domingo, 31 de enero de 2016

DEL PACTO DE EL PARDO A LAS CONSULTAS DEL REY

 
           El Rey concluye el próximo martes la segunda ronda de consultas para proponer candidato a la Presidencia del Gobierno tras recibir por la mañana a Pedro Sánchez (PSOE) y, en último lugar, al presidente del Gobierno en funciones y líder del PP, Mariano Rajoy. Tras esta segunda ronda de negociaciones, es posible que el Rey designe de nuevo a Rajoy, siguiendo la lógica de dar el encargo a la lista más votada o bien, si este, al no contar con apoyos, renunciara por segunda vez a formar gobierno, y se lo encargara a Sánchez, que no rechazaría la propuesta, e intentaría formar su gobierno progresista. Aunque tanto uno como otro han mostrado su disposición a aplazar las negociaciones hasta que no finalicen las audiencias, es posible que el monarca se tome su tiempo e incluso abra una nueva ronda, una vez que el martes se dilucide una nueva propuesta y comience la cuenta atrás con las dos primeras votaciones.
            El rey Juan Carlos no tuvo problema alguno en efectuarla tras cada ocasión que hubiere; pero la aritmética electoral salida de las urnas el 20-D y el enrocamiento de unos y otros a pactar, alienta un panorama de difícil salida que no fuere el de otra convocatoria electoral,  que certificaría el fracaso de los partidos, y no el del cuerpo electoral. Nada ha aclarado el previsto Comité Federal socialista de ayer   que no fuere la elección en primarias de su secretario general el 8 de mayo y la ratificación de su nombramiento por el congreso del partido dos semanas después (el 22); pero lo más urgente --la política de pactos, aunque anticipada en el Comité Federal del 28 de diciembre-- se la saltó a la torera el secretario general con su anuncio de consultas a las bases y al propio comité, que deberían aprobarlas. Se lava, así, las manos ante su éxito o fracaso. Aunque para unos el resultado sería vinculante, la última palabra siempre la tendrán los órganos del partido, con lo que volvemos al punto de partida y Sánchez queda exonerado de un posible fracaso.
            Bajo el título "Tres alternativas y un fracaso", Rafa de Miguel analizaba el pasado viernes en El País las cuatro alternativas posibles sobre la mesa: un gobierno del PP, con la abstención del PSOE y Ciudadanos, imposible, porque no lo apoya el PSOE; un gobierno del PSOE con el apoyo de Ciudadanos y la abstención del PP, que no  acepta el ganador de las elecciones; un tercer frente es el gobierno progresista auspiciado por Sánchez: Podemos, IU y PNV, que no apoyaría Rivera, ni incondicionalmente el PNV, y no está nada clara una posible abstención o la incomparecencia  de ERC y Democràcia y Llibertad, que, además, han transmitido al Rey su "no" a la coalición PSOE-Podemos.  Eso es lo que más preocupaba ayer en el Comité Federal; sin embargo, esta última alternativa colisiona con la resolución del 28 de diciembre de no pactar con fuerzas que propugnen la autodeterminación, el separatismo y las consultas, que consideró innegociables. (Véase psoe.es.media, de 28/12/2005) El Comité de ayer reiteró serías objeciones a pactar con Podemos y un profundo rechazo a aceptar el apoyo de los independentistas. (Véase politica.elpais.com, de ayer). Al pasar la pelota a los militantes, Sánchez se salva a sí mismo ante sus críticos y asume la estructura asamblearia propia de los independentistas.
            España no tiene cultura de pactos, como Alemania, Italia o Francia. El Pacto de El Pardo, firmado el 24 de noviembre de 1885, establecido entre dos amigos, pero ideológicamente opuestos, Antonio Cánovas del Castillo, líder del Partido Conservador, y Práxedes Mateos Sagasta, líder del Partido Liberal, permitió superar situaciones difíciles, por la alternancia en el poder de los dos grandes partidos, y consolidar la Constitución de 1876, que convirtió al país en una Monarquía Parlamentaria y refrendó el bipartidismo y la alternancia propugnadas por Cánovas. La alternancia se cumplió rigurosamente hasta el asesinato de Cánovas por el anarquista italiano Michelle Angiolillo en 1897. Sagasta fue presidente entre 1881 y 1883 y sucedió a Cánovas en los períodos 1885-1890 y 1901-1902. Cánovas presidió el Consejo entre 1890-1892 y 1895-1897, y podría haber durado más, ya que Sagasta ha sido uno de los mayores ejemplos de supervivencia política de España, al ser reelegido en 1901, tras ser el responsable del gobierno del Desastre del 98.
            Morgan C. Hall, historiador y diplomático, preceptor de Historia Contemporánea de la Universidad de Columbia, y autor de diversos trabajos sobre Alfonso XIII y la Monarquía española, se refiere en su trabajo "Alfonso XIII y la monarquía constitucional española. 1902-1923", a los precedentes de las consultas del rey para la formación del gobierno. Afirma que, "aunque quedan pocos rastros de las consultas, la práctica instituida por la Reina Madre --María Cristina de Habsburgo-Lorena (1858-1929), madre  de Alfonso XIII, conocida como tal desde 1906 hasta su muerte--, de obligar a cada prohombre a entregar su consulta por escrito, no fue mantenida por su hijo. En algunas ocasiones, el rey llamó a consultas a uno o dos prohombres en lugar de los cinco o seis de costumbre."
             Sin embargo, conviene precisar que la Constitución de 1876-1923, en su artículo 54.9, dice que corresponde "al rey nombrar y separar libremente a los ministros".  La Corona tiene, pues, poder ejecutivo y puede nombrar al jefe del Gobierno y los ministros. La Constitución de la II República Española (1931-1939)  dice en el Título V, dedicado a la Presidencia de la República, y en su artículo 75, que "el presidente de la República nombrará y separará libremente al Presidente del Gobierno, y, a propuesta de este, a los Ministros. Habrá de separarlos necesariamente en el caso de que las Cortes les negaren de modo explícito su confianza". ¿Cuándo, pues, comienzan las consultas del Rey para la formación del Gobierno? La Constitución Española de 1978, especifica en el Título IV, Del Gobierno y de la Administración, artículo 99,  en sus cinco puntos, las consultas del Rey, tras cada renovación del Congreso de los Diputados, para proponer un candidato a la Presidencia del Gobierno. (Véase congreso.es/consti/constitución). Y en esas estamos... Sin presidente del Consejo de Ministros --como se le conociere desde la aprobación del Estatuto Real de 1834 hasta la Dictadura de Franco, cuando la denominación cambió a la de presidente del Gobierno (con Carrero Blanco en 1973), término establecido oficialmente por la Constitución de 1978, excepto en la II República, en que fuere conocido como presidente del Poder Ejecutivo-- ni presidente del Gobierno... Veremos el martes.
 

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