viernes, 11 de julio de 2008

LA ESPAÑA QUE ANHELAMOS

El discurso oído no es lo mismo que el discurso leído, repensado, meditado. El oyente puede escuchar, pero no percibir; puede oír, pero no escuchar. Un discurso largo puede hacerse tedioso si el orador no es capaz de hacerse con su auditorio desde el principio hasta el final. Con sus gestos y modulaciones en la palabra, con su mirada al auditorio, Rodríguez Zapatero reveló en su discurso de clausura del 37 Congreso Federal, celebrado durante el pasado fin de semana en Madrid, las claves de la España actual y los retos del futuro, en un momento difícil, pero en el que "este país democrático y libre es el que más se parece a la España que anhelamos".

¿Y cuál es esa España anhelada por la mayoría? No es aquélla, como recordó, en la que nacimos. Un país pobre, en el que la gente tenía que emigrar para ganarse la vida; con elevadas tasas de analfabetismo; pero un país, a la postre, que fue capaz de "conjurar su maleficio" y de afrontar el futuro desde la herencia colectiva que asumimos, pero que fuimos capaces de superar.

Hemos superado un pasado perdido para una generación que fue capaz de superarla con trabajo y sacrificio. Quizá los cambios han sido demasiado rápidos, no tanto como quisieran algunos, pero sí lo suficientes para sentirnos satisfechos de lo realizado, porque desde la llegada de la democracia, España ha avanzado más que en toda su historia.

Y de eso se trata y a eso aspiramos: a perfeccionar lo conseguido, a trabajar todos juntos por la España que anhelamos. No pueden solucionarse en treinta años problemas heredados de siglos.
Por ello, la parte más significativa del discurso de Zapatero fue el final, cuando se refirió a la mayor potencia de cambio, la fuerza transformadora más poderosa, la fuerza de las ideas.

El secretario general del PSOE invitó a sus compañeros a seguir lo que ha sido el lema socialista desde hace un siglo: transformar el presente desde el Gobierno e imaginar el futuro desde las ideas.

Este acróstico, de teoría y práctica, que se fundirá en la Fundación Ideas, incorpora, para Zapatero, cinco conceptos "que son nuestra razón de ser y existir": la I de igualdad, la D de derechos, la E de ecología, la A de acción y la S de solidaridad.

Nunca en tan poco tiempo se ha avanzado tanto en España en el desarrollo de esos conceptos e ideas como en los treinta últimos. Y ello ha sido posible gracias a los gobiernos socialistas de Felipe González y de Rodríguez Zapatero.

Quienes ahora hablan de que el congreso no ha supuesto un avance son quienes aspiran a la ruptura y no a la renovación, los que representan a la España escéptica frente a la España confiada, quienes desean que el Gobierno solucione todos sus problemas sin mirar al lado donde están quienes necesitan más que ellos; los que tras haber superado la España del pasado, desean vivir ya, sin haber colaborado para ello más que con la crítica destructiva y desalentadora, en la España del futuro.

La España que anhelamos, como dijo Zapatero, no es solo la España de los socialistas, sino la España de todos, porque los deseos de bonanza, más en tiempos de crisis, son anhelos colectivos. El secretario general ha marcado en sus palabras el camino, el rumbo de un futuro que puede llevarse a cabo desde el mundo de las ideas, en torno a un partido unido y a un Gobierno capaz de transformar el presente para todos, no para unos pocos a quienes la crisis no les asusta, porque siempre saldrán ganando, aun a costa de los más pobres.

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