miércoles, 26 de marzo de 2014

LA CATEDRAL DE ÁVILA, OTRO ENIGMA HISTÓRICO DE ESPAÑA


           La catedral de Ávila está considerada como la primera catedral gótica de España, a semejanza de la basílica francesa de Saint-Denis, la primera. Los historiadores atribuyen sus construcción al maestro Fruchel, en el siglo XII, coincidiendo con la repoblación castellana llevada a cabo por Raimundo de Borgoña. Desde ayer, la catedral es conocida también por acoger no solo los restos mortales del historiador Claudio Sánchez-Albornoz, presidente de la República Española en el exilio desde marzo de 1962 hasta febrero de 1971, sino los del primer presidente del Gobierno de la España democrática, Adolfo Suárez, y su esposa Amparo Illana, duques de Suárez.
            A diez metros escasos, reposan los restos de dos figuras de la Historia Contemporánea de España: la del historiador, que no deseaba que España siguiera sesteando, como lo había venido haciendo secularmente a través de la historia; y la del líder de la transición de la dictadura franquista a la democracia plural, que no deseaba tampoco para nuestra patria que "el sistema democrático de convivencia"   fuera, "una vez más, un paréntesis en la historia de España".
            Sánchez-Albornoz y Adolfo Suárez escenifican tras su inhumación en la catedral ese "enigma histórico de España" sobre el que escribiera el primero. Don Claudio (Madrid, 1893; Ávila, 1984) es uno de los más reputados historiadores españoles. Fue catedrático numerario de Historia de España en las universidades de Barcelona, Valencia, Valladolid y Madrid; académico de la Historia en 1926; rector de la Universidad Central de Madrid (1932-1934). Diputado de Acción Republicana por Ávila (1931-1939); ministro de Estado en 1933; vicepresidente de las Cortes en 1936; consejero de Instrucción Pública (1931-1933),  embajador de España en Lisboa y presidente del Consejo de Ministros de la República en el exilio entre 1962 y 1971. Defendió como portavoz de su grupo la Constitución Republicana de 1931 en el Congreso tanto por su "tendencia socializante" como por su "tendencia autonomista" y sostuvo la necesidad de aceptar el doble hecho de la variedad y unidad españolas. Exiliado en Argentina al finalizar la guerra, fue profesor de Historia en las universidades de Mendoza y Buenos Aires. Fundó en la capital platense el Instituto de Historia de España y la revista "Cuadernos de la Historia de España". Entre 1946 y 1951 dictó conferencias en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Montevideo. En 1976 regresó a España por unos meses, asentándose en Ávila definitivamente en 1983, donde murió en 1984, a los 91 años, siendo inhumado en la catedral.
            Más que como político, Sánchez-Albornoz ha pasado a la historia como lo que fue: un estudioso, docente, investigador y divulgador de la historia de España. Fue célebre su polémica con Américo Castro sobre el Ser de España. Castro (Río de Janeiro, 1885; Lloret del Mar, 1972) perteneció a la Generación del 14 o Novecentismo. Licenciado en Letras y Derecho por Granada, se doctoró por la Central de Madrid. Discípulo de Menéndez Pidal, cofundó con él el Centro de Estudios Históricos y la Institución Libre de Enseñanza. Fue catedrático de Historia de la Lengua Española en la Universidad Central en 1915. Liberal, fue embajador de la República en Berlín en 1931 y cónsul en Hendaya, desde donde salvó a buena parte del cuerpo diplomático mientras San Sebastián era bombardeada. En 1938 se exilió a Estados Unidos donde enseñó literatura española en diversas universidades hasta su regreso a España en 1970. Polemizó violentamente con Sánchez Albornoz en el debate sobre el Ser de España. Castro, con su "España en su historia" (1948), sostiene la tesis de que cuantos hechos ocurrieron en España antes de 711, caen fuera de la historia española. Habla el autor de la "arabización" del homo hispanus y la influencia judaica en el desarrollo histórico español, tesis contra la cual le llovió un rosario de críticas de historiadores hispanos, arabistas y judaístas.
            En "España, un enigma histórico", su obra cumbre en dos volúmenes, Sánchez-Albornoz desentraña la historia española en sus condicionantes, influencias y circunstancias que intervinieron en la formación de su singularidad y que reconstruye su historia y se compromete con un determinada visión de la creación de "lo español". Desbarata las teorías de Castro, demostrando con una exhaustiva argumentación que no se arabizó la contextura vital de España y que la influencia judaica fue muy pequeña. Para Albornoz, el homo hispanus se forjó en la España primitiva y cree irrenunciable ese periodo histórico. Sánchez-Albornoz pone fin a las teorías de Castro y analiza las causas que hicieron de España "la más fantástica encrucijada de culturas de la historia universal", en palabras de Luis María Ansón, en su artículo "Sánchez-Albornoz y Américo Castro" (Véase Archivo Linz de la Transición española, del Centro de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales).
            Sánchez-Albornoz y Suárez son dos símbolos de la reconciliación de España. Ambos creyentes, enterrados en la catedral como católicos, que para sí lo demandaren. A don Claudio le preguntaron a los 90 años: "A qué sigue siendo fiel?, y respondió: "A lo que me enseñaba mi madre. Soy católico, apostólico y romano y en esa fe quiero morir." "La concordia fue posible" es el epitafio que sella la tumba de los duques de Suárez, por él, que la hizo posible. El de don Claudio, en latín: "Ubi spiritus Domini, ibi autem libertas" (donde está el espíritu del Señor, allí está la libertad), una frase del apóstol San Pedro, que subsume la libertad individual y la social como bases de la convivencia que defendiere
            Un obispo de Ávila, placentino, Felipe Fernández García, ofició el 10 de julio de 1984 la misa de corpore insepulto de don Claudio en la catedral. Allí estuvieron ese día el presidente del Gobierno, Felipe González, y el ex presidente Suárez. En su oración fúnebre, el obispo recordó que, en una de sus últimas visitas que le hiciere, ya postrado en cama, don Claudio le había manifestado: "Señor obispo, pido a Dios que me perdone mis pecados y que me llame con Él,  porque aquí ya no hago nada."  Su sucesor años después, el actual obispo de Ávila, Jesús García Burillo, animó ayer a los fieles a seguir el camino que Suárez marcó y que "merecía ser continuado".
            Sus tumbas y epitafios son una llamada a la reconciliación de los españoles. Don Claudio acogió en su casa de Ávila al padre de Suárez, Hipólito Suárez Guerra, fallecido en 1980, y conocido por sus ideas republicanas, en febrero de 1936, donde lo mantuvo escondido. Cuando Sánchez-Albornoz regresó a España en 1976, se reencontró con él, y ahora, su hijo y él yacen juntos en la catedral. "España, un enigma histórico"...
 

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