miércoles, 27 de marzo de 2019

MARÍA BAJO Y GONZÁLEZ DE MUÑOZ, LA MÁRTIR PLACENTINA DE LA PRIMERA GUERRA CARLISTA




Retrato de María Bajo del libro de Díaz y Pérez

María Bajo y González de Muñoz (Cabezuela, Cáceres, 18/05/1794; Madrid, 17/10/1855) ha sido considerada por Díaz y Pérez "mártir de las luchas políticas de los hombres" con ocasión de la primera guerra carlista (1833-1840) y que alcanzó celebridad por los sucesos ocurridos en Plasencia en 1834 con motivo del fusilamiento de su esposo, D. Alonso Muñoz, brigadier de las huestes carlistas, que operaron durante largos años en la provincia de Cáceres.[1]
            Hija de don Juan Bajo de Menjíbar y doña Rosa González, personas muy principales del partido judicial de Plasencia, fue educada bajo las rígidas reglas de la moral que le impusieron sus padres. Intentó ingresar en un convento de monjas para consagrarse a la contemplación y la penitencia; pero, antes de llevar a cabo su propósito, conoció en su pueblo natal al joven Alonso Muñoz, con quien se casó a los 15 años, el 30 de abril de 1810, y con quien tuvo seis hijos: Francisco, José, Luisa, Manuel, Ramón y María. De ellos, José (08/04/1814; 08/06/1890) fue considerado con el tiempo una celebridad nacional, que los filántropos proclamaron como el más generoso de los hombres del siglo XIX. "Héroe de la caridad. Cuevas. Huércal-Overa, Lorca. Esta leyenda se lee en la cara delantera del pedestal de mármol blanco de Macael sobre el que se asienta la estatua de bronce fundido de José María Muñoz y Bajo de Menjíbar, situada en la plaza del ayuntamiento de Cuevas, que le nombró hijo adoptivo en 1880. En la parte posterior se dice: Haciéndose digno de universal gratitud. Madrid. Plasencia. Cabezuela. En el lateral derecho del monumento puede leerse: Socorrió con cien mil duros a los inundados de 1879. Murcia. Orihuela. Alicante Y, por último, en el izquierdo, figura: Y se le dedica este recuerdo costeado por suscrición (sic). Málaga. Sevilla. Granada. [2] Este ilustre extremeño era conocido por el "Excelentísimo señor D. José María Muñoz, el padre de los pobres que se arruinaron en la inundación de Murcia y que repartió entre los damnificados una verdadera fortuna que algunos cifran en millones de reales. Los alicantinos le reconocieron como "un héroe y apóstol de la caridad".[3]

            La accidentada vida de don Alonso Muñoz influyó en la suerte de su mujer y la de sus hijos. Apenas casado con doña María en 1810, se alzó en armas contra las huestes invasoras de Napoleón, a las que logró tener en constante alarma en los caminos y lugares estratégicos.
            Concluida la Guerra de la Independencia, don Alonso se retiró a su casa con el empleo de capitán de caballería del 7º de Ligeros y en 1827 aparecía como comandante del batallón de Realistas, que organizó por el impulso del entusiasmo que despertó en Cabezuela. Poco después (1833) llegó la muerte de Fernando VII y la ruptura entre los liberales -- los isabelinos o cristinos-- que levantaron la bandera de la reina gobernadora, doña María Cristina,  y los seguidores del pretendiente carlista, Carlos María Isidro de Borbón. Don Alonso se alió con estos, organizó un batallón y plantó cara a las tropas liberales hasta que el general Rodil le dio alcance, le hizo prisionero y le condujo atado hasta Plasencia, donde fue fusilado el 5 de mayo de 1834.

            Su muerte fue el principio del martirio y la miseria para su esposa e hijos. Doña María ingresó en prisión con sus hijos, viviendo de la caridad pública y teniendo que implorarla hasta de los enemigos de su esposo. Asomada a las rejas de la cárcel, oía cantar a los mozos de Plasencia una canción muy en boga entonces:
Monumento a José María Muñoz
en Cuevas (Almería)


            "A Muñoz lo fusilaron
            los soldados de Rodil..."
           
            O esta otra, que para ella no era más consoladora:

           
            "No quedará un carlista
            en esta tierra de España,
            pues se le sigue la pista
            a todo el bando realista
            con iracunda saña.
            Trágala, trágala, trágala..."

           

            Pasadas las turbulencias de 1834 a 1836, doña María fue puesta, al fin, en libertad y la que había sido señora y rica, la que había dado a manos llenas, tuvo que ocuparse en rudas tareas para ganar, como una menestrala, el pan para sus hijos. Cosía y planchaba ropa ajena, con cuyo trabajo puso pasar la mísera vida de una pobre sirvienta.  Entretanto, su hijo José María había trabajado con provecho en asuntos industriales y en 1840 se llevó a su lado a su pobre madre, en cuyos brazos murió a los 61 años, ya en la opulencia, el 17 de octubre de 1855, víctima de la epidemia que asolaba Madrid, llorada por cuantos la trataron...

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[1] Vid.: Díaz y Pérez, Nicolás:  Diccionario histórico, biográfico, crítico y bibliográfico de autores, artistas y extremeños ilustres. Pérez y Boix Editores, Madrid, 1884.Bibliotca de la Universidad de Extremadura.
 
[2] Vid.: Alba Cuevas, Ricardo:  La gratitud de un pueblo a su humanitario benefactor,  en Diario de Almería, de 12/08/2013.
[3] Vid. : Belda, Ismael: Muñoz: El filántropo errante, en El Mundo, de 30/01/2017.
 

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