jueves, 10 de diciembre de 2020

EULALIA DE MÉRIDA, INTERCESORA ANTE LAS PANDEMIAS



En tiempos de epidemias, pandemias, crisis y catástrofes, los cristianos acostumbramos a levantar nuestra mirada y dirigirnos con nuestras oraciones a la Virgen, en sus diversas advocaciones, y a los santos; pero, por qué, si ellos no obran milagros. Presentamos las necesidades de quienes piden intercesión ante Dios mediante Jesucristo; y cuando por esa intercesión se produce un milagro, es obra de Dios, no del que intercede. La intercesión es el rezo de unos fieles al Padre por otros fieles. Pedimos la mediación de los que están en el cielo, más cerca de Dios, como la Virgen María, los santos y los ángeles. María es una intercesora especial por estar junto al Padre. Y en sus mártires o advocaciones mil, más cerca de nosotros en la Tierra, nos dirigimos a ellos para que intercedan ante el Padre. Estamos rodeados de santos protectores, de patronas veneradas, a las que elevamos nuestras súplicas durante todo el año (algunos quizá solo cuando truena). [1] Contamos con santos protectores para las enfermedades más comunes: cáncer (San Peregrino), ceguera (Santa Lucía), cólera (San Roque), corazón (San Juan de Dios), epidemias (San Remigio de Reims), garganta (San Blas)… y así, una lista interminable que la tradición cristiana ha consagrado como protectores por su intercesión ante el Altísimo cuando nuestra vida se viere azorada por pandemias, enfermedades o crisis colectivas o personales.

 

Santa Eulalia de Mérida, nuestra venerada Mártir, dio su vida por no caer en la idolatría de adorar a los falsos dioses del paganismo. Por ello, la tenemos como intercesora especial ante Dios. Son muchos los testimonios que, a lo largo de la historia, nos dicen que los emeritenses se han dirigido a su patrona como mediadora ante el Padre para eludir epidemias o pandemias, catástrofes, crisis o virus que les asolaren. En un reciente artículo, nuestro colega estudioso de la Historia, Carmelo Arribas, nos descubre que han convertido en patrón contra el Covid-19 al sacerdote paúl S. Juan Gabriel Perboyre, mártir del XIX, que predicare en China y que muriere por asfixia en 1840, colgado de una cruz, y que su muerte, además, se produjere en Wuhan, epicentro de la actual pandemia. [2] Ese mismo artículo le sirve al autor para afirmar que otro tanto ha ocurrido con Santa Eulalia de Mérida. A tal fin, recuerda la visita que, en 1835, el escritor Mariano José de Larra realizare a la ciudad de la Mártir y cuyas impresiones anotare en el artículo primero de sus “Antigüedades de Mérida”. Cita Larra en dicho artículo el Obelisco de la patrona de Mérida y de la milagrosa vuelta de la estatua mirando a la ciudad e intercediendo por ella. Su cicerone le decía: “Repare usted, señor; esta es otra vez Santa Olalla; yo no me acuerdo qué año hubo en Mérida una peste muy mortífera. La santa miraba entonces a poniente; hiciéronle grandes rogativas y una mañana amaneció vuelta al Oriente y cesó la peste; desde entonces mira a esa parte, y ya no se teme la peste en Mérida.” El Obelisco de la Mártir fue levantado, recuerda el articulista, en 1633 y la epidemia de la peste a la que se refiere ocurrió en 1649, que, solo en Sevilla, provocó más de 60.000 muertos.

           

Santa Eulalia de Mérida es también la santa que la ciudad de Oviedo eligió por votación popular en el siglo XVII para que ayudase a sus habitantes en caso de plagas y desastres. Lo recuerda el prefecto de Liturgia del Cabildo de la catedral, José Luis González Vázquez, quien recuerda que “la vinculación de Santa Eulalia con Oviedo es la misma que la del Arca Santa. Sus reliquias llegaron a Asturias en su interior, en un cofre de plata, exquisitamente labrado y cubierto de arabescos. “Estuvieron primero en Pravia, con el rey Silo; luego en Oviedo con Alfonso II, y en la época barroca se construyó en la catedral la capilla de Santa Eulalia, donde está ahora. A lo largo de los siglos, refiere el canónigo, Asturias se sintió muy protegida por la santa, que tenía mucho predicamento, sobre todo entre la gente humilde y del campo.”  Según la tradición, su intercesión sirvió para sofocar varias plagas y epidemias, acabó con largos períodos de sequía y, al revés, hizo que volviera a lucir el sol cuando fue necesario. No en vano, añade González, su imagen está tallada en la puerta de la catedral, sembrando de maíz los campos asturianos. [3]

 

Al referirse a Prudencio, creador del Peristephanon o Libro de las Coronas (una colección de poemas dedicados a contar las gestas de los mártires del cristianismo, entre los que se encuentra Santa Eulalia), Antonia Castro advierte en su tesis sobre la Mártir cómo el poeta convierte a la patrona de Mérida, casi un siglo después de los sucesos que rodearon su martirio, en una heroína cristiana, en un ser extraordinario que deviene en intermediario entre Dios y los hombres, entre lo sagrado y lo profano, entre este mundo y el otro, en un espíritu sobrenatural que vela por la ciudad y en un modelo de santidad femenina cristiana para las generaciones futuras, ejemplo de la independencia, del coraje, de la renuncia ascética, de pureza y del poder que la fe podía conferir a una ferviente cristiana dispuesta a morir por sus creencias. [4]

 

