¿Y cuál es el estado de la
región? Se proponen sus instituciones cada año preguntarse a sí mismas por ese
estado y, realizado el diagnóstico, emitir un conjunto de resoluciones de
orientación general de la política de la Junta para el tiempo que restare de
legislatura. Teóricamente, la Junta propone y la Asamblea dispone; el Ejecutivo
hace la prognosis y la Cámara orienta la dosis; sin embargo, nada de eso
suscita en el cuerpo electoral el menor interés, aunque en ello le fuere la
vida, más que su vida misma que, en lugar de avanzar, retrocede en el tiempo;
que, en vez de ganar en calidad y progreso, se estanca; que pierde más que
gana; que retrocede más que avanza. Una sociedad que pasa de su clase dirigente,
porque no hubiere fe en ella; totalmente apática, decepcionada, desconfiada,
desengañada, resignada, indiferente, desesperanzada... Ese es el verdadero
estado de la región, su prognosis moral, que ni los médicos, ni menos aún los
políticos, pueden curar porque se hubiere producido tal desafección hacia la
clase política que, no habiendo fe en ella, menos aún restare esperanza.
¿A
qué, pues, un debate y unas propuestas de resolución para orientar el futuro? Para
cumplir el expediente y nada más. Si la realidad no superara la ficción que se
nos pretende exponer como el "no va más" de la política por quienes
solamente creyeren en ella porque de ella vivieren, y muy bien, no perderíamos
el tiempo para sentarnos frente al televisor y escuchar a políticos, incapaces
de convencer por muy serios que se pongan, sobre las recetas para salir de la
crisis, porque esta no fuere con ellos, sino con los más necesitados, a los que
purgan cada día más sus bolsillos sin vergüenza ni pudor alguno que no
hubieren.
Mentiríamos
si dijéramos que el pueblo está más interesado en otros circos que en el
clásico de Mérida, con todo el respeto a sus señorías. Desgraciadamente,
interesan más el fútbol y los toros como entretenimiento que un debate
político, que ya sabemos a dónde nos conduce. Casi nadie tiene interés en un
debate del que no esperan nada bueno para ellos. Ya decía María Ostiz en
"Un pueblo es...": "Con una frase no se gana un pueblo/ni con un
disfrazarse de poeta./A un pueblo hay que ganarlo con respeto./Un pueblo es algo
más que una maleta/ perdida en la estación del tiempo/y esperando sin dueño a
que amanezca...."
Porque
es una grosería reírse de los ciudadanos a su costa; quitarles su Puntos de
Atención Continuada para que, cuando la enfermedad llame a su puerta, no hubieren
sanitarios que les alivien y les curen; son groseros los políticos que engañan
a los pensionistas para financiar la sanidad a su costa; los que sacan pecho
con la reducción del déficit a costa de los más necesitados, con recortes
brutales, que no reformas, en sanidad, educación, asistencia social,
dependencia...; porque es una grosería comparar la pensión de un jubilado con
la de una viuda; porque es una grosería que un ciudadano tenga que cotizar 25
años para percibir una pensión y a los diputados les baste con tres o seis,
según los casos, y que a los miembros del Gobierno les baste con jurar o
prometer el cargo para cobrar la pensión máxima... "Un pueblo es, un
pueblo es, un pueblo es/abrir la ventana en la mañana y respirar/la sonrisa del
aire en cada esquina, y trabajar, y trabajar/uniendo su vida a un ladrillo en
la esperanza/mirando al frente y sin volver la espalda..." Porque es una
grosería que los diputados de este país estén exentos de tributar un tercio de
su sueldo del Impuesto sobre la Renta y, así, aunque ganen entre 60.000 y
80.000 euros netos al año, les sale a devolver la declaración. "A un
pueblo hay que ganarlo frente a frente/ respetando las canas de su
tierra..."/ Porque es una grosería que sus señorías, cuando dejan el
cargo, tengan un colchón de dieciocho meses con el ochenta por ciento de su
sueldo; o que los ex ministros, ex secretarios de Estado y ex altos cargos, tras
cesar en su cargos, sean los únicos ciudadanos españoles que pueden obtener dos
sueldos públicos.. Grosería es transmitir a la sociedad que los funcionarios
y los pensionistas son una carga para sus bolsillos; porque es una grosería que
oculten sus privilegios mientras revuelven a la sociedad contra quienes de
verdad les sirven. Porque es una grosería, en fin, que solo ellos vean el
amanecer mientras el resto ve su ocaso.
Y,
de este modo, el estado de la región no puede ser otro que la desesperanza, la
indiferencia, la desilusión, la apatía... porque los pastores se dejan ir su
rebaño y ni siquiera saben llevarlo al redil, porque no todos los electos
fueren los mejores y trabajaren para todos, sino para sus intereses, que no
fueren los del pueblo.
"El
estado soy yo y mis circunstancias..." Solo nos faltare por oírle eso al
presidente que debiere ser de todos los extremeños. ¿Y las circunstancias del
resto? He ahí la cuestión.
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