Acabamos de
leer: “Rajoy supera el año más duro de austeridad y reformas.” (ABC, 26-12-2012). El presidente había
declarado al mismo periódico el pasado 2 de septiembre que “la realidad me ha
impedido cumplir mi programa electoral”.
El déficit público, mucho más alto que el anunciado por sus predecesores,
abocó al Gobierno a que no quedara en pie nada de aquel programa que preveía no
subir los impuestos, lastró todas sus decisiones y condicionó el resto de la
legislatura; sin embargo, de todas las decisiones anunciadas el 12 de julio –el
aumento del IVA, la reducción de la paga extra de Navidad para los funcionarios,
la reducción del subsidio de paro para los nuevos perceptores, la desgravación
por la compra de vivienda habitual y la reducción del número de concejales,
entre otras--, la única que no se ha cumplido ha sido la de los concejales, y,
de otro lado, la reforma de la Administración y la ley de la Unidad de Mercado,
siguen siendo dos asignaturas pendientes en su agenda.
Todo parece indicar que la palabra
imperante en nuestros días –austeridad; es decir, la severidad y rigidez en la
forma de obrar y vivir- acompaña a los ciudadanos diariamente por las medidas
políticas que la inducen, pero no a los políticos que las promueven para
reducir el déficit presupuestario. La austeridad es igual a sobriedad,
frugalidad, moderación, templanza, ahorro, continencia, rigor, severidad,
frente al despilfarro, y a veces, desenfreno de muchos de sus ejecutores. Los
austeros no renuncian a nada porque se lo quitan todo; pero los ejecutores de
la austeridad no están predispuestos a rehusar lo innecesario, si no fuere a
golpe de decreto. Los mendigos no pueden predicar nunca la austeridad; pero que
la prediquen ciertos políticos cuando ellos a nada rehusaren en su provecho, es
como pedirles a los primeros que renuncian a las monedas que recibieren por
caridad.
En
casa hubiéremos ejemplos bastantes para identificar la austeridad ciudadana versus
el despilfarro político.
“Estamos pidiendo un sacrificio a
todos los ciudadanos” (Rubalcaba, en ABC del 6-6-2010). Pues bien, qué recibe
un diputado al Congreso tras tomar posesión: un iPfone 4S, un iPad, un PC en el
despacho, un Módem 3G, voz y datos pagados; ADSL en casa gratis; si eres del PP
o del PSOE, un asistente para cada dos; si eres de otro partido, uno propio,
más un despacho.
“Tendremos el Estado del bienestar
que podamos.” (Rajoy, en El País del 3-6-2011). Si un diputado usa su propio
coche, recibe 0,25 € por km.; es decir, 25 € cada 100, con peajes pagados; y si
no tiene coche oficial, 3.000 € para taxis (250 € mes), cuyas tarjetas, algunas
de sus señorías dejan a sus hijas o sobrinas para que vuelvan a casa en taxi,
lo que ha obligado a los taxistas a pedirles su DNI. Y billetes de primera
clase para avión, tren o barco.
“Los sacrificios de hoy son la
puerta al bienestar del mañana.” (Zapatero, en El País del 1-9-2010). Veamos
los sacrificios de nuestros diputadas/os: sueldo base de 3.126,52 € mensuales y
dos pagas extras, más 775,15 por ser miembro de comisión y 1.590,34 más al mes.
Si tuviere algún cargo (portavoz,
secretario…), 2.318,96 € más al mes; y, además, son compatibles trabajos y
cargos fuera de la Cámara u otros sueldos del partido.
“Los españoles pueden estar seguros
de que no habrá sacrificio ni esfuerzo que no estemos dispuestos a hacer.”
(María Dolores de Cospeda, en Público del 24-9-2011). Veamos los esfuerzos de nuestras diputadas/os: si
son de fuera de Madrid, recibeln 1.823, 86 € para alojamiento y manutención; si
fue elegido por Madrid, recibe 870,56 € para alojamiento y manutención; si
viaja dentro de España, 120 € diarios y si el viaje es fuera de la nación, 150
€ diarios.
“La salida de la crisis se hará con
el esfuerzo de todos.” (José Blanco, RTVE.es, del 12-12-2009). ¡Qué esfuerzo
tan grande cuando las dietas relacionadas con transporte no tributan!, ni las
relacionadas con el transporte ni la manutención, ni las dietas por cargo en el
Congreso; y si dejas de ser diputado, percibes una paga mensual de 2.813,87
€ hasta un máximo de dos años, aunque
tengas un salario privado.
“Todos tendremos que hacer
sacrificios y trabajar más o nos vamos al garete.” (Esperanza Aguirre, en ABC
del 18-8-2011). ¿Y nuestras diputadas/os? Tienen derecho a una indemnización
consistente en el sueldo de los días transcurridos hasta que se forma el nuevo
Congreso (dos meses aproximadamente), vuelva o no a la Cámara; el Congreso paga la
Seguridad Social, los derechos pasivos, mantiene su póliza de accidentes;
continúa pagando el ADSL, voz y datos durante dicho periodo, y la mudanza del
despacho corre a cargo del Congreso.
Y, por último, la jubilación: si un
diputado tiene 55 años y ha sido diputado durante once, tiene derecho al cien
por cien de la pensión máxima (2.466,20 €); si ha sido diputado entre nueve y
once años, 90 por ciento de la pensión máxima; si entre siete y nueve, 80 por
ciento de la pensión máxima; y por el 10 por ciento del salario base, derecho a
pensión privada a cargo del banco de la Liga de fútbol profesional.
Muchos españoles están firmando una
propuesta de reforma de la Constitución, en la que proponen que las diputadas/os
sean asalariados solamente durante su mandato y que no devenguen jubilación
solamente por dicho mandato. Porque nadie, y menos aún los que mandan, pueden
pedir austeridad cuando ellos despilfarran a costa de los impuestos que pagan
los ciudadanos obedientes. Ya lo dijo el Maestro: “Ninguno puede servir a dos
señores, porque aborrecerá al uno y amará al otro.” (Mt., 6, 25-33). Los políticos
no aman a nadie, sino a sus clanes, a sus electores y pagadores. Nos hacen
austeros a la fuerza para despilfarrar los impuestos a nuestra costa. Los hay
bendecidos por el Padre; pero las manzanas podridas estropearán todas las
frutas del cesto.
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