Finalizado el acto de
promesa de sus cargos, Vara ha dado
la primera clase de verano a sus discípulos, sus consejeros de gobierno. Por si
no hubieren bastante con el calor y el peso de la púrpura que les agobia --y
antes de sus primeros deberes: realizar el traspaso con quienes les precedieren--,
el presidente les ha dirigido su primera homilía en la que les ha marcado la
bandera de la legislatura, los deseos y los objetivos, antes de cumplir con la
penitencia por sus pecados.
No hay otra mejor bandera para un gobierno que echa a
andar que la igualdad. A saber: la lucha contra la exclusión social, contra la
pobreza energética y los desahucios; pues, ¿qué otra bandera pudiera enarbolar
un pueblo que pasare hambre, frío en invierno y que no hubiere techo para
cobijarse porque los bancos se lo han arrebatado...?
Hay otras banderas irrenunciables para un gobierno de
"gente normal para la gente normal": la educación y la sanidad, y
mantener el equilibrio entre lo urbano y lo rural", además de la cultura
como "la mejor de las inversiones de nuestra tierra"... Estaría bueno
que una educadora, un médico y un alcalde de pueblo, que ha puesto en el suyo
los servicios de una ciudad, no aceptaren estos enunciados del pater patriae como bandera...
El presidente les ha hecho partícipes también de sus
deseos: "mucha calle y poco coche, mucho trabajo y diálogo y muchas horas
hablando con la ciudadanía" (mejor ciudadanos
que ciudadanía, porque el ser
ciudadano implica tener derechos políticos, civiles y sociales, mientras que la
ciudadanía se refiere a las prácticas sociales y culturales que dan sentido de
pertenencia, y lo que da derecho de pertenencia es tener derechos propios y
derechos colectivos..., como los derechos constitucionales a la vivienda, la
educación y la sanidad que propugna). "Gobernar es decidir, y también
asumiendo responsabilidades, y vamos a tener que tomar muchas decisiones
pensando en la vida de la gente", les dice el presidente. La gente, las
personas, los ciudadanos que les han otorgado su magistratura y usted la comparte
con sus elegidos.
Y, tras recordarle a sus discípulos que "se sientan
como unos privilegiados por poder trabajar por nuestra tierra e intentar ayudar
a la gente en los momentos difíciles que están atravesando", les señala
los objetivos prioritarios de su gobierno: el empleo y la calidad del empleo,
porque hay "un batallón" de personas trabajando "con sueldos de
miseria". Y en esto, como en todo, la Administración debe dar ejemplo, con
absoluto respeto a los derechos de la gente". Porque son un gobierno de "gente normal
para la gente normal", con bandera de Extremadura para los ciudadanos
extremeños.
Nunca la concisión
de la primera clase de un maestro fue tan clarificadora para jóvenes y maduros
discípulos: sus banderas, deseos y objetivos. Y en sus virtudes y en sus gestos
--en la calle más que en los despachos-- estarán el reconocimiento de los
ciudadanos y los laureles de la victoria.
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