lunes, 19 de diciembre de 2011

ADIÓS AL MÁS POLÍTICO DE LOS SUBDELEGADOS DE CÁCERES


        Fernando Solís Fernández, el más político de los tres subdelegados que hubiere la provincia de Cáceres hasta la fecha, se ha despedido de los suyos, que fueren todos los cacereños, “lleno de satisfacción por el privilegio y honor de haber sido el subdelegado del Gobierno de España en la provincia de Cáceres” desde mayo de 2004 hasta la fecha.

         Fernando ha sido el más político por vocación y profesión; el más parecido a la antigua figura del gobernador civil que todo lo fuere en  una provincia, pero que solo salieren de su despacho de la Avenida de la Montaña para hacer las preceptivas inauguraciones del 18 de julio. Solís supervisó todas las obras del Plan E del Gobierno en todos los pueblos.

         Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Autónoma de Madrid, diplomado en Ciencias Empresariales por la Universidad de Extremadura, gestor administrativo, agente y corredor de seguros, jefe de la empresa Grupo Michelín (1984-1986), asesor de Presidencia de la Junta de Extremadura, jefe de Servicio de Promoción y Gestión de Programas Educativos, jefe de Servicio de Gestión Académica y Política Científica, jefe de Servicio de Régimen Universitario, director general de Enseñanzas Universitarias de Investigación (2011-2004) de la Junta de Extremadura, y subdelegado desde 2004 hasta la actualidad, se marcha con más bagaje político del que llegó, con la satisfacción de haber servido a su provincia en nombre del Gobierno de España, con reconocimientos y premios en su haber (premio “Fernando Palacios, premio nacional a la donación altruista de sangre 2010), con la satisfacción del deber cumplido y por haber dado a Cáceres una nueva comisaría tan esperada como necesaria; pero, sobre todo, Fernando Solís ha ejemplificado el prototipo del político cercano a todos, accesible a todo el mundo, por todos conocido y reconocido.

         Dejó a su padre en el camino, sufrió la incomprensión de llevar a los tribunales a unos malos funcionarios que no cumplieren con su deber, y que fueren condenados por ello; recibió en su despacho a plebeyos y lacayos; hizo honores a la Fundación Valhondo que presidiere; fue un cacereño más a los que sirvió con dedicación y entrega… Fernando se va, pero se queda, para seguir sirviendo como funcionario público, aunque como político no contare con el favor de los llamados compañeros, pero sí de los amigos y ciudadanos.

         Fernando fue el político, como Carlos Rovira fuere el técnico administrativo y José Diego Santos el intelectual. Rovira, subdelegado entre 1996 y 2002, un magnífico técnico de la Diputación hasta que Saponi le llamó para ser su primer concejal de Hacienda. Fue subdelegado entre 1996 y 2002. Remodeló el Edificio Múltiple, inició las obras de la nueva Comandancia de la Guardia Civil, inauguró el Centro de Salud “Manuel Encinas”. Murió poco después de jubilarse a los 76 años. Negocié con él un convenio, en el que me admitiere una enmienda humana, que me negare una derecha más extrema. Perdió a un hijo en el camino y, a su muerte, solo sus hijas le recordaren. Como yo, en una cena a mi lado, hablando de sus hijos,  o viéndole tomar vinos en la cantina de la antigua Comandancia de la Guardia Civil que visitare a menudo.

         José Diego Santos, doctor en Filosofía y Letras, catedrático jubilado de Instituto, fue subdelegado entre 2003-2004. Había sido presidente local del PP y continuó en política tras su retirada profesional, en la que fue concejal y diputado provincial. Fuere el primero en promover con el equipo de Saponi la candidatura de Cáceres 2016, que hiciere suya toda Extremadura. Nadie tampoco le recuerda, como le recordare cuando me lo presentaron, hablando de amigos comunes, una tarde de primavera en los jardines de Pedrilla…

         Pasará la vida; pero los políticos de todos nunca mueren.
    


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