jueves, 3 de julio de 2008

CUANDO EL PODER FUE QUERER

Siempre se ha dicho que “querer es poder, como “el que la sigue, la consigue”, como “más hace el que quiere que el que puede”. En ocasiones, ocurre la antítesis. No siempre querer fue poder: “A no poder, en balde es prever”. No siempre el deseo es dominio, como en el amor no correspondido o en el dominio no ejecutado. Como nuestro fracaso en los mundiales de fútbol o el estigma, ya derrotado en la Eurocopa, de no pasar de los cuartos.

Querer es tener voluntad o determinación de ejecutar algo; pretenderlo, intentarlo o procurarlo al menos. El poder es el dominio, la facultad de alguien para mandar o ejecutar algo.

El lema “Podemos”, inspirado en la campaña de Barak Obama, candidato a la Presidencia de Estados Unidos, e impulsado por la Cuatro, que compró los derechos de transmisión de los partidos de fútbol de la Eurocopa 2008, subsume un “querer” frente al poder omnímodo de quienes, a veces, aplastan con su solo poder el querer, el deseo, la apetencia, la pretensión.

El “Podemos” todos juntos simboliza la fe en un ideario común que a todos nos une en un esfuerzo de voluntad suprema para alcanzar el “querer”, la unión que nos falta para lograr el objetivo. El poder es amigo de la voluntad, la ruedas del motor, la batería inextinguible que lo mueve, la ilusión por la vida, la unión de la fuerza, el esfuerzo del sacrificio, el sueño del triunfo, la ambrosía de la corona de laurel de los triunfadores.

En “Evasión o victoria” (1981), la célebre película de John Huston, la selección aliada debe decidir en los vestuarios si continúa el partido con Alemania tras el descanso para intentar darle la vuelta, o se largan por el túnel abierto en la piscina de los visitantes para lograr la libertad. ¿Y qué importa la libertad cuando no se tiene y cuando “podemos ganarles”…, aunque la Resistencia espere en el túnel?

La selección aliada, con Pelé, Bobby Moore, Paul Vam Himst, Ardiles y el portero suplente Silvester Stallone, cuya única pretensión era la huida, arropada por la Resistencia francesa, al grito de “Victoire, victoire” (“¡Victoria, victoria!”) termina con el “querer” del oficial nazi Max von Sydow, que antepuso su amor al fútbol y a la propaganda que al objetivo final de la guerra y del partido: vencer, por encima de todo, al adversario. El querer no siempre fue poder; el “podemos” fue posible por la unión del equipo aliado, unido en el esfuerzo colectivo que busca el triunfo.

El “podemos” no significa la carencia de límites a la voluntad, sino la capacidad de superación de la misma; asume la intención de ir más allá de un límite que no puede ser segmento, sino paralela al querer.

No sabemos si ese “podemos” de los aliados en el trascendental partido del estadio de Colombes de París, el 15 de agosto del 43, en plena II Guerra Mundial, puede ser el antecedente de éste que ha hecho posible la gesta del Prater vienés del 29 de junio de 2008; pero sí sabemos que “querer es poder” porque, como dice la amada al amado, tras los reveses de la fortuna:

“porque querer es poder
Y si queremos
Tú y yo lo podemos hacer”.

En contra, no siempre “el querer fue poder”, porque la amada, en el amor perdido, llora su desazón contraria:

Quisiera olvidarte y no puedo
Al tratar de recordarte,
Mi amor, y no olvidarte,
Porque mi querer no fue poder
Ni siquiera nuestro credo.
Remedo en el quiero
Piedras en nuestro roquedo.
Porque nuestro querer
No fue por nuestra culpa poder
Solo un enredo de un viñedo
Que no vimos crecer
Porque no supimos querer.

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