miércoles, 24 de junio de 2015

LAS VERTIENTES DE LA IGUALDAD

 
           La nueva presidenta de la Asamblea de Extremadura, Blanca Martín Delgado, ha proclamado en su breve discurso de toma de posesión como presidenta de la Cámara, que en esta IX Legislatura que iniciamos en la Comunidad Autónoma, "legislatura de la igualdad", se propone "trabajar por la igualdad en todas sus vertientes y muy especialmente contra la violencia machista".
            Las vertientes todas de la igualdad no radican en que usted sea la segunda mujer presidenta de la Cámara, ni que esta legislatura, ya iniciada, sea la más femenina de la historia por la representación de género, por las treinta y una mujeres que el martes tomaren posesión de sus escaños. La regeneración plural de la Asamblea, que han deseado los extremeños, no viene determinada por la feminización del poder, sino por la representación que se otorga a los partidos políticos, sin una mayoría absoluta de nadie,  que haga posible un mayor entendimiento, y que aborde, mediante el diálogo y los pactos, la solución a los problemas de todos.
            "La legislatura de las personas" como usted ha calificado la recién inaugurada, es, por encima de todo, convertir en normal "la normalidad que nos hace más iguales a los hombres y mujeres"; convertir en regla la normalidad por encima del género que nos une, más que nos separa. Hombres y mujeres convivimos en familia, en comunidad, en pueblos y ciudades, sin distinción de razas ni credos políticos o religiosos, como manda nuestro ordenamiento jurídico. Esa es la normalidad; pero los hombres habían cerrado el paso a la normalidad con las cancelas impuestas a las mujeres para el ejercicio de determinados cargos y acceso a otras profesiones, históricamente reservadas a los hombres. Romper esas barreras  y hacer y convertir en normal lo que constituye la normalidad en casa, esa es la igualdad que debemos perseguir, y no basta con proclamarla: hay que construirla cada día..
            La normalidad no es, empero, redoblar el género masculino en femenino, como si con ello se quisiere recalcar más la igualdad pretendida; no es decir: "Quítate tú, hombre, de ahí para ponerme yo, mujer, porque tenemos los mismos derechos." No es eso, no es eso. No es decir "la casa de todos y todas", "diputadas y diputados", "amigas y amigos", "compañeras y compañeros", "extremeños y extremeñas", "vecinas y vecinos", "ciudadanas y ciudadanos", "ellos y ellas", "agricultores y agricultoras"...,  que tan reiteradamente ha repetido usted en su discurso. Menos mal que su cultura universitaria no le ha permitido caer en el "laísmo", tan utilizado en Plasencia y su zona que, como bien sabe, consiste en utilizar "la" como complemento indirecto, cuando la única palabra que puede cumplir esa función es "le". No podría yo decirle a usted: "La voy a dar un beso por su breve y buen discurso", porque caería en el laísmo tan propio de nuestra querida ciudad y su zona. No es eso, no es eso; como tampoco lo fuere la feminización del masculino plural, como un deseo de enfatizar aún más la igualdad de género, que lo fuere en la letra de la ley, pero no en el espíritu de la normalidad social.
            He recordado hace unos días la norma académica (véase DEX, MéridaComarca y mi blog en Radio Interior, de 14 de junio pasado: "Sobre el género en la jura de una alcaldesa") que dice que "los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo" (véase Departamento de español al día de la RAE). Lo contrario es seguir cayendo en la forma pleonástica, tan innecesaria como inútil, utilizada por los partidos de izquierda. Sin embargo, ha utilizado usted correctamente la expresión "los responsables políticos", quizá porque el vocablo no le permitiera su feminización, que sí es admisible con el artículo: usted es, a partir de su promesa de la Constitución y el Estatuto,  "la responsable" de la Cámara.
            "La igualdad real y efectiva" que ha pregonado puede lograrse con su petición a los diputados: "trabajar para convertir la Asamblea en la casa de todos los extremeños, donde buscar soluciones a los problemas de los ciudadanos". Lo de "ciudadanas" se supone..., porque no fueren la excepción, sino la regla con rango de ley.
            Por lo demás, en la brevedad de su discurso no ha faltado un ejemplo elocuente: el recuerdo a los agricultores extremeños, que "no pueden negociar con los fenómenos atmosféricos", para recordar a los diputados que, aunque el diálogo y el acuerdo resulten complicados, es necesario impulsarlos por el bien de aquellos, que así lo han deseado. "Los problemas de la gente" --además del "desempleo, los desahucios y la pobreza"--, como bien ha señalado, no es subrayar como excepción lo que fuere normal en la vida de todos, ni caer en el pleonasmo como forma de recalcar  la igualdad, que se supone, aunque aún falte mucho por conquistarla.
 

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