El tradicional mensaje de
Navidad de Su Majestad el Rey Felipe VI,
dirigido a los españoles en Nochebuena, no ha podido ser más ajustado a su
papel constitucional y a la realidad de la nación. Frente a los agoreros
políticos, que habían venido presionando en los días anteriores, sobre lo que
debería hablar y decir, el monarca se ha mantenido firme en la defensa del
cumplimiento de las leyes y “en preservar los valores éticos que están en las
raíces de nuestra sociedad”, que ha venido defendiendo desde su proclamación como
Rey por las Cortes Generales en 2014, “unos principios que nos obligan a todos
sin excepciones y que están por encima de cualquier consideración, de la
naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares”. A buen entendedor,
pocas palabras bastan. A los que pedían leña al fuego, el Rey les ha ofrecido
de nuevo el “espíritu renovador que inspira su Reinado desde el primer día”. Lo
que hubiere de juzgarse corresponde a la Justicia y lo que se deseare,
corresponde al pueblo decidirlo, al Gobierno y a las Cortes que elijan
libremente.
El Jefe del Estado inició su discurso refiriéndose al año que finaliza, que calificó como “muy duro y difícil”, por el virus, “que ha alterado nuestra manera de vivir y trabajar, y ha afectado gravemente a nuestra economía, incluso paralizando o destruyendo muchas empresas”. En este sentido, se refirió a la angustia del desempleo o la precariedad; a la de cubrir las necesidades básicas, o a la tristeza de tener que abandonar un negocio al que se ha dedicado toda la vida. Este es el principal problema que preocupa hoy a los españoles. Y en sintonía con ellos, ha apelado a afrontar el futuro con determinación y seguridad, con confianza en el propio país y en nuestro modelo de convivencia democrática, porque “ni el virus ni la crisis económica nos van a doblegar”. No obstante, recordó que la superación de la situación sanitaria no debe residir solo en la esperanza de las vacunas que están en marcha, sino en la responsabilidad individual, en mantenerse prevenidos y en no bajar la guardia.
Tras reconocer el papel de los sanitarios, a quienes dio las gracias “por su enorme esfuerzo, su extraordinaria profesionalidad y su gran humanidad con los enfermos”, el Rey se refirió al otro gran problema y reto, la crisis económica, y apeló a evitar que derive en una crisis social, recordando el altísimo nivel de desempleo entre los jóvenes, que “no pueden ser los perdedores de esta situación” ni España puede permitirse una generación perdida. Por ello, indicó que proteger a los más vulnerables y luchar contra las desigualdades que la pandemia ha creado o agravado “es una cuestión de dignidad entre quienes formamos una comunidad política”, así como es fundamental recuperar nuestra economía. Y para ello, apuntó la necesidad de fortalecer el tejido empresarial y productivo, industrial y de servicios, el apoyo a las empresas, la protección a los autónomos y comerciantes, tan golpeados por la crisis y tan imprescindibles para crear el empleo que necesita nuestro país.
El monarca ha recordado también que los retos sanitarios, económicos y sociales a los que nos enfrentamos “son enormes, pero no insalvables” y superarlos constituye un gran objetivo nacional “que a todos nos debe de unir”. Ha recordado el rey Felipe VI que contamos tanto con una sociedad fuerte como con un Estado sólido, sin olvidar el papel de la Unión Europea para afrontar la crisis, “que ha asumido un compromiso firme con la sostenibilidad y recuperación económica frente a la pandemia”; y, sobre todo, con nuestro sistema de convivencia democrática, con una Constitución que todos tenemos el deber de respetar, que es el fundamento de nuestra convivencia social y política. En este sentido, el monarca recordó que los avances y el progreso conseguidos en democracia son el resultado del reencuentro y el pacto de los españoles después de un largo período de enfrentamientos y divisiones y el resultado de querer mirar juntos hacia el futuro, unidos en un espíritu siempre integrador, en el respeto a la pluralidad y a las diferencias, y en la capacidad de dialogar y alcanzar acuerdos.
Por último, el Rey concluyó su mensaje afirmando que
“España es un país extraordinario” y, aunque no va a ser nada fácil superar
esta situación, “con esfuerzo, unión y solidaridad, España saldrá adelante”,
porque no es un pueblo que se rinda o se resigne en los malos tiempos.
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