Al recibir hoy la Medalla de Oro de Cáceres en su 90
aniversario, "por su servicio a Cáceres y a los cacereños por sus noventa años de vida", según anunciara la alcaldesa
de la ciudad, Elena Nevado, el pasado
20-9-2013, tras la reunión de la Comisión de Gobierno Municipal que la
aprobare, quisiera recordar, aquí y ahora, tres errores históricos en el
devenir del diario decano de la región que, uno por reiterado, y otros dos por
no subsanados, pudieran sentar cátedra definitiva en la Historia dada por
buena, o no corregida, hasta el momento, por quienes fueren testigos de ella,
por documentos escritos y hasta esculpidos en bronce, que en modo alguno se
corresponden con la verdad histórica.
Me refiero
a crónicas periodísticas no contrastadas, y reiteradas en el tiempo, como
aquella que afirma con solemnidad que "Franco se proclama Caudillo en
Cáceres", que
se ha venido repitiendo en cuantos números extraordinarios del periódico han
salido desde su 50 aniversario, en 1973, hasta este del 90, que no han hecho
sino copiar lo ya publicado, sin que nadie se molestara en verificar la verdad
histórica --y me inscribo, y acuso, también en ese inventario--, por cuanto ni
había medios ni tiempo para reescribir una historia ya escrita --y no
contrastada documentalmente hasta hace unos años-- que no se correspondiere con
la real. Un segundo error histórico se refiere a la suposición realizada por Germán Sellers de Paz en su libro
"La Prensa cacereña y su época
(1810-1990)" (Institución Cultural "El Brocense" de la
Excma. Diputación Provincial de Cáceres, Cáceres 1991, pág. 272), quien da por
supuesto que la galería fotográfica del fundador y de sus predecesores que él
instalase "en lugar del honor del edificio", en las nuevas
instalaciones del Polígono de La Madrila, al cumplirse las Bodas de Oro, desaparecieren
con el cambio del domicilio social a Camino Llano, en diciembre de 1988, porque
"parece ser que no entró en el pensamiento de sus dirigentes"; y en
tercer lugar, el error histórico, con premeditación y falta de ética
profesional, inscrito en el primer periódico que sostiene la última pregonera
callejera del Diario Extremadura, Leoncia
Gómez Galán, en la estatua esculpida por José Antonio Calderón --y situada en la cacereña Plaza de San
Juan--, que no hubiere culpa alguna en
esculpir en bronce la primera portada en color de El Periódico Extremadura, de
18-8-1998, que firmare en su obra la directora Nieves Moreno, que no lo fuere hasta el 16-9-1998, en lugar de José Higuero, entonces director.
1.-Franco, Caudillo en Cáceres.-La última
vez en afirmar que "Franco se proclama Caudillo en Cáceres" lo
firmaba El Periódico Extremadura el pasado día 16 de noviembre, al recordar por
capítulos los hitos más significativos de su historia.
Al evocar
la estancia del general Franco en el
Palacio de los Golfines de Cáceres, a donde trasladó desde Sevilla su cuartel general
el 26 de agosto de 1936, (Paul Preston:
"Franco, Caudillo de España", Edic. DeBolsillo, Barcelona, 2004, pág.
202) recordaba El Periódico Extremadura que "el día 27 de septiembre, a
las 10 de la noche, Franco era designado en Cáceres, Caudillo de España, Jefe del Estado y Generalísimo de
los Tres Ejércitos".
Germán
Sellers, director del Diario Extremadura (1971-1987) lo recuerda así: "Una
noticia trascendental en aquellos momentos fue transmitida desde la Redacción
de EXTREMADURA a todo el mundo. A las 10 de la noche del 27 de septiembre de
1936, el entonces redactor-jefe de EXTREMADURA, Juan Milán Cebrián, "volaba más que corría", según propia
confesión, desde el Palacio de los Golfines de Arriba --sede del cuartel
general nacional--- hasta el inmediato Palacio de la Generala, donde se
encontraba la Redacción de su periódico, para transmitir la gran noticia que le
había dado el general Yagüe con brío
y énfasis: Franco, designado Caudillo de
España, jefe del Estado y Generalísimo de los tres Ejércitos de Tierra, Mar y
Aire. El 1 de octubre siguiente sería designado oficialmente en Salamanca.
Los cacereños le mostraron aquel 27 de septiembre su adhesión, le aclamaron
como Caudillo y, por primera vez, dieron el triple grito de su apellido, que le
acompañaría hasta su tumba en el Valle de los Caídos en noviembre del 75... "(Ob.
cit. pág. 264). Hay que precisar que cuando Yagüe se instala en el Palacio de los Golfines es coronel, y no
general, como asegura Paul Preston:
"Parece improbable que Yagüe
cayera en desgracia, pues su retirada del frente se vio acompañada por el
ascenso a coronel y su inmediata incorporación al entorno de Franco. El 22 de
septiembre, Yagüe estaba ya
instalado en el Palacio de los Golfines de Arriba." (Véase: Preston: pág. 205).
