Demasiado tiempo y literatura utilizó ayer el presidente de
la Junta de Extremadura, José Antonio Monago, en su segundo debate sobre el
estado de la región, para lograr un titular en los medios nacionales: la bajada
de impuestos que beneficiará al 90 por ciento de los extremeños, con rentas inferiores
a 24.000 euros, lo que podría beneficiar a 430.000 personas, lo que para el
jefe de la oposición, Fernández Vara, supone
"23
euros por persona y año, equivalente al mes del agua por la tasa que implantó
Monago". Utilizar dos horas y diez minutos para hablar de Extremadura,
empleo y crecimiento, las palabras más repetidas en la nube de tags con que
acogía su discurso, para enumerar las 70 propuestas estratégicas, compendiadas
en diez nuevos desarrollos normativos y 60 iniciativas, parece mucha tela por
cortar para tan escaso recorrido.
Comenzó
refiriéndose el presidente al "empleo
como guía, fin y horizonte", cuando poco antes del comienzo de la
sesión nos topábamos con la noticia de la desaparición
de otra industria extremeña, en Navalmoral, una de las empresas del sector
textil más importantes de la región, y conocida a nivel nacional, que dejará en
la calle a unos 140 trabajadores, la mayoría de más de 40 años, que irán al
paro, y para los que Monago no hubiere palabras ni planes de futuro, más que
para los menores de 30 años, como si el resto no lo necesitare.
Para Monago,
emprender es "la nueva forma de estar en la vida", y habla del
futuro, olvidándose del presente, y de las 70.000 personas que han perdido su
trabajo en los dos últimos años, en un "discurso
escapista, porque ha huido de la realidad" (Valentín García, PSOE) y
"futurista",
según Pedro Escobar (IU), porque sus propuestas son de futuro y no de presente.
Bien están
el plan de medidas fiscales vinculados al inicio y desarrollo de la actividad
empresarial, para garantizar el inicio y desarrollo de la actividad
empresarial, los beneficios de la reducción por adquisición de empresas individuales,
o la reducción en el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos
Jurídicos Documentados, o las tasas vinculadas al inicio de la actividad
económica, la innovación e internacionalización de las empresas, la agenda digital,
la Red de Escuelas de I+D+I, la educación como motor de futuro para el empleo,
la expansión del bilingüismo, revisar el mapa de la Formación Profesional, o la
Estrategia de Formación Agraria... Todo eso está muy bien, señor presidente;
pero no se empeñe en negar lo que ahora afirma: usted actuó muy rápido en los
casos de Caja Rural de Extremadura y Caja Badajoz, y ha llegado tarde en el
caso de Caja Extremadura, cuando afirma que "la semana pasada hemos enviado
un mensaje muy claro a sus responsables y a Liberbank de que el plan que han
presentado a sus trabajadores no solo no nos gusta, sino que nos parece inaceptable",
ni afirme que "la receta electrónica está totalmente implantada en
atención primaria", porque no lo está; ni haga propia la oferta del SES,
que lleva dos años esperando, desde la anterior legislatura; ni pida pactos
porque los hubiere cuando se les ofertaron; ni vaya soltando, poco a poco, como
propios, los "diez mandamientos" del pacto con IU, como la reforma de
la ley electoral...
Tengo que confesarle que, aun siendo más futurista que presencial, porque habla más del futuro que del presente, y que más pareciere un debate de investidura que sobre el estado de la región, hay cosas que me han gustado, como la rapidez en la intervención cuando se detecte cáncer, o el respaldo a los funcionarios; pero sigue sin gustarme que usted hable en una tribuna, por debajo de la presidencia, donde se dice "Parlamento de Extremadura", o que siga refiriéndose al "Gobierno de Extremadura", en lugar de llamar a las instituciones por su nombre, como dice el Estatuto de Autonomía de la Comunidad. Y estoy con usted en sus palabras finales, recordando al poeta extremeño José Manuel Díez: "Jamás será feliz quien no ha medido la luz de su tristeza en su esperanza." Como los parados extremeños de hoy, incapaces de trocar su estado en esperanza, porque nadie les señalare el camino.
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