Por encima de los
centenarios de nacimientos y fallecimientos de escritores y otras figuras
históricas singulares que conmemoramos en 2017, hay dos que sobresalen sobre
cualquier otra consideración religiosa o política: el centenario de la primera
aparición de la Virgen de Fátima en Portugal (13 de mayo) y el Centenario de la
Revolución Rusa, o Revolución de Octubre (6-8 de noviembre).
"Las apariciones de Fátima de 1917 en un contexto
como el nuestro de dificultades, nos recuerda que su secreto no es más que
todos los males, las vicisitudes y los grandes problemas hunden sus raíces en
el pecado, en el egoísmo y en el corazón humano ávido de poder, de estar por encima
de todo y sobre todo de cerrarse a compartir con los más pobres y
necesitados", afirma el obispo de Coria-Cáceres, Francisco Cerro Chaves, en su obra sobre el significado de Fátima [1],
en una segunda edición actualizada sobre la primera publicada en 2008.
La Revolución de Octubre, también conocida como
Revolución bolchevique y como Gran Revolución Socialista de Octubre, fue la
segunda fase de la Revolución rusa de 1917, tras la revolución de febrero, que
tuvo como consecuencia la victoria bolchevique, la caída del gobierno
provisional, la creación de la Rusia soviética y el inicio de la Guerra Civil
Rusa.
Hay un paralelismo que une estos dos centenarios entre
Fátima y Rusia: en la tercera aparición, del viernes 13 de julio, la Virgen les confirma a los pastorcitos
los tres secretos en formas de profecías. El primero fue la visión del
infierno; en el segundo ofrece instrucciones para salvar las almas del infierno
y reconvertir el mundo a la cristiandad. "Para salvarlas --les dice--, Dios quiere establecer en el mundo la
devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo, se salvarán
muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará, pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI (1922-1939), comenzará otra peor.
Cuando viereis una noche alumbrada por una luz desconocida, sabed que es la
gran señal que Dios os da de que va
a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre, de la
persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir eso, vendré a pedir
la conversión de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los
primeros sábados. Si atendieran mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si
no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de
la Iglesia." [2]
Cuando la Virgen revelaba
esto, hacía cuatro meses que el zar había abdicado, pero Rusia no era todavía
un régimen comunista ni ateo. Gobernaba Kerénsky
al frente de un gobierno provisional y las tropas rusas perdían terreno en la I
Guerra Mundial contra alemanes y austriacos. Un
par de meses después de la aparición, el 26 de septiembre, se produjo el
triunfo de la Revolución bolchevique. La URSS esparció sus errores por el
mundo: un tercio de la superficie terrestre asumiría un régimen comunista, el
aborto fue legalizado en la Unión Soviética. Durante setenta años en Rusia y
cuarenta en Europa del Este, la Iglesia Católica y otras iglesias cristianas,
fueron perseguidas, acosadas y martirizadas, con cientos de miles de personas
asesinadas por el Estado debido a su fe... El 25 de marzo de 1984, en la plaza
de San Pedro de Roma, ante una imagen de la Virgen de Fátima, Juan Pablo II consagró el mundo y a
Rusia al Inmaculado Corazón de María, en unión con todos los obispos del mundo.
Cinco meses después, el bloque del Este se hundía; pero, ¿se convirtió Rusia?,
porque un 30 por ciento de los que dicen ser ortodoxos, no cree en Dios." [3]
En el prólogo al libro de monseñor Cerro Chaves, el entonces nuncio en España, el portugués monseñor Manuel Monteiro de Castro (2000-2009),
afirmaba que "Fátima es una llamada a vivir por la luz" e invitaba a
la penitencia y la conversión del corazón.[4] En
el 50 aniversario de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Fátima en
Cáceres, su actual párroco, Juan José
Rivero Puerto, sostiene en una entrada
de la citada obra que "Fátima constituye un acontecimiento relevante en la
Historia de la Salvación, una página sugerente en la historia de la Iglesia, un
hito gozoso y salvador para el hombre incapaz y agobiado por su pecado y su
miedo" [5],
mientras que su secretario personal, Faustino
Muñoz García, considera que "en Fátima late el alma de Portugal" [6]
El 13 de mayo próximo, el papa Francisco presidirá en Fátima los actos del centenario, en el que
se verá acompañado por una peregrinación diocesana de Coria-Cáceres. Evoca el
obispo Cerro Chaves en su libro la
relación de los papas y Fátima: Benedicto
XV, durante cuyo pontificado (1914-1922) tuvieron lugar las apariciones; Pío XI (1922-1939), quien demuestra
creer en las apariciones; Pío XII, consagrado obispo el 13 de
mayo de 1917, fecha de la primera aparición,
en cuyo veinticinco aniversario, hizo la consagración del mundo al
Inmaculado Corazón de María; Juan XXIII,
quien siendo patriarca de Venecia, peregrinó a Fátima y recibió el tercer
secreto el 17 de agosto de 1959; Pablo VI, primer papa en visitar Fátima el 13
de mayo de 1967, que renovó la consagración del mundo al Corazón de María,
Madre de la Iglesia, en la sesión de clausura del Vaticano II, el 21 de
noviembre de 1965; Juan Pablo I, quien, siendo patriarca de Venecia, visitó
Fátima y se reunió con sor Lucía; Juan
Pablo II, quien sufrió el atentado el 13 de mayo de 1981 en la plaza de San
Pedro, y al año siguiente visitó Fátima para dar gracias a la Virgen por
salvarle la vida. En 1982, la imagen peregrina llega a San Pedro, a quien el
papa le ofrece una de las balas del atentado. En 1991 viajó de nuevo a Fátima
para agradecer a la Virgen la
solución de los problemas de la Europa del Este, y beatificó a Jacinta
y a Francisco. Benedicto XVI fue a Fátima, visitó a la hermana Lucía y dijo que "las profecías de
Fátima, de ninguna manera han terminado". Finalmente, el papa Francisco estará en Fátima el 12 y 13
de mayo, tras dedicar su pontificado a Nuestra Señora.[7]
[1] Cerro
Chaves, Francisco: Fátima, ternura y
misericordia, EDIBESA, segunda
edición, 2016, 194 págs.
[6] Ob. cit., pág. 25.
No hay comentarios:
Publicar un comentario