Salimos desde Cáceres a
temprana hora. La niebla inundaba el paisaje de los campos, pero dejaba
bastantes ángulos de visión. No eran las nieblas de Santa Eulalia, pegadas a la carretera, en nuestro caminar hacia
Mérida hace años. Una niebla que te cegaba los ojos, por tan densa, que te
obligare a hacer un alto en el camino. No habíamos ido nunca a ese pueblo de
encantador sabor manuelino, con las calles rotuladas en portugués y castellano.
Íbamos a reencontrarnos, tan cerca y tan lejos, con la primera luz que viéremos
en nuestro pueblo natal, Granadilla, que nos expropiaren, y que nuestro primo,
el pintor y escultor Enrique Jiménez
Carrero, ha llevado por medio mundo, junto a los antiguos azulejos
arabescos que adornaban las paredes de nuestras casas. Recuerdos únicos de
nuestra infancia que él refleja, como una constante en su retina, en la parte
inferior de sus cuadros, adornando a los niños de su pintura con el niño que
fuéremos en el pueblo.
"Buenas noches, Navidad" es el título de su
última exposición en el Museo Etnográfico Extremeño "González
Santana" de Olivenza, junto a la imponente Torre del Homenaje. En el
ecuador de la Navidad, pasamos por Badajoz y recordamos a nuestros amigos que
allí viven, pero a los que no molestamos ni con una llamada, porque su día será
otro, tan cercano como ansiado. Toca hoy el reencuentro con nuestro pueblo en
Olivenza, con la luz perdida de nuestros ojos que el primo Enrique traslada a sus cuadros, ahora de época roja, las figuras
enmarcadas en fondo encarnado: la Navidad en el portal, la Sagrada Familia, la
adoración del ángel, el Niño tal cual vino al mundo, arropado, sostenido,
brillante... "Buenas noches, Navidad", en su ecuador mismo, dando luz
a las de las calles de Olivenza. En el recuerdo de la recreación de la Navidad,
Enrique traslada sus cartas a los
Reyes, pintadas sobre el cuadro, como los juguetes deseados que no hubiéremos:
los cochecitos, los zapatitos..., con los trozos de papel rasgados de su
pintura, pero insertos en ella; como los recuerdos que el destierro no nos
arrebatare nunca, ni el pantano cubriere con sus aguas.
En 2007, Jiménez
Carrero cerrare en Plasencia, nuestra ciudad adoptiva y de la que él es embajador turístico, su circuito de los espacios expositivos de la
ciudad con su muestra "El color de los sueños", que no hubiere
cerrado aún. En una sala trasera situó cuadros de color rojo, exclusivos.
¿Acaso fuere este el color de tus sueños, reflejo de tus emociones? En 2017 surge,
y expone en un espacio nuevo: el antiguo mercado de abastos de la ciudad, reconvertido
para dependencias municipales, frente a la iglesia de San Esteban, para más
añoranza de nuestro pueblo, --donde
contrajere matrimonio Gabriel y Galán
con nuestra convecina Desideria García
Gascón (26/01/1898)-- su "Pasión por la vida"...
La exposición de Olivenza es toda alegoría a la infancia
en Navidad. No es, a la manera clásica, la Navidad de siempre. Es una Navidad
más de nuestros días, con un portal distinto, de colores vivos, colores de
pasión, la figura blanca sobre los azulejos de nuestras casas; los rostros de
Navidad con las caras de nuestro presente, la emoción contenida en la pasión
por la luz, como las sillas perdidas que llevaste a Granadilla en 2005 en tus
"Itinerarios de la memoria", con los trozos de tu infancia y de tus
recuerdos; como ahora en Olivenza, símbolo de la historia rasgada en el puente
de Ajuda, como las hojas de cuaderno pegadas con celo al cuadro, que lo
parecen, pero no lo son, porque forman parte de él, como de la memoria que
nadie pudiere arrebatarnos..., ni el agua ni el destierro tan sufridos.
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