Siguiendo
a Preston, al comienzo de la
sublevación, de los veintiún generales de División en activo, solo cuatro se
rebelaron contra el Gobierno de la República: Franco, Godet, Queipo y Cabanellas (pág. 176). El 21 de julio se
produce la muerte de Sanjurjo, el general elegido por unanimidad para
capitanear la sublevación. Con su muerte, la sublevación quedó descabezada, y
los fracasos de Godet en Barcelona y
Fanjul en Madrid, dejaron al general
Mola sin competidores en la carrera para dirigir el levantamiento (Preston, edición de 1994, págs.
196-199). El 23 de julio, Mola creó en Burgos una Junta de Defensa Nacional
formada por siete personas, presidida por Cabanellas,
el general de División de más antigüedad del bando nacionalista tras la muerte
de Sanjurjo (la República había
suprimido el mando de teniente general),
compuesta por los generales Mola,
Miguel Ponte, Fidel Dávila, y Andrés Saliquet, y dos coroneles del Estado
Mayor, Federico Montaner y Fernando
Moreno Calderón (Preston: edición 2004, págs. 185-186). El 24 de julio, la
Junta nombra a Franco jefe del
Ejército del sur. (Preston, pág.
186). Hasta el 3 de agosto no se incorpora Franco
a la Junta. Las privilegiadas relaciones que el general mantiene con Italia y
Alemania y la necesidad de no duplicar los esfuerzos para conseguir la ayuda
internacional para la causa nacional, obligan a Mola a ceder a Franco
la relación con sus aliados y el control de los suministros. La necesidad del
mando único se hace cada día más patente. El 15 de agosto, Franco toma una iniciativa que permite suponer que contempla tal
posibilidad: sin consultar con Mola,
en un acto celebrado en Sevilla, adopta la bandera roja y gualda. La Junta de
Defensa Nacional, forzada por esa iniciativa, confirma oficialmente la bandera.
El 14 de septiembre se celebra en Burgos una reunión de la Junta en la que no
se plantea el asunto del mando único. Sin embargo, el 21 de septiembre se
celebra "en un barracón de un recién improvisado aeródromo cerca de
Salamanca" (Preston, edición de
2004, pág. 209) una nueva reunión de la Junta, presidida por Cabanellas, sin que Kindelan y Orgaz consiguieran abrir la discusión sobre el tema del comandante
en jefe en la sesión matinal. Tras el almuerzo, ambos decidieron vencer las
reticencias de sus camaradas e insistieron en que el tema se debatiese al
principio de la sesión de la tarde. Sorprendentemente, Mola les apoyó diciendo: "Pues yo creo tan interesante el
mando único que si antes de ocho días no se ha nombrado Generalísimo, yo no
sigo." Cuando se reanudó la sesión, todos se mostraron a favor, excepto Cabanellas, que defendía la jefatura de
una junta o directorio. (Preston:
pág. 209, citando a Kindelán: Mis cuadernos, págs. 103-104).
Cuando
llegó el momento de votar quién debía ser el Generalísimo, --sigo con Preston--, los dos coroneles se
abstuvieron, debido a su graduación inferior. Kindelán votó el primero por
Franco; le siguió Mola y luego Orgaz, excepto Cabanellas, quien dijo que no participaría en una elección para un
puesto que consideraba "innecesario". (Preston: pág. 209). El acuerdo
de mantener la decisión en secreto
hasta que la Junta de Burgos la ratificara y la hiciera pública,
reflejaba las dudas de los generales. El 27 de septiembre, Yagüe le dijo a
Franco que si se negaba a aceptar el mando único, la Legión propondría otro
candidato, perspectiva que garantizó definitivamente que Franco aceptase los
plenos poderes. (Preston: pág. 211) Habría sido muy propio de Franco intentar inclinar la balanza a su favor mediante el golpe
propagandístico de la liberación del Alcázar. Su resistencia se había
convertido en un símbolo de heroísmo de los sublevados, a los que Franco les había prometido enviar
refuerzos el 22 de agosto. (Preston:
edic. 1994, pág. 223). Las tropas del ya designado oficiosamente Generalísimo
los liberaron el 27 de septiembre, convirtiendo esta liberación en una leyenda
y afianzando su posición dentro de los líderes rebeldes.
