Vista aérea de Aljucén (Archivo Histórico de Fotografía Aérea de España)
A unos 15 kilómetros de Mérida, Aljucén se encuentra en una situación estratégica, asentada en la margen oriental del río de su nombre, un afluente del Guadiana, que aporta riqueza natural y paisajística al territorio. Su cercana posición a la Vía de la Plata, la antigua calzada romana que atraviesa Extremadura de norte a sur, que unía el sur y el norte de la Península en tiempos de los romanos, convirtió a la localidad en un lugar de tránsito importante y un pequeño asentamiento de apoyo para quienes circulaban por la Vía de la Plata. La localidad fue entonces un lugar de descanso y abastecimiento para los viajeros y comerciantes que la transitaban y, en las últimas décadas, se revela como un centro de peregrinación dentro de la Vía de la Plata y Camino Mozárabe, una de las rutas más antiguas del Camino Mozárabe.
Sobre “El patrimonio artístico y cultural de Aljucén y su territorio” versa el último libro del académico correspondiente de la Historia y de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes y cronista oficial de Trujillo, José Antonio Ramos, que el alcalde de la localidad, José Antonio Carmona González, señala en el prólogo que “conserva la esencia de los pueblos que configuran la identidad rural de la comunidad autónoma”. [1]
Aljucén es un municipio de la provincia de Badajoz, perteneciente a la comarca de Mérida-Almendralejo, bañado por el río Aljucén, que da nombre a la población. Una parte de su término se encuentra dentro del Parque Nacional de Cornalvo y Sierra Bermeja, declarado Parque Natural en 1988, con una superficie superior a las 10.000 hectáreas. Sus encinares constituyen uno de los paisajes más bellos de Extremadura, combinándose con los bosques de alcornoques y los sotos ribereños.
En los inicios del siglo XX, Aljucén tenía una población de 417 habitantes que, entre 1950 y 1960, llegó a alcanzar los 1.000. Después se produce un descenso acumulado que llega a alcanzar los 261 habitantes. La mayor emigración se produjo entre los años 1970 y 1980, fruto de la cual es el fuerte envejecimiento que, en la actualidad, alcanza al 22 por ciento de los habitantes. La localidad tiene una población eminentemente agraria, en la que las tierras labradas ocupan el 45 por ciento del total de las exportaciones.
La historia de Lácara no ha dejado de forjarse desde el Paleolítico hasta nuestros días. El monumento más importante es el citado dolmen de Lácara, construcción megalítica de unos 5.000 años de antigüedad, declarado Monumento Nacional en 1931. Con la fundación de Augusta Emérita concluye la política de enclaves que los romanos venían estableciendo en la zona con el fin de controlar el paso de la Vía de la Plata. Esta colonia de veteranos marcó el desarrollo poblacional del territorio con la instalación de villas cercanas a Aljucén. La localidad se sitúa en una de las vías de comunicación más importantes del imperio romano y surge como lugar de descanso y abastecimiento para los viajeros y comerciantes. Prueba de su pasado romano son los restos arqueológicos hallados en los alrededores, que sugieren que formó parte de la red de villas y áreas de servicio ligadas a la famosa calzada.
Dólmen de Lácara |
Tras la caída del Imperio romano, Mérida adquiere una gran importancia en el orden religioso y el martirio de Eulalia sirve para atraer a Mérida a numerosos peregrinos. Los suevos se establecen en Mérida en el año 439 hasta el 469. Eurico conquista la ciudad, que adquiere una gran prosperidad. En el siglo VI, los visigodos se establecen en la Península, integrándose con la población hispano-romana. La llegada de los pueblos germanos supuso la caída del Imperio Romano de Occidente. El núcleo visigodo emeritense inició su influencia hacia los alrededores de la población, en la Vía de la Plata, donde nos encontramos con basílicas tan importantes como El Trampal, a veinte kilómetros de Aljucén. Los trabajos de excavación y restauración del templo proporcionaron casi cincuenta inscripciones romanas, de las que quince son altares dedicados a la diosa indígena Ataecina y la certeza de una construcción anterior.
Con la invasión musulmana, Aljucén adoptó características árabes, tanto en su cultura como en su estructura social y económica. En tiempo de al-Ándalus se le conoció con el nombre árabe de Al-Junciel, del que deriva el actual. Tras la conquista cristiana de Mérida, en 1230, Aljucén y su territorio continúa integrado en Mérida, primero dependiente del Arzobispado de Santiago y, después, compartido con la Orden Militar de Santiago. En 1327, Aljucén pasa a pertenecer a la Orden de Santiago, del reino de León.
Entre las manifestaciones artísticas de la localidad destacan el puente romano, construido en tiempos de Trajano, alzado sobre el itinerario de la Vía de la Plata; la iglesia parroquial de san Andrés, realizada por la Orden de los Caballeros de Santiago en la segunda mitad del siglo XV; y el dolmen de Lácara, construido con granito extraído de las canteras del entorno, Bien de Interés Cultural en 1912 y Monumento Nacional en 1931.
En la arquitectura popular sobresalen el pósito, donde se guardaba la reserva de trigo de la población, cuyos libros más antiguos se fechan en 1938; el horno tejero para hacer tejas, de mediados del siglo XX, próximo al río Aljucén; y el lavadero de ropa, construido en 1959.
Las fiestas populares más sobresalientes son: la Semana Santa; las fiestas en honor de san Andrés, el último fin de semana de noviembre; y la romería de la Virgen de la Vera, patrona de la localidad, el primer domingo de mayo.
Finalmente, cabe subrayar que Aljucén se halla en la ruta mozárabe, lugar de paso y descanso para los peregrinos; que está rodeado de parajes naturales, como el Parque Natural de Cornalvo, y que, desde una perspectiva turística, sus casas rurales juegan un papel fundamental en el desarrollo del ecoturismo y el turismo cultural.
[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio: El patrimonio artístico y cultural de Aljucén y su territorio, TAU Editores, Cáceres, 2024, 180 págs.
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