viernes, 11 de julio de 2008

DOS AÑOS DE LUTO Y DOS MESES DE ALIVIO

Para Carmen Heras, alcaldesa de Cáceres

Muerto el marido, y si marido no hubiere, qué futuro tenía en España la mujer hace cuarenta años, sino el dicho popular: “Dos años de luto y dos meses de alivio”, y así, uno tras otro, aplazados los esposorios apalabrados, hasta engarzar con la muerte misma la del esposo soñado, la de los padres, hermanos y tíos queridos; pero “hasta morir, todo es vida”, porque “dolor de mujer muerta, hasta la puerta”.

Ése, y no otro, parece ser el sentir aún de los señoritos de la derecha, que no admiten más que con la boca chica que no son machistas de corazón, pero sí en la palabra y en actitudes propias de una cultura heredada, y aún no superada por una cultura adquirida, pero no por un sentido democrático y centrista, aún por hallar.

Ha bastado que un socio de gobierno del Grupo Socialista Municipal de Cáceres dijera que dejaba en suspenso el pacto suscrito; ha sido suficiente con que la alcaldesa respondiera que a ella se le exige más por el solo hecho de ser mujer, y con la rapidez y prontitud con que no se le exige a los hombres, para que las críticas machistas se cebaran sobre ella. Ni siquiera “dos años de luto y dos meses de alivio” para quienes hubieron doce años de gobierno, y toda una historia olvidada, todo un futuro por hacer, y en el que tan poca cosa hicieron.

La derecha no admite que una mujer, no ya socialista, sino mujer, le haya “robado” el gobierno local con armas democráticas. Lo que su silencio de Denia otorga, no lo admiten en Cáceres, quizá porque quien encarna el poder municipal no es un hombre, como ellos, sino una mujer, porque su madurez democrática continúa estando en las antípodas del reconocimiento y de los valores de la mujer en la sociedad actual. Para la derecha, solo vale el refranero que la define históricamente: “Las mujeres donde están, sobran, y donde no están hacen falta”; o aquel otro que dice: “La mujer, aténgase al huso, y no al uso”.

Carmen Heras no se ha atenido al huso, sino al uso que define la actitud de una mujer comprometida con su tiempo, con los vicios heredados de otros por resolver y el futuro comprometido con una ciudad por hacer.

Heras ha trabajado como nadie en la oposición y como nadie en el gobierno. Su inteligencia, su capacidad de trabajo, su sacrificio personal, están ya bien demostrados. No tomó vacaciones tras posesionarse del bastón de mando y eso le llevó a sufrir un episodio vascular, por el que hubo de ser internada en el hospital apenas tres meses después de su toma de posesión. Ha sufrido la pérdida de su esposo en apenas dos meses, y no por ello ha dejado de estar al pie de la responsabilidad que su cargo le requería. ¿Qué más quiere la derecha que tantos años hubo de gobierno? Ni siquiera por ser mujer quizá lo que a nuestras madres y abuelas se les instaba: “Dos años de luto y dos meses de alivio”...

El luto ya no se lleva –debiera saberlo la derecha, porque éste se lleva en el corazón, en el alma y en el pensamiento- y el alivio no lo ofrecen hoy las plañideras, sino la familia, el trabajo, la ilusión de hacer algo bueno por la colectividad que ha confiado en ella, aunque sea mujer, porque lo es, y sobradamente preparada, en el gobierno y en la oposición, para hacer frente a la osadía machista que pide una caña en el bar a la “señorita”, pero que no acepta que aquélla le responda: “Aquí tiene su caña, señorito.”

A Carmen Heras no desea darle la derecha la oportunidad siquiera de guardar luto ni alivio. Desea tener para la ciudad lo que ellos no hicieron ni consiguieron durante años y siglos de poder: ya el AVE, ya el centro de ocio, ya la Ronda Sur... Todo, en menos de un año.

¿Habría que recordarles que la Junta de Extremadura hizo la Ronda Norte en menos que canta un gallo, y que, ante la patrona de la ciudad, Ibarra le pidió a Saponi: “Ahora, pídele tú a Aznar que haga la Ronda Sur”. ¿Y qué hicieron, sino responder con el silencio?

Carmen Heras no necesita el sillón de la alcaldía. Lo necesita el futuro de Cáceres, con la colaboración responsable de sus socios de gobierno, que harían bien en hablar más con ella, porque sabe escuchar, que en cantar en la prensa amenazas impropias de la responsabilidad que se les otorgó y la que adquirieron con el pacto, “porque más vale la avenencia que buena sentencia”

Cáceres, ante todo, porque su futuro es de todos, no de quienes anclaron sus iniciativas en el pasado, y prefieren no otorgar a la alcaldesa ni la gracia de otros tiempos: ni dos años de luto ni dos meses de alivio. Se basta y sobra por sí misma para no llevarlos y conducir a Cáceres, con la colaboración de sus socios, al futuro soñado, quizás al 2016, aunque la derecha siga sin creérselo, porque tan solo cree en el poder por el poder mismo. Lo demás, le sobra.

El dinamismo político no se manifiesta en inauguraciones diarias, sino en acometer proyectos de futuro y poner en orden la casa, como afirma Ferreira; ni el dinamismo parlamentario puede escudarse en mil y una iniciativas parlamentarias, como afirma el buenazo de Díez Solís, presidente del Grupo Parlamentario Popular en la Asamblea de Extremadura, sino en su “escasa relevancia”, como arguye Francisco Torres Gil, secretario general del Grupo Parlamentario Socialista en la Cámara regional.

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