Finalmente, hemos de citar la obra del primer director del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, José Álvarez Sáenz de Buruaga, que en su obra “Materiales para la historia de Mérida” condensa trescientos años de la historia local, tomando como base los Libro de Acuerdos del Archivo Histórico Municipal. Cada uno de ellos, correspondientes a los siglos XVII, XVIII, XIX y XX, está estructurado en décadas, cada una de las cuales comprende aspectos fundamentales de la vida de la ciudad en los acuerdos de las sesiones: la política, la administración, la sociedad, la vida religiosa y las notas referentes a la arqueología local, según afirma en el prólogo el cronista de la ciudad y académico, José María Álvarez Martínez. [5]

 

En esta obra, las citas a Santa Eulalia y su mediación son continuas en tiempos de zozobra. En junio de 1637, anota el autor, una peste iniciada en Andalucía, y ya declarada en Zafra, obliga a tapiar los portillos y a no permitir la entrada a los forasteros. Una tercera de Levante aconseja la prohibición de no dejar paso a las mercaderías, ropas, bastimentos y gentes del reino de Valencia, tapándose también los portillos (mayo de 1648). También se tapiaron éstos en otra de Sanlúcar de Barrameda (1649) y lo mismo se hace con otra grande de Andalucía y Levante de la primavera de 1649, cerrándose incluso las puertas de San Salvador y Santo Domingo y dejando solamente y con guardas las de la Villa y Puente. Por el campo, otros guardas a caballo recorren el término. Se hace procesión a Santa María con las imágenes de N. S. de la Antigua y Santa Eulalia, diciéndose nueve misas cantadas y tres sermones.

 

La economía estaba basada en la agricultura, apunta el autor. Obsesionaba la cosecha y se hacían muchísimas rogativas por la crónica falta de lluvias. Alguna vez, rara, para el cese de estas. Generalmente se organizaban procesiones y misas, unas veces a Santo Domingo, a impetrar a la Virgen del Rosario, otras a Santa Eulalia y se traían asimismo las imágenes de N. S. de la Antigua y de Santa Eulalia a la iglesia de Santa María, dándose gracias posteriormente con misa cantada.

           

Por librarse la ciudad de la peste declarada en Cartagena y también en Alicante, se dicen trece misas a Santa Eulalia, cerrándose los portillos de la muralla, dejando solo cuatro puertas practicables, en las que harán guardia durante veinticuatro horas los regidores, acompañados de dos vecinos… En 1677 sigue la peste en tierras murcianas y alicantinas, así como en Orán, volviéndose a repetir todo lo anterior, como luego otra en Antequera y Motril. En esta se organiza un Ramo de la Mártir para adornar la imagen con su producto y se cierra la puerta de Santo Domingo (mayo-agosto 1679).

 

En 1777 hubo un repique de campanas por el feliz parto de la princesa María Luisa (22 de septiembre). Ya antes, en el noveno mes de gestación, se hicieron rogativas por el feliz alumbramiento, celebrándose un novenario con misa cantada en que esté expuesto el Santísimo Sacramento, poniendo por intercesora a nuestra patrona Santa Eulalia. [6] Se aprovechan las rogativas para pedir igualmente por el cese de la viruela en Mérida y su partido. En 1782 se hacen rogativas para que cesen las enfermedades contagiosas y se lleva a la iglesia de Santa María la imagen de la patrona Santa Olalla. En 1809, por las continuas, multiplicadas y graves enfermedades que se padecían en la ciudad, causando la muerte de muchas personas, hay un acuerdo de sacar la imagen de Santa Eulalia en procesión, celebrándose una misa con sermón. El 24 de abril de 1882 se hacen rogativas públicas y privadas por orden de la Superioridad, implorando al Todopoderoso libre al reino del cólera morbo. Se acuerda conducir con la ostentación debida, a la ínclita Patrona, la Mártir Santa Eulalia, a la parroquia de Santa María. Misa solemne y en el primer sermón y de noche, se rezará el Rosario, invocando al Ser Supremo nos libre de tan cruel azote. A la procesión, por la tarde, acudirán los labradores y los gremios, así como también las cofradías con sus estandartes y ceras. El 13 de octubre de 1834, el Gobernador dice que hay necesidad de crear una Junta de Caridad o Beneficencia, amenazada la ciudad del cólera morbo y que se compondrá de 14 personas.   (Este artículo se publicó en la Revista "Eulalia" del presente año 2020).

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[1] Vid.: Santos protectores, intercesores en las enfermedades, en Catohlic net.

[2] Vid.: Arribas Pérez, Carmelo: Cuando una gran epidemia de peste asoló gran parte del Oeste y Santa Eulalia giró misteriosamente su rostro hacia la ciudad, en el Facebook de la Asociación de Amigos de la Virgen y Mártir Santa Eulalia, de 27/04/2020.

[3] Vid.: Fernández-Pello, Elena: Oviedo no tiene patrono, tiene patrona, en La Nueva España de Oviedo, de 11/08/2017.

[4] Vid.: Castro Mateos, Antonia: Santa Eulalia de Mérida (y su extensión por el Levante español), tesis doctoral dirigida por María Belén Bañas Llanos, Facultad de Formación del Profesorado de la Universidad de Extremadura, Departamento de Psicología y Antropología, Cáceres, 2012, Introducción, capítulo XII.

[5] Vid.: Álvarez Sáenz de Buruaga: Materiales para la historia de Mérida (de 1637 a 1936), Diputación Provincial de Badajoz y Ayuntamiento de Mérida, Grafisur, Los Santos de Maimona, 1994.

[6] Vid. Ob. cit. Nótese cómo los concejales llaman a Santa Eulalia intercesora, según recogen las actas municipales, acopiadas por Sáenz de Buruaga.


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