domingo, 22 de diciembre de 2013

ALCALDE Y SENADOR



Placa inaugural del comedor social "Beato Cristóbal de Santa Catalina" inaugurado en Mérida el jueves 19 (José Luís Fernández Castillo).

 
              El 19 de diciembre último, el arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil, bendijo e inauguró el Comedor Social "Beato Cristóbal de Santa Catalina", "siendo alcalde de Mérida y senador el Excmo. Sr. D. Pedro Acedo Penco". El edificio, habilitado como centro de día en época socialista, pertenece a la antigua hostería de Carcesa. Las Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno, franciscanas, ya lo proyectaron hace cinco o seis años, en la anterior época como alcalde del señor Acedo, y entonces se dijo "que no hacía falta". Las Hermanas Hospitalarias atienden el centro de transeúntes P. Cristóbal. En la legislatura anterior volvió a abogarse por el comedor social; pero el alcalde Calle optó por un centro de día. Al fin, las Hermanas Hospitalarias han logrado su objetivo. Cáritas parroquiales se encarga de la gestión de los usuarios; de la comida, un cáterin; el mobiliario lo ha puesto el ayuntamiento, que pagará igualmente el agua, mientras que la cocina ha sido cedida por las Concepcionistas, que abandonaron la ciudad en 2009. ¿Ha puesto algo el Senado de la nación?

              Es lo que tiene la duplicidad de cargos: que algunos alcaldes sean también senadores y que, aun no teniendo dos sueldos públicos, confundan y mezclen sus actuaciones públicas. El PP-EU arrasó en las últimas elecciones al Senado y logró tres por cada circunscripción electoral regional por uno del PSOE, más uno por la Comunidad Autónoma que le correspondiere. Dos de ellos son alcaldes en la circunscripción de Cáceres: la de la capital de la provincia, María Elena Nevado del Campo, y el de Trujillo, Alberto Casero; mientras que por la circunscripción de Badajoz, de los tres electos, lo es también el alcalde de Mérida, Pedro Acedo Penco.

              Nada hay que objetar, cuando la ley lo permite, que un alcalde electo sea a la vez senador. Otra cuestión es el pluriempleo público o aquellos que perciban dos sueldos del erario público, que para nada gusta a los ciudadanos; pero no se deben mezclar un cargo de representación pública con otro, que a veces colisionan con una realidad que les supera a sí mismos, en la que se ven impelidos a votar en contra de las aspiraciones de las circunscripciones a las que representan y deberían defender, antes que a los partidos o coaliciones por las que fueren elegidos. Ejemplos de ello los tenemos todos los días.

              Lo sorprendente es que el alcalde de Mérida, actuando como tal en la inauguración de un comedor social en su ciudad, haga constar en la placa su condición de senador, lo que no podría decir en el Senado: que es alcalde de Mérida, puesto que está allí porque fue elegido para tal función, pero no como alcalde. ¿A qué viene mezclar churras con merinas? Aunque ambos cargos no sean incompatibles, el alcalde asiste al acto inaugural del comedor como tal alcalde, pero no como senador. Sobra, pues, ese cargo en una placa y en una ciudad por la que él no es senador, sino por toda la circunscripción de Badajoz, por la que fue electo.

              Los primeros pobladores de la ciudad fundada por Octavio Augusto tenían pan y circo. Hoy muchos no tienen pan, aunque tienen dos circos: el que legaron sus fundadores y el surgido en la etapa autonómica, aunque no es público, como el anterior, porque su presidente y señor  -que se empeña en llamarlo de otra manera-- no deja entrar en él si no es por invitación, previamente seleccionada. Por tanto, será un circo particular suyo, pero no para todos los cives (ciudadanos), a quienes se dice que representan, para nada, porque a ellos no les llega el eco de su voz, ni en modo alguno les arregla su vida.

              En todo caso, señor Acedo, mande usted en Mérida como alcalde, y actúe en Madrid como senador, y no mande inscribir en una placa su otro cargo público, que no viene a cuento en la ciudad que rige por cuarta vez como alcalde. Lo uno no tiene que ver con lo otro. A cada cosa, su nombre; y a cada institución, el honor que le correspondiere. Lo demás no viene al caso.

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