viernes, 10 de junio de 2022

GRANADILLA, ABANDONADA A SU PESAR



    De cuando en cuando, recibimos un video por wasap que reza: “El pueblo abandonado más bonito de España.” Lo firma Luis Manuel y una dedicatoria: “Mi humilde homenaje a todos aquellos que tuvieron que abandonar sus hogares, amigos, vecinos y su pueblo, aun a su pesar, para que se construyese este pantano que ahora da vida a este maravilloso entorno.” Los 166 comentarios que suscita giran en torno a su belleza, y se preguntan por qué si es tan bonito fue abandonado. Es Granadilla, mi pueblo, provincia de Cáceres, donde vi la luz de este mundo. ¿Abandonado, despoblado, vaciado?

    Faustino Calderón, madrileño, 58 años, trabajador de la limpieza, tiene un blog sobre “Los pueblos deshabitados” (https://www.lospueblosdeshabitados.net/?m=0 ). Lleva treinta años recorriendo toda España, visitándolos. Ha recorrido más de 1.100 (y son alrededor de 2.500). Subtitula ese blog: “A todos los que tuvieron que marchar. Los pueblos deshabitados no son olvido, son cultura.” Dice en su presentación “No es lo mismo deshabitado que abandonado. Todos los pueblos abandonados están deshabitados, pero no todos los pueblos deshabitados están abandonados.” Granadilla fue desde 1965, año de su desaparición como municipio, un pueblo deshabitado. No es hoy un pueblo abandonado, aunque sí por sus habitantes y descendientes, a la fuerza. Fue desterrado, despoblado, vaciado… desde 1965 hasta 1994. En ese blog figura uno solo en la provincia de Cáceres: Granadilla.

    No da vida el pantano a ese pueblo. A ese pueblo le condenó a muerte el embalse. Da vida a pueblos que Colonización hizo desde la presa que lleva el nombre del poeta José María Gabriel y Galán (que le pidieron los familiares de su esposa, Desideria, natural de la villa), hasta Coria. A saber: Sartalejo, Valrío, Rincón del Obispo, Puebla de Argeme, Valderrosas, Pradochano, San Gil, El Batán, Valdencín, Alagón del Río, Pajares de la Ribera… El plan de regadío benefició a veinticuatro poblaciones, once de nueva creación.

    Hay pueblos abandonados y pueblos deshabitados. Granadilla fue un pueblo abandonado a la fuerza, desterrado, condenado a un exilio forzoso. Todas las fuerzas públicas del régimen obligaron a sus habitantes a marcharse…, “y llévense hasta las sillas”, les instaban. Ya el proceso expropiatorio en marcha, sus habitantes tuvieron que alquilar sus propias tierras a la Confederación Hidrográfica del Tajo para poder subsistir. ¿Dónde ir? Nada hubieren más que sus enseres. Le ofrecieron un pueblo en esa cuenca del río, ya embalsado que le dio nombre: Alagón del Caudillo, Alagón después, Alagón del Río por deseo expreso de sus habitantes que decidieron, en referéndum consultivo, ligar su nombre al río que les dio vida antes y después, la muerte.  Allí terminaron sus vidas muchos de sus antiguos habitantes, como antes en su pueblo.

    Es cruel la historia como para decir que fue abandonado. Las tres culturas que habitaron la antigua villa de Granada fueron desterradas: los árabes, sus fundadores, por la Reconquista (Fernando II de León en 1179); los judíos por su fe (Edicto de Granada de 1492 de los Reyes Católicos de expulsión y conversión); los cristianos por el desarrollismo franquista… (Real Decreto 1347/1965, de 6 de mayo, por el que se acuerda la disolución del municipio de Granadilla, Cáceres, e incorporación de su término municipal a los limítrofes (BOE, número 128, de 29/05/1965). Nunca abandonado por sus habitantes: deshabitado a la fuerza, desterrado, exiliado. Hasta afirman que su nombre fue cambiado tras la conquista de Granada para evitar equívocos. De ninguna manera. En los libros parroquiales de nacimientos, matrimonios y difuntos, aparecen indistintamente, hasta mediados del XIX, Granada y Granadilla. Subsiste ese nombre, aunque no el municipio, disuelto por el Ministerio de la Gobernación del Gobierno del Generalísimo Franco.

    En 1980, la villa de Granadilla es declarada conjunto histórico-artístico (Real Decreto del Ministerio de Cultura 2426/1980, de 26 de septiembre, BOE de 10/11/1980). Habían pasado quince años desde su abandono…, una forma de proteger lo que iba camino de la ruina. En 1994, por una Orden del Ministerio de Educación y Ciencia, de 25 de noviembre, se regula la actividad de recuperación y utilización educativa de pueblos abandonados (BOE núm. 291, de 06/12/1994). Han pasado veintinueve años. La citada actividad se reduce a tres pueblos: Búbal (Huesca),  Umbralejo (Guadalajara) y Granadilla (Cáceres). En el primero, el embalse de su nombre, inundó la parte más baja de la población, cuyas casas fueron finalmente demolidas. La parte, inicialmente abandonada y expropiada, a pesar de no verse afectada por el embalse, pasó a formar parte del programa. En el segundo, en 1971, solo quedaban cuatro familias; la gente huyó a las ciudades. El ICONA quiso comprar todas las tierras y sus pocos habitantes fueron obligados a marcharse.

    Las actividades de recuperación de estos tres pueblos se configuran como un proyecto educativo complementario a la enseñanza escolar que pretende un acercamiento a la vida rural de una juventud que en su mayoría vive en un mundo urbano.

    El reciente “Encuentro de oportunidades en el medio rural de la provincia de Cáceres”, organizado por la Diputación Provincial a primeros de junio, ha reivindicado los pueblos para vivir y emprender. ¿Qué sería de los pueblos sin la Diputación…? Se han repartido hermosos folletos turísticos. Recojo los de mi pueblo y otra vez veo consternado uno en el que se afirma: “La Villa medieval de Granadilla, un poblado abandonado en las orillas de la historia”, y hasta repiten lo de Granada tras la conquista de la ciudad andaluza “para evitar confusiones”. No escriban nunca más abandonado; digan, más bien, “los desterrados hijos de Eva”... Como si lo hubiéremos abandonado por gusto… Ni relacionen más su nombre con Granada andaluza.

    La Junta podría adquirir el pueblo para revitalizarlo tanto en su recuperación como el programa educativo; pero Granadilla nunca volverá a ser nuestro, como predican algunos iluminados. Es un museo; solo nos queda la iglesia y el cementerio nuevo, ya de Zarza de Granadilla. Siempre en la memoria, que ni la expropiación ni el destierro pudo arrebatarnos. No lloréis por la villa perdida; llorad, más bien, por vuestros descendientes, que no hubieren en la ciudad los juegos de niños en la plaza añorada…


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