La tarde
del domingo 27 de septiembre, en medio de la euforia de la victoria de Toledo, Franco, Yagüe y Millán Astray se
dirigieron a una multitud vitoreante y frenética desde el balcón del Palacio de
los Golfines de Arriba de Cáceres. Franco
habló en tono vacilante. Yagüe
anunció vehemente: "Mañana tendremos en él a nuestro Generalísimo, al jefe del Estado." (Quizá fuere esa la versión recogida por el
redactor jefe del Diario Extremadura, Juan
Milán, al dar la noticia...) Millán
Astray dijo: "Nuestro pueblo, nuestro ejército, guiado por Franco, está en el camino hacia la
victoria." La Falange y la Legión desfilaron mientras la banda
interpretaba el himno de la Legión El
novio de la muerte y la canción falangista Cara al Sol. La multitud aclamaba: "¡Franco, Franco, Franco!" La prensa de toda la zona nacional
describió profusamente las escenas de aclamación popular de Franco." (Preston:
pág. 213, citando a De la Cierva, Franco, III, págs. 8-9,
y Calleja: Yagüe, pág. 116). Mientras la multitud se dispersaba, Nicolás Franco y Kindelán trazaban el borrador de un proyecto de decreto para
someterlo a la reunión del día siguiente que decidiría los poderes del nuevo
Generalísimo. La mañana del lunes 28 de septiembre, Franco, Orgaz, Kindelán y Yagüe volaron a Salamanca "resueltos -en palabras de Kindelán- a conseguir su objetivo
patriótico a cualquier precio". Ante la suposición de que la caída de
Madrid y el final de la guerra eran inminentes, los generales se resistían a
conceder a Franco una autoridad de
amplio alcance, pues sospechaban lo difícil que resultaría convencerlo para que
renunciara luego a ella. Sin embargo, Kindelán
insistió y leyó el proyecto de decreto. En el artículo 1, éste proponía la
subordinación del ejército, la armada la aviación al mando único; en el
artículo 2, que al comandante único se le llamara Generalísimo, y en el
artículo 3, que el rango de Generalísimo llevara consigo la función de jefe del
Estado "mientras dure la guerra", frase que valió a Franco el apoyo de los generales
monárquicos. La propuesta, que implicaba la dimisión de la Junta de Defensa
Nacional, fue acogida con hostilidad, en particular por Mola. Cabanellas, que se
comprometió a hacerlo efectivo al cabo de dos días, pero solo se decidió a
firmar el decreto a altas horas de la noche del 28 de septiembre. Cabanellas confió la redacción del
decreto al profesor de derecho internacional José Yanguas Messía. (Preston:
pág. 215); pero antes, el presidente de la Junta de Defensa Nacional comentó
con miembros de la misma: "Ustedes no saben lo que han hecho porque no le
conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes en África....; y si, como quieren va
a dársele en estos momentos España, va a creerse que es suya y no dejará que
nadie le sustituya en la guerra, ni después de ella, hasta la muerte." (Guillermo Cabanellas: La lucha por el poder, Edit. Heliasta,
Buenos Aires, 1973).El decreto definitivo quedó redactado así: "En
cumplimiento del acuerdo adoptado por la Junta de Defensa Nacional, se nombra
Jefe de Gobierno del Estado del Estado español al Excelentísimo general de
División don Francisco Franco Bahamonde,
quien asumirá todos los poderes del nuevo Estado". Se ha afirmado que el
decreto fue amañado por Franco o por
su hermano antes de imprimirse. Ramón
Garriga, que más tarde perteneció al servicio de prensa franquista en
Burgos, alegó que Franco leyó en el
borrador la referencia a que él sería jefe del gobierno del Estado Español sólo
provisionalmente "mientras dure la guerra" y que la suprimió antes de
someterla a la firma de Cabanellas. No
era necesario tal amaño. Franco se
refería a sí mismo como jefe del Estado y, como tal, se atribuía plenos
poderes. Monárquicos como Kindelán, Orgaz y Yanguas erraron al depositar en él sus esperanzas. Una vez
alcanzada la cima del poder, Franco
no tenía intención de cederlo en vida a ningún rey, aunque ladinamente siempre
mantenía viva la esperanza de los monárquicos. La mayoría de la prensa nacional
anunció que Franco había sido
nombrado jefe del Estado español. (Preston:
págs. 214-215) Ese mismo día, Franco firmó su primera orden como "jefe de
Estado" (Stanley George Payne: El régimen de Franco, 1936-1975",
Alianza Editorial, Madrid, 1987, pág. 130). El Boletín Oficial de la Junta de
Defensa Nacional pasa a denominarse Boletín Oficial del Estado y empieza con el
número 1, fechado el 2 de octubre de 1936, una vez que tomó posesión el día
anterior en Capitanía General.
