La nueva presidenta de
la Asamblea de Extremadura, Blanca
Martín Delgado, ha proclamado en su breve discurso de toma de posesión como
presidenta de la Cámara, que en esta IX Legislatura que
iniciamos en la Comunidad Autónoma, "legislatura de la igualdad", se
propone "trabajar por la igualdad en todas sus vertientes y muy
especialmente contra la violencia machista".
Las vertientes todas de la igualdad no radican en que
usted sea la segunda mujer presidenta de la Cámara, ni que esta legislatura, ya
iniciada, sea la más femenina de la historia por la representación de género,
por las treinta y una mujeres que el martes tomaren posesión de sus escaños. La
regeneración plural de la Asamblea, que han deseado los extremeños, no viene
determinada por la feminización del poder, sino por la representación que se
otorga a los partidos políticos, sin una mayoría absoluta de nadie, que haga posible un mayor entendimiento, y que
aborde, mediante el diálogo y los pactos, la solución a los problemas de todos.
"La legislatura de las personas" como usted ha
calificado la recién inaugurada, es, por encima de todo, convertir en normal
"la normalidad que nos hace más iguales a los hombres y mujeres";
convertir en regla la normalidad por encima del género que nos une, más que nos
separa. Hombres y mujeres convivimos en familia, en comunidad, en pueblos y
ciudades, sin distinción de razas ni credos políticos o religiosos, como manda
nuestro ordenamiento jurídico. Esa es la normalidad; pero los hombres habían
cerrado el paso a la normalidad con las cancelas impuestas a las mujeres para
el ejercicio de determinados cargos y acceso a otras profesiones,
históricamente reservadas a los hombres. Romper esas barreras y hacer y convertir en normal lo que
constituye la normalidad en casa, esa es la igualdad que debemos perseguir, y
no basta con proclamarla: hay que construirla cada día..
La normalidad no es, empero, redoblar el género masculino
en femenino, como si con ello se quisiere recalcar más la igualdad pretendida;
no es decir: "Quítate tú, hombre, de ahí para ponerme yo, mujer, porque
tenemos los mismos derechos." No es eso, no es eso. No es decir "la
casa de todos y todas", "diputadas y diputados", "amigas y
amigos", "compañeras y compañeros", "extremeños y
extremeñas", "vecinas y vecinos", "ciudadanas y
ciudadanos", "ellos y ellas", "agricultores y
agricultoras"..., que tan
reiteradamente ha repetido usted en su discurso. Menos mal que su cultura universitaria
no le ha permitido caer en el "laísmo", tan utilizado en Plasencia y
su zona que, como bien sabe, consiste en utilizar "la" como
complemento indirecto, cuando la única palabra que puede cumplir esa función es
"le". No podría yo decirle a usted: "La voy a dar un beso por su
breve y buen discurso", porque caería en el laísmo tan propio de nuestra
querida ciudad y su zona. No es eso, no es eso; como tampoco lo fuere la feminización
del masculino plural, como un deseo de enfatizar aún más la igualdad de género,
que lo fuere en la letra de la ley, pero no en el espíritu de la normalidad
social.
He recordado hace unos días la norma académica (véase DEX,
MéridaComarca y mi blog en Radio Interior, de 14 de junio pasado: "Sobre
el género en la jura de una alcaldesa") que dice que "los nombres
apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su
designación a seres de uno y otro sexo" (véase Departamento de español al
día de la RAE). Lo contrario es seguir cayendo en la forma pleonástica, tan
innecesaria como inútil, utilizada por los partidos de izquierda. Sin embargo,
ha utilizado usted correctamente la expresión "los responsables
políticos", quizá porque el vocablo no le permitiera su feminización, que
sí es admisible con el artículo: usted es, a partir de su promesa de la
Constitución y el Estatuto, "la
responsable" de la Cámara.
"La igualdad real y efectiva" que ha pregonado
puede lograrse con su petición a los diputados: "trabajar para convertir
la Asamblea en la casa de todos los extremeños, donde buscar soluciones a los
problemas de los ciudadanos". Lo de "ciudadanas" se supone...,
porque no fueren la excepción, sino la regla con rango de ley.
Por lo demás, en la brevedad de su discurso no ha faltado
un ejemplo elocuente: el recuerdo a los agricultores extremeños, que "no
pueden negociar con los fenómenos atmosféricos", para recordar a los
diputados que, aunque el diálogo y el acuerdo resulten complicados, es
necesario impulsarlos por el bien de aquellos, que así lo han deseado.
"Los problemas de la gente" --además del "desempleo, los
desahucios y la pobreza"--, como bien ha señalado, no es subrayar como
excepción lo que fuere normal en la vida de todos, ni caer en el pleonasmo como
forma de recalcar la igualdad, que se
supone, aunque aún falte mucho por conquistarla.
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