domingo, 18 de agosto de 2013

DE LOS "TRES ITALIANOS" A LOS MÁS DE 300 JUGADORES FUERA

           Nunca hubiere podido imaginar José Villalonga, el seleccionador español de fútbol que ganare a la URSS la primera Eurocopa de Fútbol en 1966, con los célebres goles de Pereda y Marcelino, que, cuando decía, en vísperas de la concentración, que "tenemos que ver cómo están los italianos" (se refería a los dos de Helenio Herrera en el Inter: Luis Suárez y Peiró, y a Luis del Sol, que jugó primero en la Juventus y después en la Roma), que en el inicio de la Liga 2013-2014, no solo tres, sino hasta 300 jugadores españoles de fútbol militaren en equipos de los cinco continentes y que 14 entrenadores dirigiesen los destinos de otros tantos equipos, entre ellos los de tres selecciones extranjeras: Enrique Llena, en Nicaragua; López Caro, de Arabia Saudí; y Benito Floro, de Canadá.
 
              Es cierto que el fútbol como deporte colectivo y de figuras individuales, es una marca de España en el mundo. Los éxitos de "la Roja", tras el triplete europeo de 2008, el Mundial de 2010 y el último Europeo de 2012, más los éxitos de las selecciones inferiores --los cuatro campeonatos europeos de la Sub 21; el campeonato mundial de la Sub 20 en el 99 y los dos subcampeonatos en el 85 y en 2003--  han añadido un plus que el fútbol español mereciere, más allá de la medalla de plata de 1920, en la Olimpiada de Amberes; el cuarto puesto en el Mundial del 50 en Brasil o el primer Europeo de Selecciones de 1966. El fútbol español era mucho más que eso, aunque los triunfos que ahora llegaren, entonces se le negaren. Baste recordar que solo un futbolista español de origen --Luis Suárez, entonces en el Barcelona-- ha sido el único Balón de Oro en 1960--, aunque sea preciso añadir que Di Stefano, ya nacionalizado español, aunque argentino de origen, lo fuere también en  1957 y 1959, para subrayar que España no contare para casi nada hasta ahora en el planeta del deporte rey, que de la llamada Liga de las estrellas ha pasado a ser una Liga en venta, como subraya hoy en su crónica titulada "La Liga del éxodo" el diario "El País".
              Si la juventud española huye a otros países europeos en busca del pan que en su país se le negare, los futbolistas lo hacen por razones bien distintas: porque ganan más; porque sus clubes se ven obligados a vender su principales activos para reducir una deuda tan asombrosa como injustificada, ante la que ahora se empieza a hacer frente tras los años de bonanza, obligados por el Consejo Superior de Deportes; porque aspiran a subir a lo más alto en una profesión que tiene una meta prefijada por la edad; y, en fin, porque la Liga de las estrellas es cosa de dos: del actual campeón y del subcampeón, el Barça y el Real Madrid, no solo por presupuestos y estrellas, sino porque se llevan la mayor parte de una tarta --los derechos televisivos--, que ahora también se trata de reducir.
              Mientras que, en los últimos siete años, se ha quintuplicado el número de los jóvenes españoles que emigran, según denunciaba hace unos días UGT, con motivo del Día Internacional de la Juventud, las causas son bien distintas a las de los jóvenes futbolistas que han brillado en la Liga de las estrellas: la falta de empleo y las malas condiciones laborales, aunque no encuentren el paraíso prometido por la precariedad endémica europea, no son razones suficientes para que los poderes públicos contribuyan a dejar escapar las generaciones mejor preparadas, no mejorando el sistema educativo y adaptándolo a las necesidades del sistema productivo. No pueden ser unos las Perseidas de san Lorenzo y los más, los condenados de un sistema que no valora por igual méritos tan distintos y distantes,  que paga por fichar a un suplente de primera lo mismo que el presupuesto de un club de la misma categoría, y que, además, debe dinero a Hacienda y a la Seguridad Social. Un futbolista es una inversión de presente, mientras que un joven formado, un investigador o un becario del CSIC, lo fueren de futuro. Ya lo decía nuestra campeona mundialista en natación, Mireia Belmonte, cuando afirmaba días pasados que, a pesar de ser la primera mujer en bajar de los ocho minutos en la historia de la natación, es más importante el rumor de un fichaje o el color de pelo de Sergio Ramos, en referencia a su record de los ochocientos libres en piscina corta, en los recientes Campeonatos del Mundo de Berlín, y a las ayudas que reciben los futbolistas frente a las que se dan a los atletas.
              El reciente "caso Falcao", al que, según parece, ya no le interesa estar en el Mónaco, porque hay que pagar impuestos a Francia, sería similar en España si la mano dura para unos fuere igual para todos; y los que unos tienen de más, a otros se les hurtare. Parece que no basta con la lección aprendida de históricos del fútbol español desaparecidos por las deudas que no pudieren pagar: el Salamanca, el Linares Deportivo, el Granada 74, el CP Mérida (actual Mérida UD, en Tercera), el CD Logroñés, el Club Deportivo Malacitano (actual Málaga CF), el CF Extremadura (actual Extremadura UD, hoy en Tercera), o el Club Deportivo Badajoz (actual Badajoz 1905, ahora en Regional Preferente). O mano dura para todos, o la Liga de las estrellas será pronto otra burbuja, que estallará aquí y se marchará al exilio, como los otros jóvenes españoles de hoy...

 

             

             

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