Autonombrado
jefe del Estado, comenzó el culto a su personalidad. La zona sublevada se
inundó de carteles con su efigie; los periódicos debían encabezarse con el
eslogan: "!Una Patria, un Estado, un Caudillo". Franco escogió, al igual que Mussolini
eligiera "Duce", la distinción de "Caudillo". Del latín, capitellium, cabeza, es un término
empleado para referirse a un cabecilla o líder, ya sea político, militar o
ideológico, aunque en sentido amplio, se utiliza para cualquier persona que
haga de guía, aunque el uso más generalizado tiene una connotación política.
Por lo general se emplea como referencia a los líderes políticos de los siglos
XIX y XX. En distintos países sudamericanos aparece en el siglo XIX un fenómeno
social denominado caudillismo. "Fue ABC quien utilizara por primera vez la
calificación de caudillo aplicada a Franco. A raíz de su boda con Carmen Polo Valdés, le llamaba "el joven caudillo", y con razón,
porque era joven, ya había llegado a jefe de la Legión y a emparentar con una
rica familia de Oviedo, muy por encima de los niveles de pequeñísima burguesía militar
ferrolana de los Franco." (Manuel
Vázquez Montalbán: De `Franquito´ a
¡Franco, Franco, Franco!", El País Semanal, 29-11-1992). También
"ABC" de Sevilla, de 30 de septiembre de 1936, al dar cuenta del
decreto de la Junta Nacional de Burgos de 29 de septiembre, se refiere a él en
su biografía como "caudillo". No puede, pues, afirmarse, que Franco
fuera proclamado caudillo en Cáceres.
2.-La galería
fotográfica del Diario Extremadura.-En su libro "La
prensa cacereña y su época (1810-1990)", ya citado, su autor, Germán Sellers de Paz, alude a la
galería fotográfica que él realizara del fundador y de sus antecesores en la
dirección de EXTREMADURA, y afirma que "con el cambio de domicilio social
a Camino Llano, parece ser que no entró en el pensamiento de sus dirigentes
este recuerdo y desapareció la galería de referencia". (Véase pág. 272).
¿Quiénes
eran los dirigentes del periódico en la época citada?, que no cita: Amador Rivera Pavón, director general;
y el que suscribe, director del diario.
En la cena
del patrón de los periodistas de finales de enero de 1991, me preguntó si había
leído su libro, presentado meses antes. Le contesté afirmativamente y le mostré
mi pesar por esa alusión que me dejaba en mal lugar, y que cualquier
investigador podría deducir fácilmente. Le conté la verdad: "Le pedí al
director general que ordenara poner la galería bien en mi despacho o en la sala
de Redacción, a lo que se negó tajantemente." Me contestó: "Yo creía
que..." Le repliqué: "No se puede dar por sentada una acusación de
este calibre en un libro, don Germán." Y no se habló más. La galería quedó
guardada en un almacén del periódico.
3.-La estatua de Leoncia en San Juan.-En
1998 se celebró el 75 aniversario de El Periódico Extremadura. La mayoría de
los actos los organizó, o dejó preparados, su director, José Higuero (1994-1998), quien fue designado director del diario
"Córdoba", perteneciente al Grupo Zeta, a mediados de septiembre del
98. Le sustituye en la dirección Nieves
Moreno, que firma su primer periódico el día 16 del mismo mes y año. El 22
de abril de 1999, víspera de San Jorge, patrón de la ciudad, se inaugura la
escultura de Leoncia Gómez Galán, la última pregonera del Diario Extremadura
(1905-1986), obra de José Antonio
Calderón. La directora ordenó a uno de los maquetistas del diario que
realizase una maqueta del primer periódico en color que publicó el diario,
correspondiente al 18-8-1998, "Extremadura a todo color", que incluía
fotos de los principales monumentos de las cuatro ciudades más importantes de
la región, y que firmare el anterior director. Pues bien: en esa portada
aparece la firma de su sucesora, pero no la de quien firmare el diario. Por
otro lado, Leoncia no pudo vocear
nunca ese periódico, puesto que había fallecido en 1986, a los 81 años. No fui
informado del acto. No pude ver la escultura hasta ocho días después por
razones laborales. Le pregunté al maquetista quién hizo la portada. "Me la
dio la directora..." "Pero, tú sabes que eso no es cierto..."
"¿Y qué querías que hiciera?", me replicó... Seguramente, el alcalde
de la ciudad, José María Saponi, y
la presidenta de la Diputación, Pilar
Merchán, que asistieron al acto, no pudieron percibir aquella falta de
rigor histórico. En el número de aquel día escribí una columna en su honor:
"Memoria de Leoncia Gómez",
puesto que la conocí voceando el periódico, mediados los 60... "Tintaba
otoño la lila luz que precedía a la noche. Allí estaba ella con la faja de
periódicos, la tinta aún fresca. Periódico de la tarde durante años, bien que
eran las últimas noticias impresas...", escribiere aquel día, junto al
reportaje sobre su vida de Ángel Báez, mi compañero de Redacción.
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