Todo perdido, menos la
dignidad. Lo han perdido todo, pero conservan la dignidad, el comportamiento
con decoro, el hacerse respetar, la seriedad en la controversia (no perdáis la
dignidad cuando os enfrentéis ante las injusticias...). Hasta las rentas de la
dignidad perdidas, solo resta el decoro, la dignidad. Las "Marchas de la
Dignidad" confluyen el sábado sobre Madrid. Seis columnas como un ejército
que avanza sobre la capital: contra el robo de derechos, el empobrecimiento
generalizado, el desmantelamiento del estado del bienestar... Todo para los
ricos, cada día más ricos; nada para los pobres, cada vez más pobres;
salvadores de bancos para ruina de inocentes; recortes a los pobres para
engordar a los ricos. Llegan de toda España. Piden lo que se les ha robado:
vivienda, empleo, renta básica...
España hierbe al inicio de una primavera oscurecida el
fin de semana en la que solo queda la dignidad. La dignidad es inherente a la
persona, merecedora de amor y respeto; pero no es digno, ni hubiere dignidad,
quien se resigna a sufrir; quien no sabe
decir "sí" cuando fuere preciso, y no sabe decir "no"
cuando es llegado el momento. Tenemos valor porque existimos. La dignidad
humana implica su reconocimiento y respeto. Si una persona es despojada de sus
derechos básicos, su dignidad es ultrajada, y no puede ejercer su libertad.
Sobreviene, entonces, la pobreza.
La pobreza es una y múltiple. Deviene esta por la falta
de recursos para satisfacer necesidades básicas humanas, como la alimentación,
vivienda, educación, la asistencia sanitaria, el agua potable... Escasean cada
día más los medios para acceder a tales recursos por el desempleo, la carencia
de ingresos o la mínima expresión de estos. Los africanos buscan en Europa la
dignidad perdida, su paraíso terrenal, porque nada hubieren; pero a quienes
están a este lado de la frontera, casi todo les ha sido arrebatado. Llegamos a
la exclusión social, a la pobreza energética, del agua, a la carencia de
vivienda, de educación, de sanidad, de asistencia social... De la pobreza
absoluta de otros tiempos hemos pasado a la pobreza como privación, a la carencia
de los recursos que otros poseen. Y, así, caemos en el abismo del umbral de la
pobreza, el nivel mínimo al que no llegan para vivir con dignidad. De la
pobreza absoluta --cuando no se llega a los estándares mínimos de vida--, a la
pobreza relativa, cuando no se alcanza un mínimo de ingresos para satisfacer las
necesidades básicas.
Sin ingresos, sin vivienda, sin energía (pobreza
energética), les han despojado de su dignidad. ¿No son dignos, no fueren
merecedores de tener el nivel de calidad de vida aceptable de otros...?
"La dignidad humana, los derechos inviolables que le son inherentes, el
libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y los derechos de los
demás son fundamento del orden político y de la paz social" (artículo 10.1
de la Constitución Española de 1978). La dignidad humana no admite grados:
todos, por el hecho de ser personas, son iguales en dignidad... No hemos
perdido la dignidad; nos la secuestran, nos despojan de ella... Por ello, las
"Marchas de la Dignidad" hacia Madrid..., seis columnas por la dignidad
arrebatada, secuestrada, no perdida.
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