murallas, Tau Editores, Cáceres, 2020, 178 págs.
 

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