A esta figura extremeña de la política nacional del XIX dedican su última obra José Antonio Ramos Rubio, académico correspondiente de la Historia y de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes y cronista oficial de Trujillo, y José Luis Pérez Mena, abogado y jurista. [1]
El alcalde de su pueblo natal, Manuel Naharro Gata, sostiene en el prólogo de la obra que “Antonio González podría haber sido uno de esos personajes que, por capricho del destino, se desvanecen en los márgenes de la historia. Sin embargo, al conjugar la audacia del liberal con el arte de la diplomacia, su vida quedó inscrita con tinta indeleble en los anales de su tiempo” porque “no era solo un liberal que agitan las conciencias de su tiempo y su liberalismo era una cuestión de vida o muerte, más que una simple etiqueta política”.
Antonio González nació en el seno de una importante familia hacendada pacense. Cursó sus primeros estudios en el colegio de Valance de Badajoz, institución educativa de balance religioso, bajo la dirección de la Compañía de Jesús, donde ingresó a los 7 años, en 1799. El 2 de mayo de 1808 comienza la Guerra de la Independencia, que trunca la apacible vida estudiantil. En 1809 se une a la compañía de Artillería de la ciudad para pasar al regimiento de caballería con los cordones de cadete. Sirve con este grado un año, al cabo del cual es nombrado segundo maestro de cadetes y oficial del mismo cuerpo más tarde.
Iniciada la Guerra de la Independencia, participa como cadete del Regimiento de Úsares de Castilla en varias batallas y es promovido a segundo maestro de cadetes y, en 1811, al grado de oficial.
Badajoz cae bajo control francés en marzo de 1811. La ciudad es sitiada en varias ocasiones por las tropas alidadas hispano-británicas. El 16 de mayo de 1811 tiene lugar la batalla de La Albuera, que enfrenta a los franceses contra una coalición de tropas británicas, españolas y portuguesas, que impidió que los franceses reforzaran el asedio de Badajoz. El segundo y definitivo asedio de Badajoz, en el que también participó Antonio González, comenzó en marzo de 1812, en el que los aliados lograron defender las defensas pacenses el 6 de abril de 1812. La liberación de la ciudad fue un golpe significativo para las fuerzas francesas.
Concluida la guerra, Antonio González recibió en 1814 varias medallas honoríficas, siendo promovido al grado de oficial. Aunque, se mantuvo unido a ese Regimiento hasta junio de 1822, volvió a sus estudios y terminó la carrera de Leyes en la Universidad de Zaragoza, una de las instituciones académicas más importantes de España, donde en 1819 se gradúa como bachiller.
Atraído por la ebullición política del Trienio Liberal, se traslada a Madrid donde se integra en la burocracia política del régimen liberal. Este período, entre 1820 y 1823, en medio de la agitación que siguió a la Guerra de la Independencia y la restauración absolutista de Fernando VII, marca un intento de restauración del régimen liberal y constitucional. Inaugurado el Trienio Constitucional, Antonio González es recibido como abogado en Madrid para ejercer la profesión. A mediados del año siguiente es nombrado auditor de la Capitanía General. Más tarde ejerce como fiscal jefe de la sala de Guerra y Marina del Tribunal.
Triunfante la reacción absolutista e incumplida por Fernando VII la promesa de amnistía a Antonio González, no le queda más salida que el exilio. El 31 de octubre de 1823 parte desde Gibraltar con la intención de llegar a Perú, junto a Infante, Seoane y su hermano Luis, formando parte de alguna expedición militar u oficial por mantener el control sobre sus territorios en América. Estuvo a punto de ser fusilado en varias ocasiones, En Arequipa abrió un despacho de abogado. Salvó de una muerte cierta al brigadier Baldomero Espartero, después duque de la Victoria y capitán general. Condenado a dura prisión, González intercedió ante Simón Bolívar logrando que se le indultara de la pena de muerte a la que estaba condenado. Esta relación fue fundamental para su carrera política y, para la diplomática, los conocimientos que adquirió en el viaje que durante un año realizó por diferentes países europeos antes de regresar a España en mayo de 1834.
Hasta sus últimos días participó en la vida política nacional, falleciendo con 84 años en Madrid con el título nobiliario de Marqués de Valdeterrazo, otorgado el 30 de noviembre de 1876 por Isabel II. Fue procurador en las legislaturas de 1834 a 1835 y de 1835 a 1836; diputado constituyente en 1836 a 1837 y en las legislaturas de las ordinarias de 1837 a 1838, 1840 a 1841, 1841 a 1842, 1842 a 1843 y en las Constituyentes de 1854 a 1856. Senador electivo en 1837 a 1845 y en 1876 y vitalicio desde 1845 a 1868. Fue también presidente del Consejo de Ministros y ministro de Estado, presidente del Congreso de los Diputados, presidente del Consejo de Estado y embajador en Londres. En sus últimos años de vida, fue senador por Almería. Fue enterrado en la Sacramental de San Isidro de Madrid.
La obra concluye con un estudio sobre el liberalismo en tiempos del personaje y sus posiciones como fuente ideológica a cargo de José Luis Pérez Mena.
[1] Vid.: Ramos Rubio, José Antonio y Pérez Mena, José
Luis: Antonio González y González,
estadista liberal y diplomático, TAU Editores, Cáceres, 2024, 121 págs.
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