lunes, 24 de febrero de 2014

PAGAR HASTA PARA PODER VIVIR Y BIEN MORIR


           No basta con nacer para vivir. Hay que pagar desde que se nace hasta que se muere: pagar para poder vivir y bien morir, desde el orto hasta el ocaso. La crisis despierta la voracidad recaudatoria de los gobiernos y pone en solfa determinadas creencias sobre el origen de la vida y su fin, la muerte. No hablamos, no, sobre cuándo el nasciturus es vida, con derecho a ser protegida, ni sobre cuándo la vida se extingue,   --el rigor mortis-- que para eso está la ciencia. Da origen hoy la vida y la muerte a estos dos debates inconclusos: el aborto y la eutanasia, como negación de aquellos para unos y como derechos para otros. Entre medias navegan principios del Derecho, la fe, la ética, la Justicia..., y, también, la recaudación. Los unos intentan sobreponerse a los otros. A viejos principios antiguos, en los que ya casi nadie cree, se superponen otros que cada día cobran más fuerza entre las actoras laicas que conciben el nacimiento de la vida como un derecho exclusivo, en el que nada tuvieren que ver argumentos de índole de fe, jurídicos o bioéticos.
            Hay otras "primaveras árabes" que memoran las de países que se rebelaban contra dictaduras por reclamos democráticos y mejoras de las condiciones de vida. La Justicia española continúa en el ojo de la polémica: a la Ley de Tasas y la reforma de la Ley del Aborto, se une ahora la reforma del Registro Civil, que cierra el carácter gratuito de servicios por los que antes no había que pagar (inscripción de nacimientos, matrimonios y defunciones, o la solicitud de certificados de los mismos), que, a partir de ahora, si el proyecto sigue adelante, podrían suponer 100 euros por cada trámite. Antes el tasazo (justicia solo para ricos); hoy, una política regresiva sobre el aborto, criticada por los países de nuestro entorno; mañana, el Registro Civil de pago... Hasta para morir debemos pagar, no antes, sino aun después de muertos: las inhumaciones por un nicho para treinta años en el Cementerio Municipal de Cáceres han subido cuatro veces más, de 647 euros a 2.660,78. Las aseguradoras te ofrecen dos alternativas: o seguir con la póliza del nicho a 30 años, con el correspondiente aumento de las primas por abonar, o cambiar la modalidad a cinco años manteniendo los actuales precios y, en ambos casos, la incineración. La ganancia para ellos es más que segura, aunque a los muertos ya les dé lo mismo; pero los vivos ni protestan...
            Cómo extrañarse, pues, ante las protestas de determinados grupos de mujeres que se manifestaban recientemente bajo el lema "Ni sumisas ni devotas. Nosotras parimos, nosotras decidimos"; o del reciente paripé llevado a cabo en la Asamblea de Extremadura, donde el presidente Monago, al hilo de su discurso de fin de año,  solicitaba paralizar la reforma del ministro Gallardón, mientras que el PSOE propuso su retirada definitiva, ambas aprobadas, aunque no sea competencia legislativa de la Cámara, sino del Congreso de los Diputados; o más aún, quizá la más comentada por su falta de estilo y seriedad: la de la diputada de Amaiur, Oninztza Enbeita, que proclamó muy solemne en la tribuna del Congreso: "Señorías, en mi coño y en mi moño mando yo, y nadie más que yo."
            Mientras, países más avanzados que el nuestro, como Bélgica, aprueban la eutanasia infantil, sin que los cimientos de la UE se resquebrajen, cientos de mujeres españolas acudían a primeros de mes a registrar sus cuerpos en el Registro Mercantil para solicitar la titularidad sobre un bien: su propio cuerpo, petición denegada por un "no procede"; pero sí procede que la Iglesia inscriba a su nombre catedrales por 30 euros, sin pagar IBI y cobrando entrada; sí procede que el Registro Civil pase a los Registradores de la propiedad, y que actos antes gratuitos sean de pago o que 3.500 funcionarios puedan irse a la calle, aunque la Unión Progresista de Secretarios Judiciales proponga una serie de preguntas, aún sin respuesta...
            Nuestro cuerpo es lo único que tenemos --me decía en cierta ocasión un médico-y por eso hemos de cuidarlo; pero no inscribirlo en el registro, como si fuere nuestra casa. Como el nasciturus, como nuestra propia vida, cuya existencia hemos de demostrar con una fe de vida, como hasta ahora, gratuita en el registro, y, mañana, por 100 euros. A qué escandalizarse cuando oímos por la tele: "Yo por mi hija mato" o cuando leemos que "200.000 niños fueron robados en los hospitales españoles", según la fiscalía, por no hablar de los muertos aún desaparecidos de la guerra incivil..., con 114.000 todavía por hallar, 75 años después. Y seguimos hablando del orígen de la vida y de su fin mientras vivamos... Este es otro estado de la nación, unido a la crisis y al desempleo, mientras nuestros representantes se divierten hablando en las cámaras de lo que no les incumbe; pero, ¿a cuento de qué viene que en la Asamblea de Extremadura se hable del aborto? ¿Será un problema de Monago, a la búsqueda de otro titular...? 
 

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