El Rey durante su discurso. Foto: Casa Real |
El Rey de España ha
vuelto por segunda vez al Palacio Real para compartir con los españoles unos
minutos de reflexión sobre la hora de España en el interior, en el marco de la
Unión Europea y en el mundo y apelar a la serenidad en la esfera pública, a la
noción del bien común, el consenso en torno a lo esencial para que la
diversidad no derive en la negación de la existencia del espacio compartido.
En la Nochebuena de su décimo año como Rey de todos los
españoles, el monarca se ha referido a la creciente inestabilidad
internacional, al clima en el que se desarrolla con frecuencia nuestro debate
público, a las dificultades en el acceso a la vivienda de los jóvenes para
realizar su proyecto de vida o la gestión de la inmigración, problemas que han
de abordarse en torno a lo esencial de lo que nos preocupa, no para evitar la
legítima diversidad de opiniones, necesaria en democracia, sino para impedir
que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio
compartido.
Don Felipe ha recordado que, por encima de las eventuales
divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida
de lo que conviene de lo que a todos beneficia y, por ello, apela al interés y
la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo, como responsabilidad de todas
las instituciones y Administraciones Públicas, para que la idea del bien común
siga reflejándose con claridad en cualquier discurso o decisión política.
El bien común como raíz de la conciencia, de la expresión
de emociones que conmueven o reconfortan, y su exigencia, ha sido su primera
apelación y recuerdo a los afectados por la dana, que hace dos meses afectó con
inusual fuerza varias zonas del este y sur de España, especialmente a la Comunidad
Valenciana, “un hecho difícil de asumir, pero del que todos deberíamos poder
sacar las enseñanzas necesarias que nos fortalezcan como sociedad y nos hagan
crecer”. El Rey ha conocido personalmente los primeros efectos de la riada, la
solidaridad y la humanidad de vecinos y voluntarios, de las Fuerzas Armadas y
la ayuda y colaboración de todo un pueblo para asegurar la recuperación, así
como la frustración, el dolor, la impaciencia y las demandas de una
coordinación mayor y más eficaz de las instituciones y, al término de su
alocución, volvió a insistir en que la solidaridad que nos ha unido en los
momentos más difíciles siga presente en cada gesto y en cada decisión y que las
ayudas lleguen a todos los que lo necesiten para reconstruir el futuro por el
que tanto lucharon.
Sobre la inmigración, el Rey ha subrayado que el esfuerzo
de integración que a todos corresponde debe tener como pilares las leyes y
normas básicas de convivencia y civismo y el reconocimiento a la dignidad de
todo ser humano, porque la manera en la seamos capaces de abordarla dirá mucho
de nuestros principios y nuestra calidad democrática.
El acceso a la vivienda, especialmente para los jóvenes y
desprotegidos, además de ser la base para la seguridad y el bienestar de tantos
proyectos de vida, ha de tener en el diálogo de los actores implicados la
necesaria solución.
En una mirada al exterior, cuyo escenario es cada vez más
complejo y cambiante, España, ha recalcado Felipe VI, debe seguir defendiendo
con convicción y firmeza las bases de la democracia liberal, la defensa de los
derechos humanos y las conquistas en bienestar social, sobre las que se asiente
nuestro gran proyecto político, porque la idea de Europa es una parte esencial
de nuestra identidad compartida.
Finalmente, el monarca ha hecho una referencia a la
Constitución de 1978, su letra y espíritu, y que, a pesar del tiempo
transcurrido, la concordia de la que fue fruto sigue siendo nuestro gran
cimiento, y ha apelado también a cultivar el espíritu de consenso que la generó
para mantener la confianza de la sociedad.
No ha olvidado, por último, Su Majestad apelar al pacto
de convivencia, que debe mantenerse manteniendo el diálogo, para que la
contienda política, “en ocasiones atronadora”, no impida escuchar una demanda
aún más clamorosa: la demanda de serenidad.
El futuro radica en la juventud, que busca oportunidades
y que triunfa en el deporte y en la vanguardia de la ciencia, y que ha dado lo
mejor de sí para ayudar en la tragedia de Valencia, donde es tanta la necesidad
de los vecinos, que deja pequeños todos los esfuerzos, aun sin perder la
esperanza.
Con el recuerdo a la memoria del camino recorrido, la confianza en el presente y la esperanza en el futuro, el Rey ha deseado a los españoles que estos días de encuentro y convivencia permanezcan en el nuevo año.
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