Hablaba el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sobre el estado de la nación, de lo logrado y del mucho esfuerzo que nos ha costado, y apelaba a mantener la misma trayectoria "con perseverancia. De lo contrario, todo lo que hemos ganado en tres años, se puede perder". Había expuesto el presidente la situación de partida, el rumbo que se marcare el 20-12-2011, en su discurso de investidura -detener el paro, estimular el crecimiento, acelerar el regreso de la creación de empleo-- y de una fase expansiva de la economía "llena de oportunidades para consolidar la recuperación del crecimiento y del empleo, pero todavía frágil, expuesta a cambios en la situación, dificultades coyunturales, y también a ventoleras ideológicas--o simplemente ventoleras-- de las que hemos conocido algunos ejemplos".
Apareció el "convidado ausente", pero presente a
partir de diciembre, aun sin decir su nombre... Una ventolera, un golpe de
viento recio y poco durable, o el pensamiento o determinación inesperada y
extravagante, según dos de las acepciones de la Academia.
No tenía por qué el presidente mencionar a los ausentes ni
dirigirse a ellos porque no están. Quizá le ha podido el clima que siente, las
políticas que marcan las diferencias, "negarse a reconocer los méritos del
gobierno o negárselos a los españoles". O, lo que es lo mismo. que los
esfuerzos de los ciudadanos no han merecido la pena, "que se podía haber
evitado porque, además de ser falso, es la mejor manera de preparar la tierra
para que la siembren con éxito los demagogos", los estrategas que
pretenden el poder político.
Todo el mundo era consciente de lo que decía el presidente
y a quiénes se refería; pero ni ellos, ausentes hasta ahora, ni a muchos
ciudadanos, perdidos en su esperanza, les basta la batería de medidas
anunciadas hasta el fin de legislatura, porque ni están ni se les espera...
"Hablar es gratis" y pone como ejemplo algo que a todos gustaría oír:
doblar el salario mínimo, aumento de las pensiones un 5 por ciento, viviendas
subvencionadas, recién nacidos con 1.000 euros bajo el brazo... "pero
tardaríamos seis meses en regresar a la ruina más descarnada", un gesto
que él mismo califica de "inconsciencia temeraria". Quien avisa, no
es traidor, porque si lo dijeren los otros, ¿qué es", se preguntaba. No
hay remedios mágicos, aunque nos los quieran vender como tales. Y pone ejemplos
que lo ratifican: si los intereses de la deuda no se hubieren reducido a la
mitad, habría que haber reducido otro tanto las prestaciones por desempleo... Y
avisa: "Cuando está en juego el bienestar de todos, conviene ser prudentes
con lo que se dice... Quien no crea empleo, no garantiza el Estado del bienestar..."
Cuando tantos miles de españoles siguen viviendo de la
pensión del abuelo; cuando tantos jóvenes se marchan de su país, que no tiene
una respuesta para ellos; cuando tantos
españoles quedan excluidos de las ayudas sociales..., podrá usted afirmar
que España ha recuperado su derecho a tener un futuro que había perdido y poner
el dedo en la llaga al sostener que arrastramos una deuda millonaria y una tasa
de paro inaceptable, además de que a una buena parte de la población no le
alcanza el beneficio de la recuperación económica; pero hace usted mal al
hablar del "riesgo cierto", bien por la coyuntura internacional,
"bien porque los españoles lo consintamos, de que se produzca un retroceso
que nos haga perder todo lo conseguido y vuelva a situarnos en el punto en que
nos encontrábamos al comienzo de la legislatura o peor".
No había convidados de piedra en el Congreso, aunque los fantasmas que prevén sobrevolaran el hemiciclo; ni hacía falta aludirles; porque en ustedes, y en el principal partido de la oposición, al que le faltó al respeto en su réplica, está la última palabra; pero mire usted por dónde, en Extremadura, su partido y el de la oposición se han propuesto hablar con los ausentes para formar gobierno, llegado el caso. No son fantasmas, señor Rajoy, sino molinos de viento... que parecen gigantes al mover sus aspas.
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