domingo, 7 de diciembre de 2025

FERVOR EULALIENSE EN LA BASÍLICA DURANTE EL PREGÓN DE CARMELO ARRIBAS


Carmelo Arribas durante su pregón de Santa Eulalia

    Llegué temprano a Mérida como para estar dando vueltas y más vueltas por la calle Santa Eulalia y la Puerta de la Villa. Hacía frío en la calle y opté por refugiarme en la basílica. En la puerta, un ayudante del rector me preguntó que a dónde iba: “Vengo al pregón”, le dije, y me responde: “Pero si es a las 12:00.” “Ya lo sé”, le dije, “pero prefiero esperar sentado que estar dando vueltas por ahí.” “Ah, claro; es que es la hora de los turistas y por eso le decía…” Faltaban casi dos horas. Apenas había unas cuantas mujeres y algún que otro hombre. Y, como hace dos años, el día de la presentación de la revista “Eulalia” allí, me encuentro con mi compañero de Academia, Jesús Sánchez Adalid, oficiando la santa misa. El laureado escritor, juez antes que cura, lleva en Mérida la parroquia de San José y es miembro del Cabildo de la Concatedral. Aquel año sí me reconoció; le vi marcharse y, después, observo que estaba en la foto del grupo de los colaboradores de la publicación que allí se presentó, al encontrarse el Ayuntamiento en obras.

    En la basílica hacía más frío que en la calle; pero el fervor eulaliense del Coro “Manuel Domínguez” y de su director, Ángel de Miguel; de la presentadora del pregonero, su hija, la periodista Dulce Arribas, y la del propio pregonero, Carmelo Arribas, arropado por la directiva y los fieles que llenaban el templo, viendo a la santita presidiendo su basílica, hacía que su calor nos acompañase…

    Veía a la derecha, donde me encontraba, a Carmelo repasando su pregón. ¡Como si no se lo supiere de memoria…!”; a la izquierda, su hija repasaba los folios de la presentación, que fue un canto al padre, al investigador y al eulaliense Carmelo Arribas. El presidente me había dicho: “No digas eso, que ni Carmelo lo sabe…”  Ni yo tampoco. Se levantaba para disponerse a dar el pregón, cuando el presidente de la Asociación de la Virgen y Mártir Santa Eulalia, José Luis Moreno, le para y anuncia que su hija le va a presentar. Carmelo, de pie, escucha emocionado. ¡Qué fuerza la de Dulce Arribas presentando a su padre, desentrañando ante los fieles eulalienses su devoción por la Mártir, sus investigaciones en el despacho desde las 7 de la mañana, obrero de la difusión y devoción por Santa Eulalia, divulgador de la historia, guía de su familia…! No sé cómo el pregonero pudo aguantar… Finaliza la hija la presentación con un “¡Viva Santa Eulalia!” y acude a abrazar a su padre para darle el relevo…

    Carmelo, emocionado, no había visto a su hija, situada a la izquierda, junto a la madre y sus nietos, con sus folios. Ni lo sabía ni se lo esperaba. ¡Cómo empezar embargado por la emoción…! Se sobrepuso y lo leyó. Carmelo Arribas llegó a Mérida desde Cuenca en 1974 (hace cincuenta y un años), y allí permanece como un emeritense más. Y como todo ciudadano de la capital, se convirtió en un eulaliense de primera. “Tú eres de la casa y un emeritense más”, le había dicho el presidente cuando le ofreció ser el pregonero… Y no pudo negarse.

    Recuerda que en “el día a día tenemos a Eulalia en nuestro recuerdo” y “que nos acercamos de vez en cuando al Hornito y le pedimos protección para nosotros y nuestras familias… Santa Eulalia, obligada por las circunstancias a irse fuera de la ciudad, nos representa también a los miles de extremeños que, en los años 60 y 70, tuvimos que salir de nuestros lugares de origen para irnos a buscar la vida a otros lugares”.

    El pregonero centró su intervención en la Eulalia dúplice de Barcelona a tenor de la historia, creada por el abad catalán Quirico, asistente al VIII Concilio de Toledo en el año 653 quien, deseando prestigiar su convento, se erige en el descubridor del sepulcro de la Mártir barcelonesa. “Ni que decir tiene que el éxito del hallazgo que tuvo el monasterio del que era abad terminó con él en el Arzobispado de Toledo. Y la creciente importancia de la ciudad de Barcelona y el prestigio de la Eulalia catalana fuera sobreponiéndose a la emeritense…; pero su figura no tiene un hornito en la mano, ni aparecen llamas identificando el objeto de su martirio, sino una cruz.”

    Carmelo Arribas, movido más por el sentimiento que por la historia, poniendo palabras al sentimiento, concluyó su pregón proclamando a viva voz “¡Viva Santa Eulalia!”, respondido por todos los fieles presentes. Sus nietos corrieron a abrazarle, los eulalienses aplaudían entusiasmados; Ana Aragoneses, concejala de Semana Santa y Año Jubilar,  sonreía encantada y el presidente de honor de la Asociación de la Virgen y Mártir Santa Eulalia, José María Álvarez Martínez, asistía mezclado entre los fieles de la nave como uno más. La Coral entonaba, finalmente, el Himno de Santa Eulalia, cantado por todos los asistentes: “Gloria y honor a la madre de Cristo/ que en la arena luchando valiente/ esmaltó con su sangre inocente/ de pureza el virgíneo cendal; /y hoy ostenta vibrante la palma/ que en el cielo su triunfo pregona/ mientras Cristo su frente pregona/ con la gloria del lauro inmortal…”


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