miércoles, 25 de diciembre de 2024

LA HORA DE ESPAÑA EN EL DISCURSO DEL REY


El Rey durante su discurso. Foto: Casa Real 

    El Rey de España ha vuelto por segunda vez al Palacio Real para compartir con los españoles unos minutos de reflexión sobre la hora de España en el interior, en el marco de la Unión Europea y en el mundo y apelar a la serenidad en la esfera pública, a la noción del bien común, el consenso en torno a lo esencial para que la diversidad no derive en la negación de la existencia del espacio compartido.

     En la Nochebuena de su décimo año como Rey de todos los españoles, el monarca se ha referido a la creciente inestabilidad internacional, al clima en el que se desarrolla con frecuencia nuestro debate público, a las dificultades en el acceso a la vivienda de los jóvenes para realizar su proyecto de vida o la gestión de la inmigración, problemas que han de abordarse en torno a lo esencial de lo que nos preocupa, no para evitar la legítima diversidad de opiniones, necesaria en democracia, sino para impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido.

    Don Felipe ha recordado que, por encima de las eventuales divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida de lo que conviene de lo que a todos beneficia y, por ello, apela al interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo, como responsabilidad de todas las instituciones y Administraciones Públicas, para que la idea del bien común siga reflejándose con claridad en cualquier discurso o decisión política.

     El bien común como raíz de la conciencia, de la expresión de emociones que conmueven o reconfortan, y su exigencia, ha sido su primera apelación y recuerdo a los afectados por la dana, que hace dos meses afectó con inusual fuerza varias zonas del este y sur de España, especialmente a la Comunidad Valenciana, “un hecho difícil de asumir, pero del que todos deberíamos poder sacar las enseñanzas necesarias que nos fortalezcan como sociedad y nos hagan crecer”. El Rey ha conocido personalmente los primeros efectos de la riada, la solidaridad y la humanidad de vecinos y voluntarios, de las Fuerzas Armadas y la ayuda y colaboración de todo un pueblo para asegurar la recuperación, así como la frustración, el dolor, la impaciencia y las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las instituciones y, al término de su alocución, volvió a insistir en que la solidaridad que nos ha unido en los momentos más difíciles siga presente en cada gesto y en cada decisión y que las ayudas lleguen a todos los que lo necesiten para reconstruir el futuro por el que tanto lucharon.

     Sobre la inmigración, el Rey ha subrayado que el esfuerzo de integración que a todos corresponde debe tener como pilares las leyes y normas básicas de convivencia y civismo y el reconocimiento a la dignidad de todo ser humano, porque la manera en la seamos capaces de abordarla dirá mucho de nuestros principios y nuestra calidad democrática.

     El acceso a la vivienda, especialmente para los jóvenes y desprotegidos, además de ser la base para la seguridad y el bienestar de tantos proyectos de vida, ha de tener en el diálogo de los actores implicados la necesaria solución.

    En una mirada al exterior, cuyo escenario es cada vez más complejo y cambiante, España, ha recalcado Felipe VI, debe seguir defendiendo con convicción y firmeza las bases de la democracia liberal, la defensa de los derechos humanos y las conquistas en bienestar social, sobre las que se asiente nuestro gran proyecto político, porque la idea de Europa es una parte esencial de nuestra identidad compartida.

    Finalmente, el monarca ha hecho una referencia a la Constitución de 1978, su letra y espíritu, y que, a pesar del tiempo transcurrido, la concordia de la que fue fruto sigue siendo nuestro gran cimiento, y ha apelado también a cultivar el espíritu de consenso que la generó para mantener la confianza de la sociedad.

     No ha olvidado, por último, Su Majestad apelar al pacto de convivencia, que debe mantenerse manteniendo el diálogo, para que la contienda política, “en ocasiones atronadora”, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: la demanda de serenidad.

    El futuro radica en la juventud, que busca oportunidades y que triunfa en el deporte y en la vanguardia de la ciencia, y que ha dado lo mejor de sí para ayudar en la tragedia de Valencia, donde es tanta la necesidad de los vecinos, que deja pequeños todos los esfuerzos, aun sin perder la esperanza.

    Con el recuerdo a la memoria del camino recorrido, la confianza en el presente y la esperanza en el futuro, el Rey ha deseado a los españoles que estos días de encuentro y convivencia permanezcan en el nuevo año.


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